Un, dos, tres, cuatro; media vuelta, cinco seis siete, ocho, media vuelta. Así con paso pausado y marcial desfila por su zona de vigilancia, una y otra vez, con una monotonía ad nauseam. No importaba, ya nada importaba, la vida no tenía sentido.
En las guardias eternas, veinticuatro horas que se alargaban como un siglo, los pensamientos vuelan como las aves, nadie con quien hablar, ni en el cuerpo de guardia ¿Para qué? No tiene solución, es un triste pavo real derrotado y desplumado, alguien a quien sólo el que le pudieran compadecer, le heriría aún más el roto corazón.
En este fin de siglo que se avecina, su futuro era de lo más preclaro, la amenaza de guerra contra Estados Unidos, por el conflicto de Cuba, provocaba una situación en la que el ascenso en el escalafón podía impulsarle a una vida grata, llena de aventuras, actos heroicos y reconocimiento publico.
¡Quien lo hubiera pensado cuando abandonó aquel poblachón de donde procedía! Siguiendo el sueño de su padre, un ganadero con más ínfulas que tierras, que veía para su hijo en la carrera militar, una manera de destacar ante los demás terratenientes y poderes públicos de la comarca, quien sabe, a lo mejor su vástago se convertiría en un futuro no muy lejano en el gobernador militar de la provincia, lo que le daría una preeminencia especial en el casino, los demás socios ante su presencia, se verían obligados a plegar el periódico a su paso y levantarse de sus butacas.
Nada ni nadie le dijo que en aquella academia sería uno más, el dinero invertido con esfuerzo por su padre en traerle allí, no le serviría de mucho, pues allí se encontró con otros jóvenes, incluso con mayores posesiones terrenales, acostumbrados al dominio de seres inferiores en su escala, edecanes y siervos pululaban por las habitaciones atendiéndoles, atentos a sus deseos.
Las tardes de paseo, cientos de gallitos con ros emplumados y uniformes recién planchados, llenaban las alamedas, pavoneándose al paso de cualquier dama, estas, coquetas, hacían girar sus sombrillas, de tal forma que el camino parecía sembrado de semillas de diente de león a punto de elevarse volando.
Para el fue el día más luminoso de la primavera, o eso le pareció al verla, iba acompañado de una ama, que le iba reprendiendo de vez en cuando, por su pícara sonrisa que repartía con prodigalidad, a la que iba acto seguido una bajada de mirada y un dulce parpadeo parecido al aleteo de los gorriones que la sobrevolaban.
Al verla, se ruborizó hasta la raíz del cabello, un calor seco le subió por las mejillas, supo en ese mismo instante, que no podría vivir sin estar a su lado para siempre, todos los días y todas las horas de su vida no valdrían nada, sin estar junto a ella, esto le infundió un valor excelso, por lo que osó acercarse a ella.
- Buenas tardes señorita. – Dijo galante, acercándose la mano derecha a la visera del ros.
- ¡Pero habráse visto tal desvergüenza! –Exclamó horrorizada la ama. –Márchese si no quiere que le dé un bastonazo. ¡Hasta aquí podríamos llegar! ¿Dónde se ha visto que se pueda dirigir a una dama sin haber sido presentados?
A pesar de lo desfavorable del acercamiento, todo le supo a gloria al observar, como ella se había llevado su enguantada mano a la boca para intentar ocultar la más bella sonrisa que hasta entonces había contemplado, su corazón latía atropelladamente y sólo fue capaz de balbucear una disculpa que en absoluto sentía.
A partir de entonces, todas las tardes que no se hallaba de servicio, se encaminaba al mismo sitio de la alameda a esperarla, allí la seguía a cierta distancia provocando un juego de miradas y sonrisas que ella a duras penas lograba ocultar con su abanico, antes que un recio tirón de su ama, la hiciera volver a situar la vista al frente.
