lunes, 29 de noviembre de 2010

Gaterías

Bastet



Estaba sola, pero estaba tranquila, a pesar del nacimiento inminente de su hijo, sabía que todo iba a salir bien, la diosa Bastet la había visitado, sí, era ella, no cabía ninguna duda, una gata de color negro se coló por la ventana de su alcoba, se encaramó encima de la cómoda y se le quedó mirando fijamente con aquellos enormes ojos negros, le pareció una eternidad, el tiempo se detuvo mientras tanto a su alrededor, no oía siquiera el monótono tictac de su viejo despertador de grandes manecillas, se sujetó el voluminoso vientre, lo notaba cada vez más lleno de vida, una vida que ansiaba por comenzar a tener, un caliente fluido se le escapaba piernas abajo y comenzó a tener consciencia de lo que estaba comenzando a surgir, no sintió dolor alguno, abrió las piernas, arqueó el vientre y sujetándose a los barrotes de la cama, comenzó a ejercer una leve presión con el diafragma, poco a poco, notó como aquel pedazo de vida que había gestado durante tanto tiempo, se separaba de ella , para comenzar su andadura por separado, entonces se relajó por completo y pudo observar cómo la gata, una vez satisfecha por su éxito, salía sigilosamente por la ventana.




Sinverguenza


Nunca lo había visto, debe ser el gato de algún nuevo veraneante, desde luego lo que tiene es una desvergüenza muy gatuna, ha saltado la valla y se ha enseñoreado de la terraza, espero que no pase de ser una mera visita de cortesía, el canario de mi hermano está piando con un soniquete desconfiado, seguro que el corazón le debe palpitar con mayor velocidad, desde luego el visitante, también se ha dado cuenta de la presencia de “canuto”, se ha regodeado en su contemplación y aun cuando sigue caminando, observo que le mira de reojo, situándole en todo momento su posición entre él, mi persona y la salida, al cabo de un rato se sienta ceremoniosamente, y se pone a lamerse las patas con todo el ceremonial que sólo es capaz de crear un felino descarado como aquel, desde luego se tomó su tiempo y al final con toda parsimonia, me lanzó una mirada cargada de desprecio y airosamente, volvió a saltar la valla.






Pirracas



Nunca conocí a otro gato como aquel, la última visión que tengo grabada en mi memoria, era la de un gato enorme, tranquilo, regodeándose en la superioridad que le daba el haber sido victorioso en mil batallas y haber esparcido sus genes por toda la población.

Era mi héroe, alguien capaz de poner en su sitio a “Rafa” un pastor alemán, barriobajero y duelista, capaz de intentar morderme en varias ocasiones, de las que sólo me libré porque su amo “el Marqués” atinaba a pasar por el lugar, un leve erizamiento de su pelambrera y “Rafa” ponía pies en polvorosa con el rabo entre las piernas, huyendo vergonzosamente sin importarle la dignidad perdida que iba dejándose por el camino.

Sólo Matilde era capaz de domeñarlo, si había sido lechuzo y robó algún filete, ella con un tirón de bigotes, le recordaba su sumisión a ella, si él era un gato, Matilde sencillamente era “la loba” y ante eso nada ni nadie osaba indisponerse con ella.

Al igual que sus nietos, Pirracas, pues así le habían bautizado años atrás, sentía verdadera adoración por el abuelo Eladio, si nos poníamos pesados alrededor del abuelo, allá iba a poner orden a base de zarpazos, disolviendo cualquier aglomeración de nietos, era el árbitro del lugar y le molestaba que no pudiera restregarse con fruición en las perneras desgastadas del pantalón de pana de Eladio. A pesar de ser muy “García”, Eladio, agradecía siempre con muestras de afecto, esa dedicación tan zalamera.

Supongo que todavía seguirá vivo, aunque hayan pasado cuarenta años desde entonces, seguirá cazando ratones en los pajares y los huertos de alrededor de aquella casa, pues todavía vive en mi recuerdo y cuando veo en Alameda un gato negro como el carbón imagino a Pirracas redivivo, transmutado en un tataranieto, acechando por si se acerca “Rafa” dentro de sus dominios.


viernes, 26 de noviembre de 2010

Rosa

Negros nubarrones en el cielo, según la radio, amenaza con caer un buena tormenta, menos mal que ya está cerca de casa, no le gusta conducir bajo la lluvia, abre la guantera y saca el mando a distancia del garaje, se para delante y espera que lentamente el portón se abra, con una parsimonia que a todos los vecinos de la comunidad les molesta, en este mundo de estresados no hay tiempo que perder y menos en la contemplación de una puerta que se abre.


Se introduce por fin en la negrura de la boca de lobo de la planta inferior del garaje. - Que raro.- Se dice, esta mañana no había tantas bombillas fundidas, da cosa el bajarse aquí, cuando apague las luces del coche, va a quedar todo muy oscuro, mira que si se ha escondido alguien…

Con aprensión sale del coche, cierra con llave la puerta y de pronto el mundo se le cae encima.

- ¡Zorra! Esta vez no tienes policías ni jueces que te defiendan.

- ¡Luis, por dios! ¿Qué vas a hacer? ¡déjame en paz!

