Me
encontraba en el momento álgido de mi trabajo, no podía fallar o toda mi obra
se vendría abajo, la capa de porcelana debía de ser la justa, ni muy fina ni
muy gruesa. Encontrar el punto exacto es lo que nos diferencia a los verdaderos
maestros en el arte de la fabricación de muñecas de porcelana.
Como
de costumbre esta vez también encontré el momento adecuado, deseché el resto de
la pasta todavía líquida y me concentré en la pieza que tenía entre las manos,
otra futura obra de arte, aunque me esté mal el decirlo, pero en su conjunto,
todo el trabajo que supone, a la postre encierra una belleza intrínseca en su interior.
La
parte de este trabajo que más me agrada es la de convertir un rostro cerúleo en
uno vivo, capaz casi de ser confundido con la tez de una persona, pero dejando
bien a las claras esa sutil diferencia que nos indica que estamos ante un ser
inanimado.
Me
dispuse pues a darle color a la cabeza y al resto de los miembros, una capa
tras otra y a la vez con cada una, una ligera pasada por el horno hasta
conseguir darle el aspecto de la carne humana. Luego coser y recoser los
cabellos por los agujeros de la cabeza y anudarlos dentro, estos siempre son
humanos, los cabellos sintéticos nunca dan el tono adecuado, dan una sensación
de artificialidad nada conveniente, siempre los compro a un mayorista de la
península, aunque estos precisamente no me hicieron falta comprarlos.
Dentro
de mi mundo soy un artista bastante conocido y valorado, no hay exposición de
muñecas que se precie que no cuente con alguna creación mía, las colecciones
más prestigiosas de Centroeuropa se desviven por contar con alguna de mis
creaciones, fabrico muñecas de todas las clases y tamaños y mi especialidad es
poner en los rostros una sonrisa pícara muy especial, no he llegado a crear la
sonrisa de la Gioconda, pero poco a poco me voy acercando.
La
celebridad y el desahogo económico me permite vestirlas con ropa de los mejores
diseñadores de moda, por supuesto que ellos mismos se aprovechan de la
publicidad recibida cuando utilizo su ropa, dentro de poco serán ellos los que
paguen por servirme de sus modelos.
Últimamente
se extrañan de mis creaciones a tamaño natural, series únicas en las que el
molde es destruido y lo más extraño para ellos, no están a la venta, solo se
exponen en mi museo particular, precisamente estoy terminando la última por
ahora, especiales pues el cuerpo no es un burdo cojín relleno de estopa y otras
fibras, en estos casos es un caparazón también de cerámica en el que introduzco
mi secreto, aprovecho hasta el último hueco, pues antes tomé medidas, y luego
lo sello herméticamente para que los olores no me delaten, lo visto como en el
original, en este caso no me molesto en fabricar un muñeco con ropas de diseño,
la naturalidad impera ahora, quiero recordar tal y como fue el modelo.
¿Cómo
los elijo? Sencillo, voy por la calle fijándome en la gente, en sus
movimientos, sus gestos, cualquier rasgo distintivo de su cara, todo eso hace
que me pueda fijar en una persona. Al principio la fotografío a distancia,
necesito captar como son en su intimidad, en su ambiente, caminado por la calle,
tomando café en un bar, paseando por la playa o charlando con sus allegados. Luego
me presento a ellos, soy lo suficientemente conocido como para que no se
extrañen de mi propuesta ni se alarmen, la confianza es fundamental, les hago
una propuesta que sencillamente no pueden rechazar y los llevo a mi estudio,
aquí en este sótano bajo una gruesa capa de hormigón, empieza el trabajo previo
con ellos, copiar fidedignamente todas y cada una de las partes de su cuerpo.
Utilizo
sus cabellos para que no desmerezca mi obra, y en vez de alambres, ensamblo el
muñeco con lo que sé que no se va a desarmar, permanecerá para siempre unido,
pudiéndole dar a mi obra una pose natural, nunca artificiosa, tendones y
músculos aun desecados lo permiten, mi última obra toca a su fin.
Hoy
ha llegado un matrimonio muy amable a visitar mi museo, según me refieren son
de Madrid y están alojados en Puerto de la Cruz, todavía les quedan unos días
de visita. Me he fijado especialmente en él, un ejemplar muy interesante, un
poco rellenito, por lo que tendría que ampliar el horno, pero creo que merece
la pena pensar en crear otro de mis muñecos.
Merece
la pena visitar el museo de muñecas de Icod de los Vinos, eso sí, llevaros un
GPS o el plano impreso desde casa, en el díptico de propaganda que podréis
encontrar en algunos lugares como el mariposario, no está ni por asomo indicado
como llegar, tampoco busquéis carteles indicadores pues el ayuntamiento quitó
la mitad de los que puso el dueño, cosas de la promoción y la estética. Si a
pesar de todo conseguís llegar, os daréis cuenta en seguida que sois unos
privilegiados, nadie parece que lo consiguió antes que vosotros ¿el motivo? Una
preciosa tela de araña tejida entre las buganvillas indica que hace tiempo que
nadie entró, dentro dos chalets acogen una colección de lo más asombrosa y poco
vista por España, os dejo el enlace:
El
dueño mismo de la colección os guiará por los salones llenos de muñecos, es un
poco “austríaco” pero se le entiende bien, a mí especialmente me miraba de una
forma que a veces me daba escalofríos…
Qué curioso. He encontrado que el origen de las muñecas de porcelana era presentar las prendas de vestir a las señoras, puesto que no estaba bien considerado exhibir y exponer el cuerpo de la mujer? por ese motivo?
ResponderEliminarEn todo caso, cada una de las víctimas seleccionadas suponían un gran esfuerzo y tarea para el artesano...
Muy buena idea.
un abrazo :)
Sempre bem escrito e com boas ideias... que interessante deverá ser essa visita...
ResponderEliminarBeijos.
Me gustan las muñecas de porcelana, la verdad es que si son únicas y esplendorosas creaciones pero nunca pensé en como se fabricaban, desde luego tu creatividad un poco lúgubre consiguió disipar todas mis dudas y también las ganas de conocer al artista. Un abrazo.
ResponderEliminarVamos..., ¡que terrible!!! Da escalofríos. ahora que escribo esto aún me duele la piel ¿sabes? es de tanto encresparse por el relato. Pasaste del primorismo cuasi juguetón y artesanal(¿se dirá así?) a lo profundamente oscuro. ¡Impactante! digno de un premio, si es que no lo tiene ya.
ResponderEliminarsaludos
NUnca me gustaron las muñecas de porcelana y despuès de leerte menos..jajaja...Me ha gustado mucho tu relato. Enhorabuena
ResponderEliminarun abrazo
fus
O sea, que el museo existe en realidad, debe de ser muy interesante y desde luego a ti te impactó y te inspiró mucho, porque has hecho un relato de lo más intrigante y muy bueno y como siempre, tu final me ha encantado. Un beso,
ResponderEliminarHola J.A.
ResponderEliminarQué relato más inquietante, creo que nunca compraria un muñeco a tamaño natural, primero por falta de sito y luego proque no podría pegar ojo por las noches (bueno, en mi caso por el día. Oye! las fotos muy bien :)
Un abrazo.
Mi hobby son las casas en miniatura. Trabajar con papeles, fimo, maderas, etc. Pero muñecas de porcelana no he tenido ni cuando era pequeña. ¡Me dan terror!
ResponderEliminarAhora bien, tu trabajo es realmente genial.
Besosss.