jueves, 30 de diciembre de 2010

10 de Enero de 1894




Un, dos, tres, cuatro; media vuelta, cinco seis siete, ocho, media vuelta. Así con paso pausado y marcial desfila por su zona de vigilancia, una y otra vez, con una monotonía ad nauseam. No importaba, ya nada importaba, la vida no tenía sentido.

En las guardias eternas, veinticuatro horas que se alargaban como un siglo, los pensamientos vuelan como las aves, nadie con quien hablar, ni en el cuerpo de guardia ¿Para qué? No tiene solución, es un triste pavo real derrotado y desplumado, alguien a quien sólo el que le pudieran compadecer, le heriría aún más el roto corazón.

En este fin de siglo que se avecina, su futuro era de lo más preclaro, la amenaza de guerra contra Estados Unidos, por el conflicto de Cuba, provocaba una situación en la que el ascenso en el escalafón podía impulsarle a una vida grata, llena de aventuras, actos heroicos y reconocimiento publico.

¡Quien lo hubiera pensado cuando abandonó aquel poblachón de donde procedía! Siguiendo el sueño de su padre, un ganadero con más ínfulas que tierras, que veía para su hijo en la carrera militar, una manera de destacar ante los demás terratenientes y poderes públicos de la comarca, quien sabe, a lo mejor su vástago se convertiría en un futuro no muy lejano en el gobernador militar de la provincia, lo que le daría una preeminencia especial en el casino, los demás socios ante su presencia, se verían obligados a plegar el periódico a su paso y levantarse de sus butacas.

Nada ni nadie le dijo que en aquella academia sería uno más, el dinero invertido con esfuerzo por su padre en traerle allí, no le serviría de mucho, pues allí se encontró con otros jóvenes, incluso con mayores posesiones terrenales, acostumbrados al dominio de seres inferiores en su escala, edecanes y siervos pululaban por las habitaciones atendiéndoles, atentos a sus deseos.

Las tardes de paseo, cientos de gallitos con ros emplumados y uniformes recién planchados, llenaban las alamedas, pavoneándose al paso de cualquier dama, estas, coquetas, hacían girar sus sombrillas, de tal forma que el camino parecía sembrado de semillas de diente de león a punto de elevarse volando.

Para el fue el día más luminoso de la primavera, o eso le pareció al verla, iba acompañado de una ama, que le iba reprendiendo de vez en cuando, por su pícara sonrisa que repartía con prodigalidad, a la que iba acto seguido una bajada de mirada y un dulce parpadeo parecido al aleteo de los gorriones que la sobrevolaban.

Al verla, se ruborizó hasta la raíz del cabello, un calor seco le subió por las mejillas, supo en ese mismo instante, que no podría vivir sin estar a su lado para siempre, todos los días y todas las horas de su vida no valdrían nada, sin estar junto a ella, esto le infundió un valor excelso, por lo que osó acercarse a ella.

- Buenas tardes señorita. – Dijo galante, acercándose la mano derecha a la visera del ros.

- ¡Pero habráse visto tal desvergüenza! –Exclamó horrorizada la ama. –Márchese si no quiere que le dé un bastonazo. ¡Hasta aquí podríamos llegar! ¿Dónde se ha visto que se pueda dirigir a una dama sin haber sido presentados?

A pesar de lo desfavorable del acercamiento, todo le supo a gloria al observar, como ella se había llevado su enguantada mano a la boca para intentar ocultar la más bella sonrisa que hasta entonces había contemplado, su corazón latía atropelladamente y sólo fue capaz de balbucear una disculpa que en absoluto sentía.

A partir de entonces, todas las tardes que no se hallaba de servicio, se encaminaba al mismo sitio de la alameda a esperarla, allí la seguía a cierta distancia provocando un juego de miradas y sonrisas que ella a duras penas lograba ocultar con su abanico, antes que un recio tirón de su ama, la hiciera volver a situar la vista al frente.

Mes a mes, ese era su alimento espiritual, su alma se sentía satisfecha con sólo esta ración de amor, para el era más que suficiente, a pesar que por la noche en su catre, elucubraba mil y una maneras de acercarse a su padre y pedirla en matrimonio, pero sabía que aquel momento quedaba lejano, un triste cadete no era nadie a la hora de sustentar una familia, por lo que el rechazo paterno estaba asegurado, debería esperar a graduarse y obtener un ascenso en alguna escaramuza en algún remoto y perdido lugar de Marruecos.

Pero como nada es eterno, un día el cielo se hundió bajo sus pies, después de cruzarse con ella en la alameda un día que la notó más seria que de costumbre, vio como dejaba caer a su espalda un billete que él se apresuró a recoger, lo desenvolvió y con primorosa caligrafía, ella le pedía que la olvidara para siempre, su padre la acababa de comprometer con un capitán que acababa de llegar de las colonias, cargado de laureles y además pertenecía a una de las familias con mayor raigambre en la ciudad, además de poseer vastas y numerosas propiedades.