No puede articular palabra alguna, recibe un puñetazo en la cara que la deja sin sentido, él la recoge, se la echa al hombro y recoge las llaves de ella caídas en el suelo, con trabajo y sin preocuparse si la cabeza de ella golpea las paredes, toma el ascensor hasta la que hasta hace unos meses fue la vivienda de los dos, por culpa de ella, sólo de ella, lo había echado a la calle como a un perro, pero hoy se iba a tomar cumplida venganza de todo.

Abre la puerta y al fondo del pasillo está el dormitorio de matrimonio, ¡su matrimonio! La arroja encima de la cama y le ata las manos a los barrotes de la cama, ella en ese momento recupera el conocimiento.

- Por favor, te suplico que me sueltes.

- ¡Calla! Vas a pagar por todo

- No me hagas daño, piensa en la niña.

Dos violentas bofetadas la hacen callar de nuevo, los ojos llorosos contemplan horrorizados como saca del bolsillo una botella de alcohol que va esparciendo encima de ella, la garganta se le paraliza, es incapaz de chillar, sólo es capaz de gemir suplicándole que no lo haga, que no la mate.

Insensible a sus suplicas, en un sublime acto de horror, él deja de ser una persona y se convierte en el más abyecto ser que Satanás ha podido crear, el vientre de su madre se retorció en un espasmo, arrepentida de haber dado a luz semejante criatura, ese día en el infierno hubo gran regocijo.

Incapaz de sentir más dolor, sacando fuerzas de donde sólo una mujer es capaz de sacar, pues alguien que es capaz de dar vida, con el sacrificio de sufrir como una madre dando a luz, es capaz de un último esfuerzo, arranca las ataduras y cegada por el llanto y las llamas, se arroja por la ventana.

Lamentablemente, este no es un relato, ocurrió hace unos años, tantos que ella me habrá borrado de la memoria, todavía recuerdo cuando recuperada de las heridas del cuerpo, pues las del alma nunca sanan, la volví a ver en su oficina, se me saltaron las lágrimas y apenas pude balbucear mi alegría de volver a verla, se llama Rosa y tuvo suerte, pues sobrevivió, pero desgraciadamente, hay muchas otras mujeres que viven este infierno, por favor no lo contemplemos con indiferencia.



jueves, 25 de noviembre de 2010

Pasen... y no vean




Otras navidades trágicas para los animales, como todos los años, Diciembre es el mes en el que asoman a nuestras ciudades los circos, estos siguen con la obsoleta idea que para divertir a la infancia deben someter a ciertos animales, usan monos, osos, elefantes leones, etc.





Dan una vistosidad al espectáculo engañosa, los animales en escena no expresan la tristeza y mal trato que padecen, encerrados en jaulas con unas dimensiones inapropiadas para unos animales, que no olvidemos son salvajes y requieren espacios naturales que les están vedados, son obligados a realizar ejercicios físicamente incómodos y antinaturales, bajo al amenaza de castigo con látigos, collares de ahorque y ganchos de metal, son obligados a realizar viajes agotadores en camiones en condiciones climáticas adversas, pues no olvidemos que generalmente se utilizan animales acostumbrados a climas tropicales, nada que ver con el crudo invierno europeo.



Como suele ocurrir, el estado español carece de legislación que regule las condiciones de vida de los animales en los circos, cada vez más países prohíben la existencia de animales en los circos, como Canadá, Suiza, Finlandia, Suecia o Dinamarca.



No caigamos, en la simple atracción que sentimos por la contemplación tan cercana de animales salvajes mostrándola así a nuestros hijos, de esta manera les estamos dando una educación contraria al respeto y disfrute de poder observar a los animales en libertad y no a explotarles y observar comportamientos antinaturales.



Otro año más dando la tabarra con este tema http://blogs.que.es/bauldelchirri/2009/11/18/habia-vez- pero no cejaré hasta que la palabra circo, deje de ser sinónimo de vejación a los animales, y sea algo cada día más parecido a lo realizado por el cirque du soleil


lunes, 22 de noviembre de 2010

Regalo envenenado

Buenos días, ya veo que has vuelto, ¿Qué es, morbo o curiosidad? Ten en cuenta que la curiosidad mató al gato, ja ja. Podemos continuar con la visita guiada por las tumbas con historias peculiares.

¿Esta tumba? Tiene su historia, una historia muy peculiar, el diablo anda dando vueltas detrás del espíritu que la habita, pero tardará en apoderarse del alma, bueno, no adelantaré la historia, que como todas tiene un principio.

Hace no muchos años, pues como puede verse el enterramiento es reciente, vivía en la ciudad de M… un conocido empresario, era el orgullo del gremio… y el terror de los trabajadores, trabajaba con ahínco en su empresa, más horas de las que era razonable exigir a su cuerpo… y a los de sus empleados, estos siempre andaban rabiando por las condiciones laborales impuestas, alejadas de toda legislación vigente, aprovechándose siempre de la falta de trabajo que les acuciaba por entonces.

Tantas exigencias imponía a su cuerpo, que al final no le bastaba café ni medicamentos para mantenerse despierto y ágil de mente, tantas horas como quería, por lo que ciertas drogas empezaron a circular por su torrente sanguíneo, inhaladas, aspiradas y deglutidas.