Mes a mes, ese era su alimento espiritual, su alma se sentía satisfecha con sólo esta ración de amor, para el era más que suficiente, a pesar que por la noche en su catre, elucubraba mil y una maneras de acercarse a su padre y pedirla en matrimonio, pero sabía que aquel momento quedaba lejano, un triste cadete no era nadie a la hora de sustentar una familia, por lo que el rechazo paterno estaba asegurado, debería esperar a graduarse y obtener un ascenso en alguna escaramuza en algún remoto y perdido lugar de Marruecos.
Pero como nada es eterno, un día el cielo se hundió bajo sus pies, después de cruzarse con ella en la alameda un día que la notó más seria que de costumbre, vio como dejaba caer a su espalda un billete que él se apresuró a recoger, lo desenvolvió y con primorosa caligrafía, ella le pedía que la olvidara para siempre, su padre la acababa de comprometer con un capitán que acababa de llegar de las colonias, cargado de laureles y además pertenecía a una de las familias con mayor raigambre en la ciudad, además de poseer vastas y numerosas propiedades.
Ya concluye su guardia, uno, dos, tres y cuatro, media vuelta, cinco, seis, siete y ocho, se detiene y del cinturón saca su pistola.
A este soldado sin nombre le faltó valor. Un soldado español...quite lo de soldado: un español, y afino más, un hombre de bien no se mata por perder a su enamorada. Lucha por ella.
ResponderEliminarMás le valdría haber retado a su adversario en el campo del honor. A muerte.
Ya sé que queda anticuado, pero qué quieres, soy del siglo pasado.
Un abrazo. Feliz año
Hola José Antonio.
ResponderEliminarPobre cadete rendido al enemigo antes de la batalla. Me ha recordado un compañero de servicio militar que murio en la garita haciendo guardia... se le disparo el CETME haciendo guardia (por accidente eso nos dijeron)de aquel trágico inccidente la garita paso a estar arrestada y allí no se hacían guardias, de esta manera nunca había vigilancia parece que por aquel lugar los "malos" que tuvieran intención de asaltar el cuartel nunca lo harían. En cambio las guardias seguian en las otras garitas, no fuera que por allí si quiseran entrar.
Un abrazo.
¡FELIZ AÑO 2011!
Triste desenlace para una lo que podria haber sido una bella historia de amor. Me ha gustado mucho "una bajada de mirada y un dulce parpadeo parecido al aleteo de los gorriones que la sobrevolaban" Un abrazo y feliz 2011.
ResponderEliminarEso es amor...aunque quizás debería de haberla secuestrado e ir a vivir juntos en pecado su amorosa pasión. Lástima que acabara de ese modo.
ResponderEliminarBonito relato Jose Antonio, un besote enorme.
El amor y la impulsividad no son buenos compañeros, una pena pero un gran relato. Un abrazo y Feliz Año 2011.
ResponderEliminarqué tal, amigo?
ResponderEliminarobservo ciertos cambios en tu blog, acordes al nuevo año q comienza. Eso sí, sigues fiel a tu estilo y calidad.
Felicidades (por eso y cómo no, por el estreno del 2011)
un abrazo
estoy en tu blog, ahora termino de leerte...
ResponderEliminarvaya final inesperado!!
ResponderEliminarEs muy bello, sobre todo porque está basado en hechos reales, la noticia del La Correspondicia así lo confirma. También quiero creer que esta actitud forma parte del pasado. Que en la segunda década del s. XXI una mujer decide con quien estar, sin intereses o tal vez si... pero es ella la que elige, no su padre. Y que cada vez se producen menos suicidios por amor, tal vez por otros asuntos más trascendentales o no.
Gracias por tus comentarios.
(no estoy deprimida, de veras... es solo que ha coincidido que los últimos seudocuentos o lo que sea... han resultado bastantes turbios y oscuros. Escribiré sobre algo más animoso y valiente).
Un abrazo y gracias por tus visitas.
Muy buen relato. Me gustó el final, y me gustó porque no es el típico final feliz jajajaja.
ResponderEliminarBesossss.
Creo que debes estar de vacaciones de ahí que estes un tanto relajado... ya nos contarás o no...
ResponderEliminarhasta tu vuelta.