Ya concluye su guardia, uno, dos, tres y cuatro, media vuelta, cinco, seis, siete y ocho, se detiene y del cinturón saca su pistola.


viernes, 24 de diciembre de 2010

32 Razones para comprar este libro

Pero sobre todo la primordial es que uno de los relatos lo he escrito yo, hace unos meses me presenté a un certamen de relatos de terror patrocinado por esta editorial, aunque no gané el primer premio, me quedó como galardón el que mi relato y el de los otros treinta y un finalistas, entre novecientos participantes, quedara publicado en esta recopilación. Por lo que si os interesa el género de terror podéis hacer o haceros un regalo, esta es la reseña de la editorial para animaros. 

Entre estas páginas descubrirás relatos que invitan a sentarte en la primera fila de la escena del crimen; dramas humanos mezclados con dosis de ficción que dan como resultado historias inquietantes. Por sus párrafos pasean de puntillas seres fantasmales que vuelven para rendir cuentas, monstruos, zombis, canibalismo, asesinatos, figuras espectrales, susurros del infierno… que te harán reflexionar sobre el lugar donde confluyen la magia negra y la realidad, la existencia de posibles mundos paralelos o el peligro de las mentes enfermizas. Si eres de los que temen a la oscuridad, mejor no abras este libro; déjalo despacio donde lo has encontrado y vete. Pero si te gustan la intriga y el terror psicológico, has acertado.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Cuento la navidad

Maldita sea la gana que tengo yo de trabajar el día de nochebuena, pero claro, los chicos comen como limas viejas y la ropa por momentos se les queda pequeña. También da mucha envidia ver a toda la gente por la calle, feliz, disfrutando la fiesta, caminando despreocupados por la calle, algo achispados, los jóvenes incluso se atreven a cantar y a reír en voz alta, los veo en los pasos de peatones cruzar la calle tambaleantes algunos, otros bailaban alocadamente villancicos fuera de compás.

Hacen bien en moverse, me digo, el final de diciembre viene con un frío que avisa que el invierno vendrá crudo, no serán unas blancas navidades, pero las bufandas serán unas buenas compañeras.

Recorro Madrid sin orden ni sentido, ¿Qué sentido tiene recorrer Madrid dentro de un taxi? Voy y vengo siguiendo el rumbo que dictan los clientes, a veces quedo varado en alguna esquina estratégica, cerca de almacenes o cines de estreno. Hoy tengo cierta querencia a trabajar cerca de casa y miro el reloj con excesiva frecuencia, necesito que sean las ocho para volver con los míos.

Ramírez de Prado, la calle está solitaria, ya se nota que la gente se está recogiendo, cesan los cánticos, reina el silencio. Un anciano se tambalea en la acera, pierde el pié y cae al suelo, freno.

- ¿Se ha hecho usted daño? – Pregunto preocupado, pues la caída no fue muy limpia.

- No, no. ¿Quién es usted? – Balbucea el anciano por culpa del alcohol ingerido.

- No se preocupe, soy un taxista que le he visto caer al suelo, nada más. ¿Se encuentra usted bien? – Insisto.

- Sssi , nnno, no ssé. Déjame que ya me apañaré.

- ¿Vive usted lejos de aquí?

- A la vuelta en la calle Canarias.

- Pues venga, monte que le llevo.

- Es que ya no tengo más dinero.

- Nadie se lo ha pedido.

Con esta nueva mercancía, arranco el motor y le llevo a su casa, un edificio viejo como el tiempo, amenazado de expropiación por “la nueva Gran Vía”, otra nueva manera de especulación que se prepara en una zona olvidada por dios y los alcaldes, para transformarse en una zona residencial, ahora sí plena de equipamientos, donde no caben los antiguos pobladores del barrio.

Paro frente al portal y le ayudo como puedo a salir del taxi, llamo a la puerta y abre una viejita de pelo cano.

- ¡Ay dios mío, que desgracia! Siempre igual, hasta el día de nochebuena me vienes borracho. –Se lamenta frotándose las manos, llorosa.

- No se preocupe señora, se ha caído en la calle, pero no le ha pasado nada.

Entre los dos, con gran trabajo, introducimos al anciano en su casa, donde lo acomodamos como podemos en el sofá, la anciana se vuelve hacia mí con unos enormes y dulces ojos negros y me pregunta:

- ¿Qué te debo, hijo?

- Por dios, señora, nada de nada, estas cosas no se hacen para cobrar.

