Recuerdo hasta el día de
hoy los verdes campos de Alameda.
Íbamos subiendo por la
carretera nacional en un viejo Seat Panda, cantábamos nuestras canciones a todo
grito y de vez en cuando nos mirábamos arrebolados. El amor nos embargaba y me
hacía hervir la sangre, lo que se reflejaba en mi rostro. A la altura de
Lozoyuela ya nuestras voces quedaban roncas, pero no importaba pues éramos muy
felices.
Tú y yo y un perro
llamado Kiko.
Al llegar a la casa del Pueblo
nos desparramábamos por el campo y al ver esa grandeza de paisaje nos abrazábamos
y nos fundíamos en un beso. Kiko sonreía, no se sabe si por estar en el campo o
de vernos tan felices. Paseábamos por la ribera del Lozoya y en los chopos,
bajo el muérdago, nos deteníamos a darnos un beso.
Tú y yo y un perro
llamado Kiko.
Nuestros viajes hicieron
historia. En París se reafirmó nuestra leyenda, en el muro de los je t’aime te
dije que te amaba 311 veces en 250 idiomas, por la noche nos besamos bajo la
Torre. En la cama, sobre las cenizas de Napoleón, nos amamos sin parar.
Tú y yo y un perro
llamado Kiko (aunque en este viaje no estuvo)
Escocia disfrutó de
nuestra presencia. Al aterrizar en Aberdeen me bebí tus lágrimas de alegría. Un
Ford Fiesta nos llevó haciendo un círculo donde las maravillas se sucedían.
Leslie y sus pajarillos nos despertaban por la mañana con sus trinos. Sí, Leslie
trinaba pues no entendíamos cuando nos hablaba en inglés.
Tú y yo y un perro
llamado Kiko (aunque en este viaje tampoco estuvo)
Los nubarrones no
pudieron con nosotros. Ruptura con mi antigua vida y un par de años de
problemas de salud. Un día abrí los ojos y en una sala blanca estabas tú, te
tomé la mano y no la quise soltar, me sentía vulnerable sin el calor que
irradiaba.
Tú y yo y un perro
llamado Kiko.
Una nueva aventura nos
llevó de nuevo a Alameda. Juntamos a la familia y a pesar de la pandemia, nos
volvimos a reunir en nuestro árbol y allí bajo el muérdago juramos recorrer
quinientas millas e incluso quinientas millas más si hiciera falta para reunirnos.
Tú y yo y un perro llamado
Kiko
Las cosas siguen sin
cambiar, somos felices y comemos pulpo. Viajes, paseos por la ciudad, una más
en la familia. Toda la vida por delante, tenemos dieciocho años, locuras de amor,
juegos de juventud, nada nos detiene.
Tú y yo y un perro llamado Kiko y una perra llamada
Wanda.
Gracias Lobo por la canción.
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