Todavía
recuerdo cuando vi a Inma con los ojos rojos, arrasados en lágrimas, no
necesité que me dijera nada, su triste mirada lo decía todo, ella había sido
comisionada por la familia para buscarte entre todos los cuerpos que aguardaban
una identificación cierta por parte de un familiar. En ese momento supe que nos
habían arrebatado una buena persona, que nunca te íbamos a ver.
La
plataforma de MRW era lo más parecido al reino de la injusticia que conocía
jamás, unos seres odiosos trabajaban allí buscando entre los mensajeros que
íbamos a retirar la mercancía para el reparto, cualquier nimia falta para
ponernos una sanción, en mi caso no me terminaba de preocupar, pues las multas
las pagaba mi jefe, pero había otros franquiciados que devengaban las multas de
los salarios de los sancionados.
Todos menos
uno, ese era Roberto, alguien con quien se podía conversar, si tenías algún problema
te ayudaba e incluso si por algún casual se te había olvidado la chapa
identificativa, te avisaba para que volvieras a la furgoneta.
Casualmente
su madre vivía en mi barrio y algunas veces le recogía cuando terminaba su
jornada y lo acercaba hasta allí, me hablaba de su mujer y lo que costaba
amueblar el piso y lo lejos que trabajaba la pobre, pues tenía que tomar el
cercanías todos los días.
Precisamente
ese 11 de Marzo lo tomó junto a ella, al parecer había tenido problemas con una
gentuza y tenía miedo, Roberto no me imagino cómo podría defenderla pues otro
golpe de su vida le llevó casi todos los dedos de las manos, dejándole los
justos para poderse manejar mínimamente en su vida, pero lo hacía con toda la
naturalidad del mundo.
Pero lo que
sé que nunca perdonaré es a quienes apagaron la vela de vuestra vida de un
soplo, ni a las malas personas que regían la empresa de mensajería MRW, que
mientras España entera lloraba, mientras Madrid estaba en la calle protestando
por la sinrazón, todos los trabajadores de MRW no pudimos hacer otra cosa que
seguir trabajando pues los cobardes franquiciados tampoco fueron capaces de
cerrar al igual que lo hizo toda España. Aún recuerdo la calle Seco totalmente
apagada sin más luz que la que salía de nuestro local, no importaba nuestro
dolor ni nuestra indignación, allí había un sinvergüenza que nos obligó bajo su
indignidad a estar allí esperando nada, pues nadie estaba trabajando.
Hoy
Roberto, he estado en el hortera, horroroso y chapucero monumento de Atocha,
como siempre las autoridades dando la nota. Pues bien, allí he visto tu nombre
entre todos los nombres de aquellas personas cuyo único delito fue estar en un
tren para ir como todos los días a trabajar en paz, una paz que nos quieren
hacer creer que nos quitaron cuatro chalados y que nadie se lo cree más que los
mentirosos que nos quieren hacer partícipes de su embuste.
Roberto,
nunca te olvidaremos.
¡Hola José Antonio! Me parece abominable y fuera de razón este tremendo crimen que cometieron no se sabe muy bien quiénes. Lo cierto y verdad es que pagaron los más inocentes, como tantas otras veces. Con este tipo de acontecimientos te das cuenta que no somos nadie, que estamos a merced del capricho de unos criminales sin escrúpulos que no reciben castigo alguno o suficiente, ni tienen remordimientos de conciencia. Es totalmente injusto que tengamos que morir porque unos desalmados lo decidan y, lo peor, es que no podemos hacer nada por evitarlo.
ResponderEliminar¡Que tengas una buena semana! ¡Un beso!
Gran homenaje a Roberto y todas las personas que fallecieron por las explosiones de las bombas en los trenes de cercanías de Madrid. NO podemos olvidarnos de todas las víctimas y del gran dolor que sufrimos ante tal horror. Pero lo que no entiendo es que haya personas que aún no tengan claro quien puso las bombas, por qué lo hicieron y cómo manipularon la información para beneficio propio...
ResponderEliminarun fuerte abrazo
Que relato imensamente intenso... muito bom!
ResponderEliminarBeijo, precioso.
Cuántas historias para contar nos dejaron pobrecitos inocentes como Roberto. Y qué triste realidad de la vida que suelen pagar justos por pecadores. Le has hecho un bonito homenaje, me sumo. Un abrazo.
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