Todo esto le comenzó a desazonar, la salud le empezó a pasar factura a su cuerpo cada vez más maltrecho, hasta que un día dio con la solución, o eso creyó él, divagando en un breve y escaso momento de solaz, pensó: - Daría mi alma al diablo para que el día para mí tuviera treinta horas y si me muriera, al día siguiente a las ocho de la mañana, estuviera de nuevo abriendo la verja de la oficina como si nada hubiera pasado.

Hay veces que más nos vale estar con la boca cerrada, pues en aquel instante acertó a pasar un reclutador de almas para el maligno, el camello que le surtía de estupefacientes, se le presentó y le habló:

- Espero que no sea un “chungo” que te ha “dao”, porque la solución a tus problemas está más cerca de lo que crees.

- Mira, no tengo tiempo ni para discutir contigo, dime presto donde hay que firmar y lárgate que tengo mucho trabajo.

- Bueno, te explico brevemente las cláusulas, para ti el día tendrá treinta horas y cada vez que fallezcas, sólo tienes que salir de la tumba y todo será como si nada hubiera ocurrido, eso sí, tienes que salir antes que amanezca, sino, estarás vagando por la oscuridad hasta el fin de nuestro contrato que se fija en cien años.

- Perfecto, ¿dónde firmo?

- No hace falta “pringao”

Y sacando un papel de fumar, se lo restregó por la nariz, pues aun le goteaba sangre, como era frecuente en él, con este testigo de su pacto de sangre, lo guardó en su bolsillo y ante la aparición de un coche de policía en la esquina de la calle, simplemente despareció.

No creas que le dio mucha importancia al hecho, estaba embebido intensamente en cuadrar la caja del día.

- Malditas secretarias, seguro que me roban dinero de la caja.

Afortunadamente para él, había firmado el pacto en el justo momento que lo necesitó, pues su corazón se paró en aquel momento, esa misma mañana, al abrir la oficina sus empleados, extrañados que le cierre no estuviera echado, entraron con temor en la oficina, encontrándoselo en el suelo, con el rostro desencajado y más pálido, si cabe, que de ordinario.

Tras todo el día velando el cadáver, esa misma tarde, le enterraron, un par de horas antes de que amaneciera, el diablo cumpliendo su parte del pacto, le devolvió a la vida.

Abrió suavemente los ojos, y no tardó en darse cuenta de la situación en que se encontraba, empujó con fuerza la tapa del ataúd, y como sólo se había echado unas pocas paletadas de tierra, no le costó llegar hasta la superficie, se sacudió la tierra que le manchaba la cara y la calva y se encaminó con presteza hacia la salida del cementerio, allí paró un taxi y sin encomendarse a nadie, se marchó directo al trabajo.

A las ocho, entraron los trabajadores y le volvieron a encontrar trabajando como si nada, a ellos y al mundo, se les había borrado de la memoria el luctuoso hecho del día anterior, pero aun así, en su interior, notaban algo raro, no les cuadraba mucho la situación de normalidad que existía en la oficina, sentían que se les había hurtado algo, algún pensamiento o algún recuerdo.

Pasaron los meses y esta circunstancia continuó ocurriendo con alguna frecuencia, el tirano continuaba trabajando treinta horas al día, aunque el trabajo seguía igual de empantanado, pues siempre cometía el mismo pecado de no delegar por desconfianza, parte del trabajo a otras personas, por lo que siempre se le acumulaba trabajo.

También continuaba con la rutina de fallecer de vez en cuando, su corazón estaba realmente maltrecho y se negaba a continuar a aquel ritmo desaforado de estupefacientes y jornadas que se alargaban más allá de lo que una persona pudiera soportar.

Los trabajadores, continuaban teniendo una jornada cada cierto tiempo, en la que se sentían desvanecer, no bastaba con jornadas laborales leoninas y malos tratos de palabra, también sentían el ánimo caído, necesitaban un cambio en sus vidas y no sabían como obtenerlo.

Todo juego, aunque sea con la muerte, tiene su riesgo y el final llegó de la forma más inesperada.

Su corazón volvió a estallar por enésima vez, los ritos funerarios mil veces repetidos, se volvieron a celebrar, sus deudos y familiares volvieron a acompañar su torturado cuerpo a la fosa y allí después de un breve responso le dejaron ante el hipotético eterno descanso que le aguardaba, como todas las ocasiones, en medio de la noche volvió a la vida, empujó la tapa del ataúd y esta vez se encontró con la sorpresa de que ésta no se abría, lo intentó una y otra vez, apoyando incluso las rodillas para así hacer más fuerza, pero todos los esfuerzos fueron en vano, lo único que consiguió fue que una y otra vez se le detuviera el corazón y una y otra vez en virtud a su pacto volvía a la vida como si nada hubiera ocurrido, pero allí mismo en medio de su soledad y su angustia.

Y allí sigue esforzándose en levantar la tapa del ataúd para salir a la vida y volver al trabajo, aunque no le gustaría lo que iba a encontrar, su viuda tiempo ha que vendió la empresa y marchó a Marbella a disfrutar de los millones atesorados por el pobre hombre aquí recluido.