- Que dios te bendiga hijo, pero entonces… por lo menos tómate una pasta.

Y saca de la alacena un viejo plato de loza donde apenas tres pastas y un polvorín, intentan dar un aire navideño y de aguinaldo a una casa marcada por la vejez y el desánimo.

Salgo de allí y me monto en el taxi, miro la hora y descubro que por fin es hora de cerrar el negocio y volver a casa, como no estoy lejos, enseguida llego, aunque tardo un poco más de lo normal en aparcar, pues la gente ya está cobijándose en sus casas, entro por fin, doy un beso a mi amor y a mis hijos y veo que mi padre, vivo por aquel entonces, dice:

- Ya estamos todos



Desde aquí os deseo a todos Felices fiestas, lástima no tener más imaginación para exponer mis mejores deseos para todos.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Conflicto familiar

Buenas tardes, de nuevo de visita por el cementerio, enjúgate esas traidoras lágrimas de cocodrilo, a mi no me engañas, sabes muy bien que la vida pasada de las almas que moran aquí, las conozco como si las hubiera vivido, deja esas flores en un rincón cualquiera, no las presentes en la tumba, seguro que son las más baratas que encontraste en los puestos de la entrada.

Puedo relatar en primera persona tu pecado como si lo hubiera cometido, como si hubiera vivido día a día dentro de ti. ¿Sonríes? No te preocupes, hasta el día que tengas que rendir cuentas ante el espíritu supremo, tu secreto estará a salvo. Pero no divagaré más, refresca mi memoria con tu historia.

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Era insufrible, realmente cargante, para sus anticuadas ideas yo era un terremoto en su vida, no podía concebir que su hija se hubiera fijado en mí, un chulo madrileño, alguien al que no le gustaba alternar en los bares ante un buen trasiego de alcohol, alguien que no entendía el cante jondo, los carnavales y prefería el campo a la playa, ni siquiera fumaba la misma marca de tabaco.

Le respeté hasta donde pude, años y años de humillaciones, de perder discusiones estúpidas, de olvidar diálogos de besugos, de miradas por encima de mi hombro, de preferir al estúpido de mi cuñado, tan poco iluminado por el entendimiento como él, hay limites que no sabes cuando se sobrepasan, vasos desbordados hasta el paroxismo.

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- Esto es una dorada.

- Es un besugo.

- Mira, suegro, en este libro que es un atlas de animales, lo indica claramente, es una dorada.

- ¿Quién va a saber más, un pescador o el que escribió el libro?

- Por dios, suegro, si el único barco en que has montado fue en el ferry, cuando te invité a ver Ceuta. ¿Tú crees de verdad que hay gente que escribe libros sin tener idea del tema?

- Lo que pasa es que los de Madrid, por ser de la capital, creéis que sabéis mas que la gente del mar.

- Pero por favor, si tu al mar sólo vas en verano a bañarte a la playa.

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-Hola, suegro, te presento a mi amigo J.M

- ¡Ah! Si, es ese que hablas tan mal de él.

- Pero por dios, ¿qué estás diciendo?

- Si hombre, siempre le pones verde en casa.

- Joder, macho, ¿con que esas tenemos?- Terciaba el para entonces ya mi ex amigo J.M.

- Te juro que se lo está inventando, yo nunca he hablado mal de ti y menos a este soplagaitas.

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- P…. corre que tu marido está comiendo.

- ¿Pero qué dices?

- Corre y mira, además está comiendo carne de cerdo, que no puede comerla.

- Pero leches no seas mentiroso, que me vas a buscar un problema.

- ¡A ver! ¿Qué está pasando aquí? Intentaba dirimir mi mujer.

- Tu marido, está abriendo la nevera y pica de todo lo que hay dentro.

- Te juro amor que es mentira.

- ¡Anda ya! ¿Para qué va a mentir mi padre?

- Pues eso digo yo, para qué querrá mentir.

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Machaco con cuidado para no causar ruido, en el almirez meto todas mis pastillas de cafinitrina, mi suegro tiene la tensión baja, por lo que este combinado debe ser letal.

- Suegro, toma un vaso de este vino, te he comprado un rioja fenomenal, aunque lo desgracies luego echándole gaseosa.

- Hombre, muchas gracias, bébete un vaso conmigo, no se lo diré a tu mujer.

- No gracias, de verdad que no me apetece. Estupendo, bébetelo todo, así… que bien, dame el vaso que lo llevo a la cocina. ¡Huy! Se me ha caído, no te preocupes, que lo tiro al cubo de la basura. Mira ya está lleno el cubo, salgo a la calle a tirar la bolsa. ¡Hasta luego!

