Estaba en la cocina preparando la comida de mañana, o eso intentaba, mis
conocimientos culinarios no dan para mucho. Volví mi mirada hacia atrás pues sentí tu presencia, pero me equivocaba, no sé porqué creí que
estabas tras de mí a punto de darme un abrazo, de esos que bien sabías
darme, de esos que me hacían estremecer de cabeza a pies, de esos que me
hacían sentirme protegido, de esos que me daban un calor interior, en
fin, de esos que me decían que siempre estaríamos juntos.
Ahora subo por el ascensor de El Corte Inglés, no soy capaz de subir por las escaleras mecánicas sin que se me escapen las lágrimas, allí fue donde me diste tu mejor abrazo, me cubriste el cuello con tus brazos y me dijiste al oído que yo era lo mejor que te había pasado en la vida. Creo que no toqué le metal de la escalera, subí flotando.
Tú te quejabas de los míos, no eran tan sentimentales, siempre se me iba la mano, no me conformaba con rodearte la cintura, siempre mis manos procaces buscaban más arriba o abajo, curvas u oquedades donde posarse. Qué se le va a hacer, así es la condición humana.
Hace pocas fechas hizo una década que me diste el más sentido, casi doloroso. Habías viajado toda la noche sin saber si tendrías que teñir de luto tu alma. Te vi entrar desbocada en la sala del hospital donde unos cables me sujetaban a la vida, me rodeaste evitando los cables y tus lágrimas me abrasaron el cuello.
Ahora mi cuello está huérfano, ya no siento ninguna caricia ¿Qué será de mi cuando termine el invierno y no pueda llevar bufanda?
Ahora subo por el ascensor de El Corte Inglés, no soy capaz de subir por las escaleras mecánicas sin que se me escapen las lágrimas, allí fue donde me diste tu mejor abrazo, me cubriste el cuello con tus brazos y me dijiste al oído que yo era lo mejor que te había pasado en la vida. Creo que no toqué le metal de la escalera, subí flotando.
Tú te quejabas de los míos, no eran tan sentimentales, siempre se me iba la mano, no me conformaba con rodearte la cintura, siempre mis manos procaces buscaban más arriba o abajo, curvas u oquedades donde posarse. Qué se le va a hacer, así es la condición humana.
Hace pocas fechas hizo una década que me diste el más sentido, casi doloroso. Habías viajado toda la noche sin saber si tendrías que teñir de luto tu alma. Te vi entrar desbocada en la sala del hospital donde unos cables me sujetaban a la vida, me rodeaste evitando los cables y tus lágrimas me abrasaron el cuello.
Ahora mi cuello está huérfano, ya no siento ninguna caricia ¿Qué será de mi cuando termine el invierno y no pueda llevar bufanda?
Depois do inverno, a vida continua e... lembre-se que você está vivo e tem um mundo pela frente para ser vivido!
ResponderEliminarBeijos, precioso