Veo que no me preguntas la razón por la que la tapa del ataúd no se abre, es posible que si tu cara me suena, fuera porque eres un ex-empleado del finado, por los corrillos de ultratumba, se rumorea que los empleados, cansados de su desazón, consultaron a una gitana que ejercía labores de pitonisa, la cual les aconsejó, que en el caso de fallecer su jefe, compraran de inmediato una lápida de quinientos kilogramos y en el mismo momento de darle tierra la pusieran encima, la viuda agradeció sobremanera aquel detalle, pero creo que no a todos les satisfizo.

¿Acaso me equivoco?

domingo, 21 de noviembre de 2010

El guardián del cementerio

Buenos días, si, se lo digo a usted, mire aquí debajo, soy yo, Javir, el guardián del cementerio, ¿Qué como voy a serlo, siendo un gato? No sé por qué se extraña, en el reino de las tinieblas y la oscuridad, somos muchos y variopintos los animales que tenemos el encargo que el cementerio sea un remanso de paz, cuervos, ratas, búhos etc. Trabajamos arduamente aunque no lo parezca, hay muchos malos espíritus que desean entrar a perturbar los sueños de los muertos, nuestra lucha es callada pero constante, nunca nadie nos lo va a agradecer, pero no estamos por el reconocimiento de nuestros actos, tenemos esa misión dictada por una fuerza superior que no puede estar en todas partes y delega en nosotros este cometido.


Sígame si quiere conocer este camposanto, nadie como yo le hablará de los lugares más pintorescos, de las tumbas más exuberantes, de las más arcanas, de las anónimas y las archiconocidas, todas las historias borradas de la memoria de los que yacen habiendo sido olvidados por sus deudos que a su vez yacen también aquí.



¿Le sorprende esta tumba? ¿Por qué no tiene cabeza y está tan desgastada?

Pues claro que conozco la historia, en el cartel figura la tumba número sesenta y tres, pero el cartel es posterior, pues sepa usted que la tumba es la más antigua del lugar, tan antigua que otra grafía existía cuando fue erigida en este lugar, donde ni por asomo estaba previsto que este lugar se convirtiera en estación de término de almas.


Cerca de aquí, en las montañas de granito, vivía un poderoso hechicero, era conocedor de todos los secretos de la tierra, buscador infatigable de todos los conocimientos, con el tiempo su sabiduría no tenía igual, se decía que era tal su conocimiento de la alquimia que era capaz de transmutar cualquier metal y convertirlo en oro, pero eso nunca le detuvo, era uno más de los conocimientos adquiridos, el oro y las riquezas no era lo que su mente deseaba.




Otro de sus logros había sido desentrañar el lenguaje de los animales, años de paciente estudio, de espiar su comportamiento, de preparar su garganta y lengua para establecer una perfecta comunicación entre él y las bestias que poblaban la tierra, por lo que aprendió a dominarlas y a establecer un conexión con ellas estableciendo una jerarquía dominante, se convirtió en su amo y señor obligándolas a realizar todos los trabajos que deseó, las hizo crear montañas donde antes no existía nada, desviar ríos de su curso y anegar campos secularmente áridos, hizo mil experimentos con la fisonomía de la tierra, ejércitos de millones de seres, vertebrados e invertebrados, voladores y terrestres, todos como un solo individuo, ciegos servidores de su voluntad.



Las plantas tampoco escaparon de su dominio, conoció íntimamente como hacer que minúsculos organismos crecieran desaforadamente y que árboles gigantescos menguaran hasta desaparecer de la vista.

También fijó su vista en las estrellas, desentrañó eones de años antes que nadie su movimiento, su creación, sus enormes dimensiones, su mayor logro fue cambiar la orbita, primero a planetas y luego a galaxias enteras, a su antojo, puso orden en el caos primigenio y alteró cuando quiso el buen funcionamiento de complejas órbitas de constelaciones enteras.


Cuando tuvo la seguridad de poder dominar todas las fuerzas del universo, ejecutó su plan, reunió a todos sus vasallos, animales, vegetales y fuerzas terrenales, se plantó delante de su señor y le retó a la batalla, en apenas unos milisegundos, todo se deshizo delante de él, un simple suspiro bastó para que todo desapareciera dejándole desamparado y humillado.




- Has sobrepasado el único límite que no estás autorizado, he sido complaciente contigo en todo el poder que has acumulado, pero el poder sobre la vida y la muerte es mío, te condeno a no poder descansar durante eones.

Y así fue convertido en piedra, esta estatua que ves aquí es su figura y cada siglo, aparece una de sus huestes animales, convertida en hormiga y con sus mandíbulas arranca un grano de la piedra y se lo lleva, hasta que no desaparezca toda la piedra que lo forma, no obtendrá descanso su alma.





Y aquí termina la visita, espero que haya sido de su interés y ya sabe cuando visite otro cementerio, espero que sea condescendiente con los animales que moren en él, pueden ser los guardianes de almas y por favor… tenga cuidado, no pise a las hormigas, no alargue innecesariamente el suplicio de un alma condenada.


Como siempre gracias a Andrés por sus fotos y por recoger el guante lanzado por Javir.
Y como no podía ser de otra manera, gracias a Javir por retarnos a un duelo genial, esperamos el siguiente y que no te enfades por bautizar al gato en tu honor.



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viernes, 19 de noviembre de 2010

Monasterio de Piedra - Fotos y Leyendas -





Abandona presto el gerifalte el guante del su dueño, embelesado por la visión de la tórtola que acaba de aparecer sobre los fresnos, junto al río, tiene un primer lance, pero la tórtola lo esquiva, por lo que la persecución se alarga más de lo deseado, preocupado por la posible pérdida del valioso animal, su dueño pica espuelas de su caballo.