Salgo a la calle, pero no tiro la bolsa en el contenedor de la esquina, en vez de eso, sigo andando, sin prisa, atravieso todos los barrios anejos mientras silbo despreocupado aquella melodía, sentados al borde de la bahía con los pies colgando. En una calle desconocida hasta por mí, por fin arrojo la bolsa a un contenedor de una obra, mañana seguro que lo llenarán con escombros.







El autor del relato declara bajo su responsabilidad que en la creación del mismo ningún animal ha sufrido daño alguno, todo parecido con hechos o personas actuales o pasadas es pura casualidad y producto de la imaginación del autor. Queda reflejado esto ante la hipotética posibilidad de la defunción de mi suegro, por lo que declaro que no tendría nada que ver con ese hecho y que si en este momento me estoy riendo, es por el recuerdo de un chiste que me han contado esta mañana en el trabajo.

Gracias al maestro Andrés (Qué foto) por seguir permitiéndome disponer de sus obras de arte.

sábado, 11 de diciembre de 2010

Deformación profesional

Será porque ahora trabajo en esta empresa del ramo, pero no puedo evitarlo, cada vez que me monto en un ascensor o en una escalera mecánica, miro si es nuestra o fabricada por la competencia, vamos a llamar deformación profesional lo que padezco.

Si es un ascensor y es de la competencia, lo primero que hago en principio es desconfiar de la seguridad, - Míralo, si es que no tiene salida de emergencia.– Me digo, le falta la escalera de incendios e incluso carece de manguera, pues todos sabemos lo proclive a los incendios que son los ascensores ajenos, mira el de Tarzán, todo hecho de bambú, me consuelo al saber que por lo menos  hay una ley en la que se prohíbe fumar dentro de ellos.

Además adolecen de la inexcusable falta de terraza ajardinada y cocina alicatada hasta el techo, no suelen tener hilo musical, ni conexión wi-fi, defectos que seguro les incapacitan para pasar la correspondiente revisión del ministerio de industria.

Si es una escalera mecánica, no paso ni una falta, según me monto, lo primero que noto es un infame traqueteo, clon clon clococlon, es el bolero de Ravel lo que está sonando en la maquinaria oculta, siento que estoy siendo transportado encima de la cadena de un carro de combate.

Que diferencia con nuestras escaleras, no estoy seguro, pero la escalera de Jacob, creo que la montamos nosotros, es lo que tiene ser una empresa centenaria. Por cierto, ¿Quién llevará el mantenimiento? Habrá que avisar al departamento comercial para que prepare un presupuesto, supongo que habrá que entregarlo en el Vaticano o en cualquier sucursal, por ejemplo en la Almudena creo que se podrá presentar.

Y que voy a decir de las excelencias de nuestros ascensores, el mismo San Pedro los utiliza para transportar las almas de los justos al cielo, aunque me asalta una duda. ¿Tendrá en el ascensor un botón con el símbolo infinito para el final de trayecto? Si no es así, tendré que hablar con ingeniería para que diseñen una botonera con ese símbolo, nunca se sabe, en cualquier momento hay que estar preparado por si nos toca pulsarlo.


jueves, 9 de diciembre de 2010

Paseo bajo la lluvia


¿Qué te habías creído? Pensabas que al final del arco iris había una olla de barro, llena de joyas y monedas de oro, pero no, tu sigues caminando bajo la lluvia, con las manos en el bolsillo, el mp3 susurrando canciones de Cat Stevens y la vista fija en el suelo.

Las gotas de lluvia resbalan por tu frente y terminan anegando tus ojos, dando una falsa sensación, como si estuvieras llorando, pero no, hace tiempo de eso, ya no lloras por el pasado, lloras por el futuro que te espera, ¿te queda tiempo? Esa es la gran duda que tienes, todo demasiado tarde, más de media vida gastada sin hacer lo que en el fondo deseabas, monotonía, autodestrucción, insatisfacción, la vida se te escapa a chorros, no puedes tapar los agujeros y la comodidad y el dejarte llevar impera.

Levantas la vista y ves la estatua de un vetusto prócer, éste triunfó, se sacudió la pereza y llevó adelante sus sueños, ¿sirvió de algo?, bueno, ahora tiene calle, estación de metro y una estatua donde las palomas defecan con fruición, algo es algo.

Mañana me pongo sin falta, de verdad, lo juro, pero sabes que no será así, mañana repetirás las mismas buenas intenciones y deseos, aunque sienta un ligero resquemor bajo el estómago, que es donde debe hallarse la conciencia.

Gris, gris, siempre gris, la ciudad es gris, sobre todo bajo la lluvia, sobre todo en otoño, sobre todo cuando en la cabeza te rondan mil y un problemas a los que no puedes ni quieres darles solución, a lo mejor es que me he acostumbrado a vivir así y no sé vivir de otra manera, ¿para qué ser feliz? Debe ser muy aburrido, mejor vivir bajo el agobio y el peso que nos da nuestra infelicidad, puedes pensar, mañana será otro día y a lo mejor amanece un día feliz.

