Cuando los hombres se ponen a conversar sobre
la mili, las mujeres hacemos oídos sordos, siempre las misma historia repetida
una y mil veces ad nauseam, pueden
cambiar los contertulios, pero las historias de los hombres de caqui son
idénticas, puede parecer raro que sea yo, Lola, quien lleve el hilo de esta
historia, pero el Búho Bizco estaba en aquellos momentos en pleno arrebatador
debate sobre quien había sufrido más y mejor en la mili.
-
Pues yo en Cerro Muriano hacía marchas de ciento cincuenta kilómetros
con una mochila de ochenta kilos de peso, pues el capullo del sargento mayor me
tenía manía – Exponía Jota.
-
En España sois unas pobres bailarinas en comparación con el
tratamiento que nos daba el antiguo régimen maoísta de mi país – Alegaba Goran
– A mí me hicieron ir andando hasta Pekín, con un cañón al hombro ¡Y descalzo!
-
¿Y tú inspector? Seguro que la hiciste enchufado en oficinas, o en la
PM
-
Tienes razón, la hice en la PM, la plana mayor, como conductor y ahora
que hace poco que pasó el aniversario del 23-F, algún día la democracia tendrá que agradecerme lo que hice por ella y que se
mantenga en España.
Pues sí, (soy Lola de nuevo) lo
que todos temíamos sucedió, el inspector tomó las riendas de la conversación y
apurando el güisqui que tenía frente a él, se puso a hablar.
Madrid, Congreso de los Diputados, 23 de
Febrero de 1981, 18,22 horas
Teniente Coronel Tejero dirigiéndose a los
diputados:
-
Esperaremos pues a la “autoridad competente” que será la que tenga que
determinar lo que tenga que ser.
Acuartelamiento de E.G. Plana Mayor del
Regimiento, barracón dormitorio de la tropa, 18,30 horas
-
¡Hontanares! Tres a grande, cuatro a chica y cinco a pares.
Ya eran míos, los tenía entre la espada y la
pared, si no aceptaban los envites nos saldríamos de puntos, y si osaban echar
un órdago, también les ganaríamos, mi compañero de partida y de servicio,
Estevez, me acababa de pasar la seña de tres ases, sumados a mis tres reyes la
partida era nuestra, el fin de semana nos libraríamos del servicio y serían ellos
los que estarían pringados. Pero no contaba yo con mi perra suerte, por los
altavoces de la cantina se oyó la maldita voz metálica que nos chafaban todos
los planes.
-
Conductor y escolta de servicio, acudan al Cuerpo de Guardia.
-
¡Salvados por la campana! – Gritaron al unísono nuestros rivales.
Salimos disparados hacia el Seat 131 que
teníamos asignado en cocheras, mascullando nuestra venganza y echando pestes
del maldito mando militar que a esa hora requería de nuestro servicio. En la
puerta del cuerpo de guardia, de pié, nos aguardaba el general G. se le notaba
impaciente mirando el reloj mientras nos acercábamos.
-
A Madrid, al Congreso de los Diputados.
-
¡A la orden de vuecencia!
Me lo imaginaba, esta noche comeremos la cena
fría, no nos iba a dar tiempo de volver a tiempo, ser conductor, a veces no era
ningún chollo.
Enfilamos la carretera a Madrid, en aquella
hora atestada de vehículos en plena hora punta de trabajadores de regreso a sus
domicilios, este hecho le puso aun más nervioso al general, incesantes sus
miradas hacia el reloj de pulsera.
-
¿No hay manera de atajar? Tengo mucha prisa.
-
Mi general, a quinientos metros está el desvío de la carretera de El
Pardo, está algo bacheada, pero nos ponemos en Puerta de Hierro en un instante.
-
Pues venga, no te lo pienses.
No era mi camino favorito, una carretera
estrecha y casi sin señalizar, con un asfalto añoso con bastantes baches y
remiendos, pero sobre todo por todo esto, muy solitaria, también tenías que
tener mucho cuidado con los ciervos que campaban por el monte y que te podías
encontrar al final de una curva. Con todo esto, lo peor que puede pasar,
pasará.
El motor comenzó a ratear y a perder
potencia, hasta que al final se paró, con la inercia que conservaba, detuve el
coche fuera de la carretera entre dos chaparros y le dije al general:
-
Lo siento mi general, pero tenemos avería.
-
¡Vaya por Dios! ¡Y con la prisa que tengo! ¿Ahora qué hacemos?
-
No se apure mi general, a pocos kilómetros está el pueblo de El Pardo
y desde allí telefonearé al regimiento para que nos manden el coche de respeto.
-
¡Pues venga apúrense!
Madrid, Congreso de los Diputados, 23 de
Febrero de 1981, 21,05 horas
-
Tejero ¿Cómo va todo? ¿Ha llegado ya el elefante blanco?
-
¡Qué va! Por aquí aún no ha llegado nadie, estoy harto, esta situación
es difícil de sostener.