-Mi señor don Alfonso, esperad que os acompaño.

-Mal día tendría que tener, si no soy capaz de encontrar mi halcón sin ayuda de mi alférez.

Dicho esto, tiró de las riendas y se abalanzó entre los fresnos, allí mismo un río circulaba con aguas claras, no permitió que abrevara el caballo, preocupado por su halcón, el más preciado de su colección; al cabo oyó ruido de agua al caer y se encontró con una cascada sin igual en su reino, el agua caía pausadamente, hilándose y entretejiendo una maraña de gotas, como si estuviera hecha de la mejor seda, o de los cabellos del más blanco rocín.


Allí se quedó unos momentos extasiado, pero el grito de su halcón le indicaba que por fin había alcanzado a su presa, presto se dirigió hacia una pradera a su derecha, donde encontró al halcón dando buena cuenta del ave, desmontó y contempló maravillado un lago entre los sauces, donde se reflejaba el cielo y las paredes entre las que estaba encajado, en todo el reino los maestros cristaleros, jamás hubieran conseguido un espejo así, ni con todo el azogue del mundo.




No se movía una hoja, el tiempo parecía haberse detenido, el silencio lo llenaba todo, el mismísimo rey Arturo hubiera pensado que la dama del lago estaría allí, para entregarle su espada, el rey de Aragón se puso de rodillas en la orilla y como un nuevo Narciso, allí se quedó viendo su reflejo en el agua.





Empinada era la cuesta, una vez cruzado el Jiloca, árido y seco era el camino desde Calatayud, pero querían recorrerlo en una jornada, pocas sombras les habían acompañado, pero tenían muy claro que hoy dormirían en la tierra que sería su cobijo hasta la muerte.




El más joven de todos, espoleó a su mulilla con la ansiedad que le daba su juventud, quería ser el primero en dar la nueva a los demás y a lo lejos lo vio, un torreón ya desmochado por el abandono de unas guerras en las que nunca participó, no se lo pensó más y volvió grupas para encontrarse con los doce monjes que le seguían.

El monje se apeó de la mula y se acercó a la caravana de carros que le seguía.

- Padre Gaufrido, ya hemos llegado, allí está el castillo. –dijo señalando al horizonte.

- ¡Alabado sea el señor!

Todo el grupo se reunió junto al abad Gaufrido, doce monjes montados en mulas y carretas, donde llevaban todas sus posesiones y algunas cabezas de ganado.

- Hermanos, regocijémonos en el señor, pues después de casi un año desde que salimos de Poblet, por fin hemos llegado a nuestro destino, y no nos olvidemos de agradecer en nuestros rezos a nuestro amado rey Don Alfonso segundo que graciosamente hizo donación de estas tierras a nuestra orden.

Hicieron un círculo y con ojos bajos y las manos unidas se dispusieron a rezar, pues este sería el último reposo antes de la gran tarea que les aguardaba.



Tres años ya en el monasterio, atrás quedó su pasado, una juventud marcada por desmanes, en los que el vino y la sangre corrieron a la par, en uno de esos lances, tuvo que huir de la justicia, por lo que para su seguridad abandonó Castilla, para ingresar en un cenobio de Aragón, huyó del castigo de los hombres para implorar el perdón divino, pero no contaba con el acecho del diablo y sus agentes.




Esa noche la luna llena brillaba con todo su esplendor, un rayo juguetón le cegó momentáneamente, a través del ventanuco de la celda, mil recuerdos acudieron a su mente, el rayo se transformó en la gasa de un vestido femenino, la cara de un ser maravilloso se le formó en su memoria, tiempos pasados, gozos que no se habían olvidado.



Salió de la celda detrás de aquella ilusión, por los jardines el resplandor iba dejando tras de si, retazos en las ramas de saúcos y retamas, el los iba atrapando con sus manos, imaginaba trozos de vestido de aquella ninfa. Por el río la vio correr descalza, lo atravesó camino de las chorreras y el no se lo pensó, ciego de deseo quería atrapar aquel ser que había despertado arcanos deseos.

-¡Detente!

-Sígueme. –Susurraba la limnátide

Tres aldabonazos sonaron en el monasterio, los golpes de San Benito despertaron a la comunidad.

En la orilla del lago quedó el sayal del fraile abandonado, él quedó olvidado para siempre de la memoria de los hombres.






Un postrero golpe de pico y un hueco se abrió ante ellos. – Por fin. –Exclamaron, después de seis meses de afanoso trabajo.


-Que avisen a don Federico. – Ordenó el capataz

No tardó este en bajar por el pozo excavado con tanto trabajo, el sueño, su sueño, estaba a punto de hacerse realidad.

No bien se agrandó el hueco, lo suficiente para que cupiese una persona por el, se adentró el primero, le amarraron una soga a la cintura para evitar una caída que se presumía fatal en ese suelo tan resbaladizo.



