domingo, 14 de abril de 2013

En blanco




No podía creer en mi buena suerte, por fin un caso que si fuera capaz de resolver, me encumbraría, me pondría en el “candelabro” Sofía Mazagatos dixit, mi fama subiría como la espuma, me pondría al nivel de otros ilustres investigadores, como Hércules Poirot, Sherlock Holmes e incluso como el mismísimo Plinio de Tomelloso. Solo había que esperar que la bola de la ruleta se parara en mi casilla, ¡bingo!

En la puerta del templo, el subinspector Del Río tomaba notas y controlaba que no se colara ningún curioso.

-      ¡Caramba, inspector! Llevo un buen rato llamándole y he pasado orden a todas las patrullas que lo localizasen.

-      Efectivamente. – Contesté – ahora es relativamente complicado encontrarme.

Antes era muy fácil hacerlo, no había más que buscarme en el Búho Bizco, indefectiblemente allí me encontrarían, acodado en la barra, sentado en un taburete. Pero ¡ay de mí! Un aciago día lo encontré cerrado y nadie supo darme razón de la gente que alegraba mis momentos muertos, cuando no tenía ni un triste crimen que resolver. Puse a trabajar toda la maquinaria policial, pero no conseguí más que leves rumores sobre su destino. Se comentaba que Jota, el dueño del Búho Bizco, se había retirado con Margarita Ricchi a un pueblo próximo a Alicante, y de Lola -¡Ay mi Lola! – No se sabía nada, era como si se la hubiera tragado la tierra, como si fuera la actriz secundaria de una novela y el autor la hubiera suprimido de un plumazo. Ya había sucedido anteriormente con dos personas cercanas al Búho, el anterior dueño, Thomas Garrafón, se había esfumado de la noche a la mañana traspasando antes de partir el local a Jota. También se esfumó un albanokosovar de nombre Goran, cuyo expediente de la Interpol era de lo más enjundioso, los últimos contactos con el databan de un par de años por la zona de Marbella.

No conseguí nada más, sabía que encontrar a Jota, me daría la llave para resolver el enigma, mientras tanto arrastraba mis osamenta por bares donde después de beberme el güisqui que me vendían, deseaba de corazón tirar la placa y sacar mi arma reglamentaria y no dejar bicho vivo.

Pues bien, allí me encontraba yo, la noticia había corrido como la pólvora en los mentideros de la capital: Francisquín el hijo de la famosa tonadillera “la Trampantoja” viuda a su vez del afamado banderillero “Curro patillas de hacha”.

El lugar, la iglesia del Santo Niño del Remedio, muy cerquita de la Puerta del Sol.

-      ¿Se sabe el porqué de su presencia en el templo? Le hacía más de discotecas que de iglesias al chavea. – Pregunté a mi segundo.

-      Al parecer estaba entrenando para la procesión de Semana Santa, al parecer, con el cuerpo “pelotilla” que había echado, ya no estaba por la labor de llevar pasos grandes, y claro, al Niño del Remedio no hay que echar muchos arrestos para auparlo y pasearlo, es lo que tienen las imágenes “mini”.



-      ¡Qué curioso! Y dime ¿Cómo murió?

-      Un único disparo en la base del cráneo, hemos encontrado el casquillo. El arma, una Walter PPK calibre 7,65, como la de James Bond.

-      Y la que utilizó Hitler para suicidarse, listillo. –Apuntillé ufano.

-      No lo sabía inspector. – Reconoció bajando la mirada

-      Por eso soy inspector y tú no. En fin, salgo disparado a interrogar a la madre antes de que la prensa colapse la zona.

Esto prometía, no era un crimen del tres al cuarto, ni era un atraco que salió mal, además podría conocer a la reina de las folclóricas, ahora en horas bajas tras su “affaire” con el alcalde de Marfea, Julián Gil y Gil, un feo asunto que ha emborronado muchas páginas judiciales y de papel “couché”.

Como ya he dicho antes, el Búho Bizco se encontraba cerrado, por lo que mi ingesta de alcohol se había reducido e incluso suprimido los más de los días, por lo que era capaz de moverme por la ciudad en mi propio vehículo, mi eficaz Seat Panda de color blanco, lo que me permitía poder aparcar siempre de manera cercana a mis destinos, aunque el desplazamiento se demoraba un poco, el “reprise” era algo tardo, pero no se pueden pedir peras al olmo, digo yo.

A pesar de mi rapidez en acercarme, la zona estaba ya tomada por los periodistas, la puerta del chalet “mi calorra” era un hervidero de cámaras y micrófonos, periodistas, ya se sabe, vi pocos, casi todo era morralla.

Utilicé los codos y me abrí paso hasta la puerta flanqueada por dos agentes de uniforme que me saludaron al pasar.

Una vez dentro, la vi en el salón, descompuesta, transida de dolor, la pobre, como aquel día de Pozonegro donde perdió su primer amor.

-      Como admirador suyo antes que policía, la acompaño en su dolor.

-      ¡Ay mi pequeño del alma, con su piel de canela! Marinero de luces cruzó la bahía, huy, perdón eso era del otro.

-      La entiendo perfectamente, la ruego me disculpe, pero me hallo en la obligación de propinarla unas preguntas.

-      Propíneme usted, no se corte, pero siéntese en el sofá, disculpe que haya bolsas de basura, es que con el disgusto no he podido ir al banco.

-      ¿Sabe si su hijo tenía algún enemigo?

-      ¡Por Dios! ¿Quién podría odiarle? Era tan entrañable, tan trabajador, tan cariñoso. El otro día mismamente, me dijo: Mami, voy a trabajar en la tele, saldré media hora y cinco minutos ¡estaré de pié! Además tenía en proyecto salir en la película Torrente 56 El codo hijodeperra de la ley.

-      Una terrible pérdida sin duda alguna. Y con sus exnovias ¿Qué tal se llevaba?

-      De fábula, la mitad están colocadas en Sálvame.

-      ¿Y la otra mitad?

-      En el Sálvame de Luxe.

-      En fin aquí tiene mi tarjeta, no dude en llamarme si se le ocurre cualquier cosa (mira que me gustaba decir esta frase, que conste que es original mía)

-      Como usted diga inspector ¡Ayyyyy que pena!

Justo en aquel momento el teléfono móvil sonó, era el subinspector Del Río.

-      ¡Inspector!

-      Al aparato.

-      ¡Venga usted disparado! ¡Bombazo informativo!

-      Dispara ya, hombre de dios.

-      ¡Han asesinado a Caspillas! El portero del Mandril y de la Selección

Continuará…

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