Miro la hora, creo que ya caminé suficiente, mejor darme la vuelta y retornar, ¿algún camino en especial? Da lo mismo, todos los caminos son iguales, tristes, grises y mojados en este Madrid bajo la lluvia de otoño.


martes, 7 de diciembre de 2010

El discurso

Que curioso, de camino hacia el trabajo, en plena avenida, me encuentro el nombre de mi blog rotulado en un trailer blanco, no ha quedado mal, han  pintado el nombre de color azul claro sobre fondo blanco, extrañado ante ese suceso, me dirigí hacia el conductor y los operarios que cargaban el camión.
-          Buenos días, ¿cómo es que está el nombre de mi blog en el lateral del camión?
-          No tengo ni idea, sólo somos los operarios.
-          ¿Les importa si saco una foto al camión?
-          Usted mismo.
No suelo ser como un amigo mío, que va con la cámara a todas partes, por lo que me dispuse a sacar el móvil e inmortalizar el hecho, es una cosa tan peculiar, que tenía que reflejarlo en mi blog, como debe ser.
Justo a tiempo, terminada, la carga, el camión se introdujo en el tráfago de la ciudad, me quedé muy ufano con mi foto, aunque un poco inquieto, no imaginaba quien había sido la persona o institución que se había tomado tanta molestia por mí y no me había comunicado nada.
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Ya me estaba dando cuenta el porqué de esta situación, pues me sentí transportado a Barcelona, pues en el teatro del Liceo había una reunión de blogueros.
-          Caramba Andrés, esto no me lo esperaba.
-          Pues si, hemos reunido a los principales blogueros de España, te presento a unos cuantos.
Tres chavales me hicieron sentirme incómodo por mi mayoría de edad, siempre he pensado que empecé en todo demasiado tarde, si me descuido se me pasa el arroz. Se presentan y recuerdo solo vagamente el nombre de sus blogs, de pronto me siento achuchado:

-          Corre, no hay tiempo que perder, sube al escenario que te toca hablar a la concurrencia.
No tenía preparado ningún discurso, por lo que hube de improvisar, no sé que tal me salió.
Buenos días, hace casi dos años que me introduje en este mundo y puedo decir que desde entonces mi vida ha cambiado, un poco por casualidad descubrí el universo del blog, primero para paliar el aburrimiento y luego como terapia, empecé a escribir mi blog, no sabía muy bien que hacer con el, mis primeros posts reflejaban un balbuceo en forma de diario y otro poco como declaración de intenciones, de pronto, no se como sucedió empecé a escribir, primero a sacar mis sentimientos a la luz, mis emociones pugnaban por salir impresas aunque fueran en modo digital, los primeros posts, salieron como una confesión, tenía que gritar al mundo el infierno que llevaba dentro. El padecimiento de enfermedades y sufrimientos emocionales, no podía ocultarlos por más tiempo, mi primer lema del blog fue: aquí desnudo mi alma, y así lo hice.
Después, sin tránsito apenas, mis relatos fantásticos y de misterio fueron surgiendo como una inquietud que me corroía desde la juventud, ya no necesitaba la hoja parroquial para que mis escritos vieran la luz, ya tenía una caja de resonancia fácil de utilizar, donde mi desbordante imaginación quedaría reflejada.
Por favor, apagad ese timbre que no puedo continuar, ahora mismo estoy descentrado, no se por donde iba, ¡ah, si!, pero ese timbre… no os molestéis, ya lo apago yo, ¡puf! Ya son las siete, a trabajar, rápido, que hoy con la lluvia seguro que el autobús va más lento.