Antes que sus ojos se acostumbraran al entorno, lo primero que notó fue el ruido, una atronadora descarga continua sobre su cabeza, el revoloteo de algunas palomas sobre su cabeza le indicó su posición y por fin miró hacia la luz, una lluvia de perlas multicolores cerraba la boca de la gruta, no se podía concebir que aquello fuera simplemente agua, mil veces la había observado desde fuera y nunca imaginó que desde dentro fuera mil veces más impresionante.




Ante la aparición del sol, un mágico destello recorrió la gruta, millones de arco iris se formaron en un momento, dando una luminosidad y un colorido igual que un atardecer en un patio de la Alhambra de Granada.

- Cuanta razón hay, al final del arco iris, siempre se encuentra un tesoro.



Gracias al maestro Andrés "Que foto" , por su inestimable colaboración y la gentileza de hacer la magia necesaria con su cámara para sentirnos trasladados a este maravilloso paraje.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Adios

El mundo se le cayó encima, nunca hubiera esperado lo que le acababan de comunicar, un mundo estúpido y cruel que se calentaba por minutos, lleno de veneno y contaminación, con más cabezas nucleares de las necesarias para extinguir toda forma de vida sobre su superficie, todo eso acababa de explotar delante de ella.
- Pero yo puedo trabajar en otro departamento, sin ir más lejos, en personal, tenéis una vacante.
- Mira, la decisión ya está tomada y no me compete a mí cambiarla, de verdad que no es plato de buen gusto para mí, pero no hay otra salida.
- Que terrible.
Ella miró hacia su estómago, pues sentía un vacío atroz, observó que no la faltaba ningún trozo de su cuerpo, pues estúpidamente había pensado que tenía un agujero real, tan grande era la sensación que sentía.
De vuelta a su mesa de trabajo, esa que había sido suya durante la última década, contempló desolada que no podría llevarse las macetas que había ido atesorando durante todos esos años, suspiró por ellas y rezó para que sus compañeras tuviesen a bien regarlas en su ausencia.
Le avergonzaba levantar la vista y mirar a su alrededor, sabía que todos la estaban observando y no sabía qué hacer o qué decir para salir airosa de esa situación, un par de lágrimas pugnaba por asomar a sus bellos ojos y nerviosamente se frotó la nariz para ahuyentarlas antes de que pudieran caer.
Con un pequeño suspiro, por fin levantó la mirada y se encontró con la cara de Almudena, esta había sido su alma gemela todos estos años, cuando antes incluso de encender el ordenador, habían intercambiado sus deseos, sus sueños, sus logros, sus alegrías y ahora tendría que comunicarle su último dolor.
- Almu, yo…
Incapaces de decirse nada más las dos se fundieron en un doloroso abrazo, hasta ese momento contenido, las lágrimas por fin se desbordaron, empapándose mutuamente, después de un tiempo eterno lleno de suspiros, se separaron y se miraron a los ojos; al ver los estragos que su emoción habían provocado, se echaron a reír tontamente mientras buscaban nerviosas un pañuelo con el que reparar aquel estropicio.
- En fin comencemos a terminar
Después de dedicar un instante a pensar en el estúpido juego de palabras que acababa de crear, se sentó en su cubículo y comenzó a despegar una tras otra, todas las fotos que había pegado en la pared, junto a la pantalla del ordenador, fotos de sus vacaciones o de las vacaciones de otros, momentos siempre felices con los que acompañar la triste rutina diaria, hizo con ellas un pequeño montón encima de la mesa y contempló los huecos que habían quedado en la pared, rodeados de cuadraditos de papel amarillo de los post-it. – La vida es el hueco que vamos dejando a los demás. – Se dijo a sí misma.
Tambien recogió todos los pequeños amuletos y recuerdos que fue atesorando, pequeños regalos de compromiso o de corazón que sus compañeros le fueron obsequiando estos años, sobre todo imanes, imanes en los que le indicaban que alguien se había molestado en comprárselo en periplos de lejanas ciudades, donde publicitaban en tan diminuto “souvenir” las excelencias de la tierra; un pequeño coliseo, un barquito pesquero, una playa infinita y el que más la gustaba: el pene del David de Florencia.
Afortunadamente, Almu, volvió a su rescate, aportándole una bolsa de papel con el logotipo de una boutique del famoso empresario gallego, en ella depositó todas sus pertenencias amorosamente, igual que uno trata a unos cachorritos recién nacidos, cogió su bolso y su abrigo y sin mirar a nadie ni a nada se encaminó a la salida, caminando lo más airosa que pudo, abrió la puerta y en el umbral antes de que se cerrara la puerta, le guiñó un ojo a Almu.


miércoles, 10 de noviembre de 2010

El cura titiritero

Sur le pont d'Avignon on y danse, on y danse. Sur le pont d'Avignon on y danse tout en rond.

