miércoles, 20 de abril de 2016

Gotas de recuerdos


Yo te hablaba pero tú no parecías escucharme, todos los fantasmas del pasado pasaron entonces por mi memoria. Siempre fui un patán, siempre malogrando cualquier relación. Te hablo y no me miras, sigues contemplándote frente al espejo en una casa ajena, desconocida, quizás sea en la que ahora vives tú.

Mi sueño me traslada a otros momentos, otras relaciones, inexorablemente rotas cuando apenas comenzaban a madurar. Y allí quedo yo, con los ojos abiertos, a veces arrasados por las lágrimas que pugnan por brotar, pero siempre en silencio. –Qué más decir. A veces pienso que eso ha sido mi vida, una sucesión de fracasos entre intervalos más o menos dilatados en el tiempo.

Quizás han sido las gotas de lluvia que repiquetean en la ventana, las que me han hecho despertar y tener que hacerme recordar este mal sueño. Arrebujado entre las mantas, me doy la vuelta buscando en la oscuridad el olvido de mi vida anterior pero no lo consigo.

En la oscuridad se me representan otros rostros, otros amores malogrados, mil historias que pudieron ser y nunca fueron. Vuelvo a moverme incómodo en la cama y al estirar el brazo me doy cuenta de lo grande que es la cama sin ella y la tristeza que me acompaña.

Por fin suena el despertador, casi como el gong salvador de un luchador grogui, pero antes de enfrentarme con el mundo me encuentro con el abrazo y el húmedo lametón de mi mejor amigo.


lunes, 11 de abril de 2016

Naufrago



Un hálito de esperanza se abrió paso hasta él, no se lo esperaba. Abrazado a su tabla de naufrago no esperaba sino la muerte.
Después de escuchar cientos de cantos de sirenas que se le abrían al paso, comprendió que la salvación se hallaba frente a él, a unas solas brazadas, solo tenía que esforzarse un poco.
El tiempo dictaría su sentencia, solo tenía que dar tiempo al tiempo. Poco a poco la orilla se acercaba, solo rezaba para que en vez de unos terribles farallones encontrase una plácida playa donde dejarse resbalar y abrazado a la madre tierra, descansar y dormir, sobrevivir después de la tormenta.
 Pero eso solo el tiempo lo dirá.


miércoles, 6 de abril de 2016

Sema



Tenía 59 años y acaba de dejarnos. Nunca me dijo nada, sabía que había luchado contra el cáncer, pero pensaba que venció, no me dijo que estaba perdiendo la batalla, quizás por ello se casó con su compañera de siempre, de toda la vida, la que le dio sus hijos y sobre todo su Después de treinta años sin saber nada de él, gracias al milagro del “feisbus” nos volvimos a reencontrar, me llamó por teléfono y su cerrado acento andaluz me costó seguir nuestra conversación, pero disfruté del reencuentro telefónico, prometí volver a verlo cuando volviera a Andalucía, él se comprometió incluso a hacer los 234 kilómetros entre Motril y Algeciras para verme.
No pudo ser, nunca volví a bajar al sur y ahora me arrepiento, pero no estaba en mi mano. A la postre nada  está ya en mi mano.
Qué decir de él. Era capaz de sacar dinero de la nada, sabía que triunfaría en la vida y así fue. No imaginaba que se metería en política, pero estoy seguro que fue porque después de garantizarse el futuro quiso devolver a la sociedad todo lo que él había logrado y ayudar a los jóvenes, seguro que nunca fue por figurar.
Cumpliendo el servicio militar lo conocí, Era el discreto dueño de la Compañía, además de estar reenganchado lo que le daba un plus de experiencia, tenía la tranquilidad de quien sabe hacer las cosas bien.
Nuestro primer contacto fue un encontronazo en toda regla, acababa de aprobar el curso de cabo primero y lo estaba celebrando con un compañero de reemplazo, el calimocho corría por mis venas y siempre tuve un torrente por voz cuando ello ocurría, él mi vino a reconvenir por ello, al ver mis ojos nublados me interpeló:
-         - ¿Tú eres tonto o comes mierda?
Estaba claro que la preguntita se las traía, yo tenía muy claro que el rancho que comíamos era la segunda opción por lo que le respondí:
-         - Yo no soy tonto.
No tenía espíritu de Forrest Gump, pero él no lo entendió así, por lo que su contra respuesta fue de cajón.
-         - Entonces comes mierda.
Y se volvió para la camareta de los cabos primeros tan ufano. Yo le dejé llevarse esa victoria, no me convenía malquistarme con quien iba a compartir camareta a partir del día siguiente y por supuesto no me arrepentí de ello.
A partir de entonces lo llegué a conocer, a convivir veinticuatro horas al día, a tener un hermano mayor que me guiara y me apoyara. Cuando me pasaba con la bebida sabía que tenía un amigo que me llevaría a la cama.
Se licenció y después de varias vicisitudes cuando me licencié a mi vez nos seguimos viendo hasta que un día rompió con su novia y perdimos el contacto.
Después de recuperarlo y no habernos vuelto a ver, tengo esa espina clavada, pero hay una promesa que cumpliré, la de llevar una flor a tu tumba para confirmar nuestra amistad perpetua.
Para siempre, Sema.


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