miércoles, 1 de diciembre de 2010

Efecto secundario

Buenos días, de nuevo te veo por aquí, será porque te gusta lo que te cuento sobre los inquilinos del lugar, me alegro sobremanera, como ves no soy un felino cualquiera, pues soy capaz de almacenar gran cantidad de hechos y recuerdos sobre casi todos los enterramientos que hay aquí. Como verás, la mayoría acarrea una gran cantidad de pecados en sus alforjas, mortales, veniales y capitales y de cualquier otra categoría.
Hoy nos vamos a centrar en el pecado de la vanidad, un pecado que nos ciega y no nos deja ver el peligro constante que nos suele acechar, pero vayamos con la historia
Era la persona más sana del mundo, ávido lector de todas las revistas médicas y paramédicas que pudiera encontrar en quioscos y librerías, la nutrición no tenía secretos para él, su nevera y su despensa, rebosaban alimentos naturales, biológicos y provenientes directamente del agricultor, pero no de cualquier destripaterrones, tenía que tener el agro, perfectamente homologado en materia de cultivo respetuoso con el ambiente, sin semillas transgénicas, ni insecticidas o plaguicidas ecológicos, abonos y fertilizantes exclusivamente orgánicos, en resumen, nada que no fuera capaz de alimentar a un ángel del cielo que viniera de visita, sería deglutido por aquel templo salutífero.
Lógicamente cultivaba los músculos de su cuerpo, dándole un ejercicio perfectamente adecuado y controlado, nunca iniciaba el mínimo esfuerzo sin estar conectado a su pulsímetro, podómetro y otros aparatos de difícil definición y complicado uso, creo recordar que también llevaba un reproductor portátil de música.
Todos estos esfuerzos consiguieron que fuera denominado “el bello Lucas” por el género femenino que suspiraba por sus huesos, era el perfecto don Juan, aunque por escasez de tiempo, entre ir al trabajo, ir a su gimnasio, al herbolario, clases de cocina sana y otros menesteres, no solía tener mucho tiempo para salir con chicas, cosa que de momento no le preocupaba.
Hasta que apareció ella en su vida, no sabía de qué manera se acopló a su lado, si, acopló era la palabra para definir el principio de su relación, ella sabía todo sobre él, sus gustos sus aficiones, hasta su horario cotidiano, ella era mayor que él, la barrera de los cuarenta ya la había sobrepasado, a él no le importó, cuanto más ella rápidamente confesó su más que boyante estado financiero, pertenecía a una familia de rancio abolengo, próceres, militares, científicos y arquitectos, blasonaban el árbol genealógico. En la actualidad, el más renombrado era su hermano, celebérrimo cirujano especialista en transplantes.
No le importó que ella tomase la delantera respecto a su relación, no tenía muy claro que aquello fuese amor, pero el poder pertenecer a aquella afamada familia, más el aliciente de una vida regalada a su lado, le convencieron que lo mejor era dejarse llevar.
No pasó mucho tiempo hasta el día en que celebraron sus esponsales, la prensa de entonces se hizo eco del himeneo de la bella señorita, ya entrada en años y su persona, calificado por los medios como un cazafortunas, un plebeyo sin apenas medios de vida, que difícilmente sin el apoyo de la familia de ella, podría sustentar a su pareja.
Ese fue el comienzo del fin, el nunca se dio cuenta de lo que se le venía encima. Una noche, al poco de la boda, ella le preparó una cena especial, muy romántica, con los platos que ella sabía que eran sus favoritos, debajo de su copa de zumo, el encontró un forfait a su nombre en Baqueira.
- Cariño, muchas gracias, con lo que me gusta el esquí, pero ¿por qué, qué es lo que celebramos hoy?
- Celebramos que es un día muy especial.
- ¿Sí? ¿Y qué día es ese?
- Tú relájate y tómate todo el zumo, no tardarás en enterarte.
Poca consciencia tuvo desde entonces el desgraciado, lo siguiente que vislumbró, fue una potentísima luz que le daba en los ojos y la sensación de hallarse desnudo y amarrado sobre una mesa.
- ¿Qué ha ocurrido?
- Nada, relájate cuñado, que esto va rápido, no te vas a enterar que llegas al cielo.
A su lado vio algo más, su amada, se encontraba en su misma posición en otra mesa perfectamente iluminada, rodeada de aparatos médicos.
  - Pero… ¿Y ella? ¿Por qué está así? ¿Le ha ocurrido algo?
  - No te preocupes, te hago partícipe del secreto de familia, hace poco que descubrimos que padecía una malformación congénita en el corazón, nada que preocuparse si se le hacía un transplante en poco tiempo, justo el que necesitábamos en hallar al donante adecuado, hoy vas a hacer el acto de amor más sublime que existe, ella va a vivir gracias a tu corazón.
  - Pero entonces yo…
  - Nada, no te va a pasar nada, tu que estás tan sano, seguro que sobrevives sin corazón.
  - ¡Suéltame! O lo pagarás muy caro.
- Tranquilo, como médico tuyo que soy, te aconsejo que te tranquilices, te va a subir la tensión y eso es malo para la salud, además, ya te tiene que estar haciendo efecto la anestesia, bueno, duérmete, duerme, duerme, duer…
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La prensa le sacó mucho jugo a la tragedia acaecida, Mientras la recientemente casada Sra. M… estando convaleciente de una penosa enfermedad que la tenía postrada en la cama, su esposo, el conocido playboy Lucas R… se encontraba esquiando en la estación de esquí de Baqueira, tuvo un desgraciado accidente cuando esquiaba, yendo a chocar contra una máquina quitanieves, cuyas cuchillas le provocaron terribles heridas por todo el cuerpo, falleciendo en el acto, su entristecida viuda, no pudo asistir al sepelio, presidiendo este el afamado cirujano Sr. L… hermano político del finado.

