Todos estaban de acuerdo, después de las fiestas de verano,
el encendido del alumbrado navideño era el mayor acontecimiento en la ciudad. Y
por eso se puso sus mejores galas, comenzando por sus joyas, los pendientes de
platino regalo de pedida, las ajorcas de oro herencia de su abuela y su más
preciado tesoro: el collar que fue pasando de generación en generación desde
los tiempos de María Antonieta, hasta lucir hoy en su cuello. Además llevaba el
vestido de gasa de Dior, un poco atrevido pues casi se transparentaba, pero con
el dinero que le costó, era el mejor día para lucirlo.
Miró hacia abajo, la plaza mayor estaba abarrotada, incluso
en la grupa del caballo de bronce del prócer que adornaba el centro de la
plaza, varios adolescentes se encontraban encaramados. Sonrió con satisfacción,
su imagen tenía tirón. Tras tres años de mandato, el gobierno de la alcaldía no
le había pasado factura. La oposición no podía presentar ninguna mácula en su
trayectoria como regidora.
Pero el destino a veces es muy cruel, todo eso se le iba
viniendo a la mente con una claridad manifiesta. Tenía razón la canción que
aprendió de joven cuando estudiaba en un internado en Devonshire que decía:
Por un clavo se perdió
una herradura,
Por una herradura se perdió
un caballo,
Por un caballo se
perdió una batalla,
Por una batalla se
perdió el Reino.
Y todo por el clavo de
una herradura.
Todo por una concatenación de hechos que parecían baladíes.
¿Por qué el balcón del ayuntamiento tenía una verja de estrechos
barrotes que dejaban ver todo lo que había detrás?
¿Por qué había ordenado poner una pantalla gigante de
televisión para que desde todos los lugares de la plaza se pudiera ver en
primer plano su persona?
¿Qué le impulsó a pasar esa tarde por el mercadillo de
Navidad?
¿Por qué tuvo que escaparse de su séquito y así a hurtadillas,
comprar en un puesto el nuevo modelo de bragas rojas de Navidad, que hacia furor este año?
¿Por qué tuvo el antojo de nada más llegar a la casa
consistorial, meterse en un aseo y ponérselas?
¿Por qué, precisamente hoy, después de un mes sin llover,
llovió esta tarde a raudales?
¿Por qué el técnico de sonido fue poco cuidadoso y dejó a la
intemperie el material?
¿Por qué por todas dos circunstancias le dio un calambrazo?
¿Por qué precisamente este año el modelo de bragas de Navidad
que estaba de moda llevaba varias luces led componiendo la frase” Feliz
Navidad, aquí está tu regalo”?
¿Por qué por culpa del paso de la corriente, las luces de la
braga se pusieron a lucir rabiosamente?
¿Por qué el torpe de la cámara estaba despistado y en vez de
enfocar su busto, estaba enfocando la parte inferior de su cuerpo, mostrando a
toda la concurrencia a través de las pantallas, el inoportuno eslogan?
En junio de 1967 Barbra Streisand en un concierto en Central
Park, se puso a cantar “Silent Nigth”
siempre he querido emularla y nada mejor
que escribir un cuento de Navidad en agosto.
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