-
No te preocupes, ya sabes que yo no flaqueo, tengo Valencia controlada
con los tanques en la calle, esto está hecho, ten un poco de paciencia.
-
¡A sus ordenes mi general!
Barrio de El Pardo (Madrid), 21,15 horas
-
Mira, macho, una casa por fin.
-
Déjate de coñas, eso es un puticlub ¿Acaso no ves que hay una bombilla
roja encima de la puerta?
-
¡Ostras! ¿Y ahora qué hacemos?
-
Pues pasar, so panoli.
Así lo hicimos, abrimos la recia puerta de
madera y entramos en un mundo desconocido por lo menos para mi, supongo que
también para Estevez, pues parecía tan pardillo como yo en estos asuntos.
Luego, y solo por motivos profesionales, que conste, me introduje en cientos de
umbrales parecidos a este. Una luz tenue alumbraba el interior, donde en una
larga barra enfrentada a varios taburetes y sentados en ellos varias señoritas
fumaban mientras meneaban la cabeza al compás de la música que un juke-box
escupía disonante “Lady Laura” de Roberto Carlos. Al vernos entrar, una
conmoción sacudió el lugar, todas y cada una se relamieron, no sé si para
resaltar el rouge de labios o pensando en la presa que se les avecinaba. La más
cercana a la puerta aprovechó la cercanía a nosotros para espetarnos:
-
Hola guapos ¿Venís a desfilar? Cuando queráis nos ponemos firmes.
-
Buenas noches señora, hemos tenido una avería, necesitaríamos un teléfono
para hacer una llamada.
-
Acompáñame, la cabina la tengo arriba.
Me cogió de la mano y me hizo acompañarla
escaleras arriba, a mi me extrañaba todo mucho, pero no tenía mucho mundo por
entonces y pensaba que todo era normal, aunque me extrañó cuando de un armario
del pasillo ella recogió una toalla, abrió entonces una puerta y me hizo entrar
en una habitación en la que a primera vista no encontré ningún teléfono.
Madrid, Congreso de los Diputados, 23 de
Febrero de 1981, 23,17 horas
-
¿Pero esto qué es? Todo se ha ido al carajo.
-
Seguro que es una traición, a mí el general G. me juró que se iba a
poner al frente de todo el operativo.
-
Pues ya lo has visto, al final se ha echado para atrás el muy cobarde.
-
Se acabó, a ver que hacemos ahora
jajaja....¡qué país!, salvamos la libertad gracias a las putas. Enorme.
ResponderEliminarSobre lo de las historias de la mili, pues oye como que no acabo de creerme la de Goran. Las otra, fijo que seguro.
Un abrazo
es la letra pequeña de la historia la que hace más humanos a los personajes de opereta y este vericueto tuyo moló mucho, muy visual toda la acción tan entre-tenida
ResponderEliminarsaludos blogueros
Hola J.A.
ResponderEliminarEntre meretrices anda el juego el tiempo pone a todos en su debido lugar siempre y cuando se conozca toda la verdad fuera de los cauces oficiales je,je,je.
Un fuerte abrazo.
No me olvido de ti solo que llevo días ocupadisimo organizando una quedada de blogueros, entre otros asuntos...
A ver si abaratan el AVE y me puedo apuntar
EliminarJosé Antonio, veo que no has perdido tu refinada prosa, y eso que ya no vas al Dani a recibir mis clases, je,je.
ResponderEliminarLa próxima quedada te llamo.
Un abrazo.
Pedro Zorro Corredero
jajaja
ResponderEliminarlas mujeres y su astucia, el dinero, el interés, la inexperiencia de ellos... conforman nuestra historia. Siempre es un placer leerte. Tus frases cortas y directas, el lenguaje claro y sin enredo y las enfermedades de transmisión sexual hacen tu historia muy divertida y que enganche desde el principio.
un fuerte abrazo amigo.
:))
Jejejeje, que suerte, yo creo que mereció la pena el mes de calabozo. Es cierto, vaya aburrimiento las conversaciones sobre mili. Besos.
ResponderEliminarjajaja muy divertido tu relato Jose Antonio, muy buena esta otra versión del 23F y es que a veces, un pequeño (o gran) detalle puede dar giros totales a la historia ... Un beso y Feliz tarde-noche del Dia del Padre,
ResponderEliminarSiempre es un placer leerte aunque sea de vez en cuando jejeje, se aprende mucho contigo, un abrazo fiera :)
ResponderEliminarEl destino es muy caprichoso, a veces es una avería, a veces un voto y a veces una bala perdida. Gran relato. Un abrazo.
ResponderEliminarbuenas noches, campeón! yo no hice la mili, pero he escuchado algunas de estas historias. Ninguna como la tuya.. una versión mejorada del 23F q, como siempre, no defrauda.
ResponderEliminarAbrazos miles
Me alegro por la falta de latigazo; realmente es bastante molesto e incómodo.
ResponderEliminarun abrazo amigo.
:))