En fin, te aconsejo que no desdeñes a partir de ahora la comida basura, a veces la salud puede traer desagradables efectos secundarios.


Como siempre gracias a Andrés (Qué foto) por dejarme ilustrar el relato con sus magnificas fotografías

lunes, 29 de noviembre de 2010

Gaterías

Bastet



Estaba sola, pero estaba tranquila, a pesar del nacimiento inminente de su hijo, sabía que todo iba a salir bien, la diosa Bastet la había visitado, sí, era ella, no cabía ninguna duda, una gata de color negro se coló por la ventana de su alcoba, se encaramó encima de la cómoda y se le quedó mirando fijamente con aquellos enormes ojos negros, le pareció una eternidad, el tiempo se detuvo mientras tanto a su alrededor, no oía siquiera el monótono tictac de su viejo despertador de grandes manecillas, se sujetó el voluminoso vientre, lo notaba cada vez más lleno de vida, una vida que ansiaba por comenzar a tener, un caliente fluido se le escapaba piernas abajo y comenzó a tener consciencia de lo que estaba comenzando a surgir, no sintió dolor alguno, abrió las piernas, arqueó el vientre y sujetándose a los barrotes de la cama, comenzó a ejercer una leve presión con el diafragma, poco a poco, notó como aquel pedazo de vida que había gestado durante tanto tiempo, se separaba de ella , para comenzar su andadura por separado, entonces se relajó por completo y pudo observar cómo la gata, una vez satisfecha por su éxito, salía sigilosamente por la ventana.




Sinverguenza


Nunca lo había visto, debe ser el gato de algún nuevo veraneante, desde luego lo que tiene es una desvergüenza muy gatuna, ha saltado la valla y se ha enseñoreado de la terraza, espero que no pase de ser una mera visita de cortesía, el canario de mi hermano está piando con un soniquete desconfiado, seguro que el corazón le debe palpitar con mayor velocidad, desde luego el visitante, también se ha dado cuenta de la presencia de “canuto”, se ha regodeado en su contemplación y aun cuando sigue caminando, observo que le mira de reojo, situándole en todo momento su posición entre él, mi persona y la salida, al cabo de un rato se sienta ceremoniosamente, y se pone a lamerse las patas con todo el ceremonial que sólo es capaz de crear un felino descarado como aquel, desde luego se tomó su tiempo y al final con toda parsimonia, me lanzó una mirada cargada de desprecio y airosamente, volvió a saltar la valla.






Pirracas



Nunca conocí a otro gato como aquel, la última visión que tengo grabada en mi memoria, era la de un gato enorme, tranquilo, regodeándose en la superioridad que le daba el haber sido victorioso en mil batallas y haber esparcido sus genes por toda la población.

Era mi héroe, alguien capaz de poner en su sitio a “Rafa” un pastor alemán, barriobajero y duelista, capaz de intentar morderme en varias ocasiones, de las que sólo me libré porque su amo “el Marqués” atinaba a pasar por el lugar, un leve erizamiento de su pelambrera y “Rafa” ponía pies en polvorosa con el rabo entre las piernas, huyendo vergonzosamente sin importarle la dignidad perdida que iba dejándose por el camino.

Sólo Matilde era capaz de domeñarlo, si había sido lechuzo y robó algún filete, ella con un tirón de bigotes, le recordaba su sumisión a ella, si él era un gato, Matilde sencillamente era “la loba” y ante eso nada ni nadie osaba indisponerse con ella.

Al igual que sus nietos, Pirracas, pues así le habían bautizado años atrás, sentía verdadera adoración por el abuelo Eladio, si nos poníamos pesados alrededor del abuelo, allá iba a poner orden a base de zarpazos, disolviendo cualquier aglomeración de nietos, era el árbitro del lugar y le molestaba que no pudiera restregarse con fruición en las perneras desgastadas del pantalón de pana de Eladio. A pesar de ser muy “García”, Eladio, agradecía siempre con muestras de afecto, esa dedicación tan zalamera.

Supongo que todavía seguirá vivo, aunque hayan pasado cuarenta años desde entonces, seguirá cazando ratones en los pajares y los huertos de alrededor de aquella casa, pues todavía vive en mi recuerdo y cuando veo en Alameda un gato negro como el carbón imagino a Pirracas redivivo, transmutado en un tataranieto, acechando por si se acerca “Rafa” dentro de sus dominios.


viernes, 26 de noviembre de 2010

Rosa

Negros nubarrones en el cielo, según la radio, amenaza con caer un buena tormenta, menos mal que ya está cerca de casa, no le gusta conducir bajo la lluvia, abre la guantera y saca el mando a distancia del garaje, se para delante y espera que lentamente el portón se abra, con una parsimonia que a todos los vecinos de la comunidad les molesta, en este mundo de estresados no hay tiempo que perder y menos en la contemplación de una puerta que se abre.