Me abracé a mi amor contemplando la majestuosidad del palacio papal de Aviñón, hay lugares en el mundo que te quitan la respiración; la plaza del Obradoiro en Santiago, el foro de Roma y ahora acababa de encontrar otro sitio maravilloso que añadir a mis mejores sueños realizados.
No sé como nos localizó, no somos personas de hablar alto en lugares fuera de nuestro entorno, quizás el acento andaluz de mi amor le llamó la atención o simplemente la gorra de mi Atleti que lucía ufano de mí.
- Buenos días, pareja.
Ante nosotros un cura cuarentón al estilo preconciliar, es decir con negra sotana de infinitos botones, grande de cuerpo, cara mofletuda y en la cabeza una calva mediana o una tonsura grande, pero los ojos vivos con los que nos miraba, nos dio confianza, además de su voz suave, como de maestro de escuela.
- ¿Qué tal pater? – le respondí afablemente.
- Muy bien hijos, da gusto ver por aquí paisanos a los que saludar, perdonadme mi intromisión, pero estoy aquí en el seminario, llevo muchos días encerrado estudiando y al oíros por la ventana hablando en castellano, no he podido por menos que bajar a saludaros.
- Caramba, buen oído tiene usted, nos han contado que estos muros tienen hasta seis metros de espesor.
- La verdad es que apenas prestaba atención a mis estudios, algún diablillo me soplaba al oído y estaba más pendiente a las moscas que revoloteaban en mi habitación. ¿Muchos días de visita?
- Sólo un par, mañana tornamos a Madrid.
- Me llamo Vicente, padre Vicente Páez, P.V.P para los amigos.
Nos presentamos nosotros también y estuvimos un rato hablando de donde éramos y el viaje que estábamos realizando por la bella ciudad.
- ¿Habéis visitado el seminario?
- No, la verdad es que no sabía que se pudiera visitar.
- Pues si queréis, aquí tenéis un cicerone a vuestro servicio.
Nos miramos mi amor y yo, con cara de sorpresa, pero la verdad es que al lado de ese curilla, a pesar de nuestra desconfianza con todos los estamentos eclesiales, nos sentíamos confiados con él, aceptamos de buen grado.
Fuimos pasando por largos pasillos y por recoletas capillas, por bellos claustros y oscuros refectorios, hasta que llegamos a la zona de las celdas de los residentes.
- Mirad, aquí está la mía, como tengo cocina dentro os puedo ofrecer una jícara de chocolate si os apetece.
Movidos por la curiosidad por ver en que condiciones vivían allí, aceptamos en seguida, nos sentamos frente a una pequeña mesa y allí delante colgados de la pared, dos pequeñas marionetas representaban a un hombre y una mujer, vestidos con trajes regionales de difícil localización. Movida por la curiosidad, mi amor le preguntó:
- ¿De dónde son esos títeres?
- ¡Ay hija! Están hechos por mí. –Contestó con un suspiro.
- Son preciosos, ¿También los maneja usted?
- ¡Huy! Hace muchos años de eso, pero hoy voy a hacer una excepción.
Tomó en sus manos las frágiles marionetas y de pronto una bella historia tomó vida, allí no había dos muñecos de madera y tela encima de una vieja mesa desportillada por el uso, ante nosotros una pareja de jóvenes, casi niños dialogaban en un pueblo perdido de la meseta.
Juntos habían crecido y miles de ilusiones pugnaban por realizarse en su futuro, en una vida que apenas comenzaba a alumbrar, dos corazones unidos en un amor sublime, sin mácula, dos almas que aunque hubieran nacido separadas en los confines más extremos, hubieran acabado juntándose, pues estaban predestinados a ello, él a base de trabajo y con grandes vicisitudes, había comprado unas tierras que con gran afán había trabajado hasta lograr reunir un dinero para comprar una casa junto al río, ella después de sus faenas, preparaba el ajuar el más bello y trabajado de la comarca, para una casa que se aventuraba bella como ninguna, pero aún debían pasar la prueba más cruel, cuando todo en la vida les sonreía, una terrible enfermedad les separó para siempre, ella quedó marchita bajo cientos de flores en el cementerio del pueblo y el sin poder soportar el dolor que le atenazaba, huyó a tierras lejanas, donde olvidar aquella historia tan dichosa.
Y así, con los títeres tumbados en la mesa y una lágrima que pugnaba por salir de nuestros ojos, terminó aquella función, a pesar que el chocolate estaba delicioso, un velo oscuro nos cubría a todos, terminada la colación, nos despedimos con un beso y un franco apretón de manos.
Nunca imaginé que de aquella extraordinaria población, lo mejor no fueron los monumentos y museos que visitamos, sino aquella bella historia de aquel cura titiritero.


lunes, 8 de noviembre de 2010

Cardumen

Se puso a nadar junto a ella, exhibiendo su perfecto estilo de natación, comenzó a dar vueltas a su alrededor, por debajo y por encima de ella, como un pavo real, la envidia de cualquier delfín, desplegó pues todos sus encantos que sabía que eran muchos, su cuerpo se encontraba en sazón.

Ella no fue inmune a sus encantos, también ella se encontraba en lo mejor de su vida, en esa madurez física y mental en la que sabía perfectamente lo que quería, dentro de su cuerpo, sus hormonas la llamaban a no rechazar a aquel varón que luchaba por destacar, por ser su amante, por ser su compañero de cópula.

Juntos iniciaron la danza sublime del amor, perfectamente compenetrados unieron estrechamente sus cuerpos, sin dejar resquicio alguno entre ellos, su unión fue perfecta y les pareció que duraba un siglo, aunque sólo pasaron unos minutos.

Junto a ellos, se desató una vorágine de cuerpos resplandecientes que buscaban lo mismo que ellos, todas las feromonas del orbe se habían expandido a su alrededor, por lo que miles de parejas se formaron en un instante abrazadas tan intensamente como lo estaban ellos, nadando y copulando desaforadamente, todo ello creó un formidable maelstrom, y ellos se encontraban en pleno vórtice, por lo que fueron testigos de excepción del desarrollo de este hecho, nuevo para ellos.

Sus sentidos se hallaban embotados, ajenos a todo lo que no fuera disfrutar del sexo y del amor, por lo que nunca se llegaron a dar cuenta de la tragedia que se cernía en torno a ellos, en un instante, todos quedaron boqueando, faltos de oxigeno en la cubierta del barco.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Exceso de trabajo

Entro al banco y no me gusta como me atienden.

- ¿Tiene usted cuenta aquí?

- Si, claro, es para que me carguéis en mi cuenta estos recibos.

- Lo siento, pero no somos una entidad colaboradora. No lo podemos cargar.

- ¿Colaboradora con quien?

- Con el ayuntamiento de Madrid.

- Pues podíais colaborar, no sé, quizás haciendo túneles, por ejemplo, digo yo.

Huelga decir que me mira la pobre señorita del banco como si fuera el reptil más repelente que existe sobre la faz de la tierra. Quizás si en vez de decirme lo que no puedo hacer, me indicara, como realizar mi petición, habría más entendimiento entre las dos partes, pero claro, los tiempos han cambiado, antaño los bancos, ¡hasta te daban cambio! Hoy, si no tienes cuenta domiciliada en esa sucursal, poco menos que te echan a los perros, o peor, te fustigan con su indiferencia.

Abro el periódico y da que pensar, las noticias son para echarse a temblar, un tsunami arrasa varias islas en el Indico, miles de muertos. Un volcán entra en erupción en el Pacifico, trescientos muertos. En Méjico los narcos asesinan a los asistentes a un funeral, treinta y tantos muertos, incluso si lo miras más cerca, en España suben las victimas de accidentes en carretera de forma alarmante. San Pedro ha puesto una maquinita expendedora de números para guardar la fila en los accesos al paraíso, es imposible que Dios tenga tanto tiempo para juzgar las almas, Caronte mismo se compró un transbordador.

Yo, como tonto, soy de los que no tiene prisa en el tránsito de este mundo al otro, por lo que comprendo a los que la mala suerte y el estar en un lugar equivocado en el momento adecuado y que de un empujón, les mandaron de golpe al otro barrio, deben de andar vagando por el valle de Josafat con una comprensible cara de mala leche.

Sigo divagando sobre la muerte, que curioso, mi camino a casa desde el trabajo, pasa por uno de los mayores camposantos de Europa, será que pasar junto a la verja me inspira estos pensamientos tan lúgubres, además la cercanía de la fiesta de todos los santos, ha llenado de múltiples colores, el otrora gris de las lápidas de mármol que se observan hasta el infinito, dentro del finito espacio que delimita una verja tan larga como añosa.

En la puerta de O´donnell me espera una figura envuelta en andrajos negros, máscara blanca y guadaña al hombro.

- Tío, que halloween terminó hace tres días.

- Vengo a por ti.

- Caramba, si que te dura la trompa.

- Esto no es broma.

- ¡Venga tío! Vete a Carretas, que con este disfraz seguro que te forras.

- Está bien, tú lo has querido.

De pronto una neblina nos envolvió y me sentí transportado como dentro de un ciclón, todo daba vueltas a nuestro alrededor. Transcurrido un tiempo, todo se detuvo y dentro de la oscuridad más absoluta, quedamos el portador de la guadaña y yo, me sujetó con su brazo descarnado y me explicó:

- Lamento comunicarte que eres un triste espectro desde hace cuatro años, ¿recuerdas tu infarto? Pues no saliste de él, tu corazón se paró irremediablemente y has estado desde entonces viviendo una realidad alternativa que sólo existía en tu imaginación.

- Pero, mi vida, he estado viviendo estos años, lo he sentido todo, tengo sensaciones.- Balbucee.

- Todo ilusiones, no hay nada de realidad en ello.

- ¿Por qué? ¿qué ha pasado?

- Saturación de trabajo, apenas se da abasto para juzgaros, tu mismo lo pensabas hace poco, ya lo ves, hay demasiada mortandad y se saturan todos los canales para llevaros al día del juicio, es lo que tiene la empresa pública, incluso aquí arriba se habla de privatizar algunos tramos del negocio, lo siento, pero en tu caso ha sido así.

Tristemente asentí con la cabeza y seguí a aquella triste figura que me iba guiando hacia lo desconocido, perdonad que no siga con el relato, pues a partir de aquí me está vedado haceros participe de lo que encontrareis algún día.

Eso si, ¿estás seguro que no te encuentras en mi misma situación? No vale pellizcarse, lo siento, no es como un sueño, es más real.


lunes, 1 de noviembre de 2010

O_tro_toño


 Uno más por Alameda. aunque pasado por agua y viento


 Bella estampa de una novilla.


 Pocos ejemplos de antiguas construcciones van quedando, que pena.



 Como ya no hay matanza, los helechos crecen en las laderas, sin que los cosechen en septiembre.



 Como dice el refrán, por los santos, nieve en los altos.



 En la dehesa las avileñas aprovechan el sabor de la nueva hierba que por fin reverdece.

Mucha niebla, nubes, agua y silencio, sobre todo un silencio que lo llenaba todo.

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