Se introduce por fin en la negrura de la boca de lobo de la planta inferior del garaje. - Que raro.- Se dice, esta mañana no había tantas bombillas fundidas, da cosa el bajarse aquí, cuando apague las luces del coche, va a quedar todo muy oscuro, mira que si se ha escondido alguien…

Con aprensión sale del coche, cierra con llave la puerta y de pronto el mundo se le cae encima.

- ¡Zorra! Esta vez no tienes policías ni jueces que te defiendan.

- ¡Luis, por dios! ¿Qué vas a hacer? ¡déjame en paz!

No puede articular palabra alguna, recibe un puñetazo en la cara que la deja sin sentido, él la recoge, se la echa al hombro y recoge las llaves de ella caídas en el suelo, con trabajo y sin preocuparse si la cabeza de ella golpea las paredes, toma el ascensor hasta la que hasta hace unos meses fue la vivienda de los dos, por culpa de ella, sólo de ella, lo había echado a la calle como a un perro, pero hoy se iba a tomar cumplida venganza de todo.

Abre la puerta y al fondo del pasillo está el dormitorio de matrimonio, ¡su matrimonio! La arroja encima de la cama y le ata las manos a los barrotes de la cama, ella en ese momento recupera el conocimiento.

- Por favor, te suplico que me sueltes.

- ¡Calla! Vas a pagar por todo

- No me hagas daño, piensa en la niña.

Dos violentas bofetadas la hacen callar de nuevo, los ojos llorosos contemplan horrorizados como saca del bolsillo una botella de alcohol que va esparciendo encima de ella, la garganta se le paraliza, es incapaz de chillar, sólo es capaz de gemir suplicándole que no lo haga, que no la mate.

Insensible a sus suplicas, en un sublime acto de horror, él deja de ser una persona y se convierte en el más abyecto ser que Satanás ha podido crear, el vientre de su madre se retorció en un espasmo, arrepentida de haber dado a luz semejante criatura, ese día en el infierno hubo gran regocijo.

Incapaz de sentir más dolor, sacando fuerzas de donde sólo una mujer es capaz de sacar, pues alguien que es capaz de dar vida, con el sacrificio de sufrir como una madre dando a luz, es capaz de un último esfuerzo, arranca las ataduras y cegada por el llanto y las llamas, se arroja por la ventana.

Lamentablemente, este no es un relato, ocurrió hace unos años, tantos que ella me habrá borrado de la memoria, todavía recuerdo cuando recuperada de las heridas del cuerpo, pues las del alma nunca sanan, la volví a ver en su oficina, se me saltaron las lágrimas y apenas pude balbucear mi alegría de volver a verla, se llama Rosa y tuvo suerte, pues sobrevivió, pero desgraciadamente, hay muchas otras mujeres que viven este infierno, por favor no lo contemplemos con indiferencia.



jueves, 25 de noviembre de 2010

Pasen... y no vean




Otras navidades trágicas para los animales, como todos los años, Diciembre es el mes en el que asoman a nuestras ciudades los circos, estos siguen con la obsoleta idea que para divertir a la infancia deben someter a ciertos animales, usan monos, osos, elefantes leones, etc.





Dan una vistosidad al espectáculo engañosa, los animales en escena no expresan la tristeza y mal trato que padecen, encerrados en jaulas con unas dimensiones inapropiadas para unos animales, que no olvidemos son salvajes y requieren espacios naturales que les están vedados, son obligados a realizar ejercicios físicamente incómodos y antinaturales, bajo al amenaza de castigo con látigos, collares de ahorque y ganchos de metal, son obligados a realizar viajes agotadores en camiones en condiciones climáticas adversas, pues no olvidemos que generalmente se utilizan animales acostumbrados a climas tropicales, nada que ver con el crudo invierno europeo.



Como suele ocurrir, el estado español carece de legislación que regule las condiciones de vida de los animales en los circos, cada vez más países prohíben la existencia de animales en los circos, como Canadá, Suiza, Finlandia, Suecia o Dinamarca.



No caigamos, en la simple atracción que sentimos por la contemplación tan cercana de animales salvajes mostrándola así a nuestros hijos, de esta manera les estamos dando una educación contraria al respeto y disfrute de poder observar a los animales en libertad y no a explotarles y observar comportamientos antinaturales.



Otro año más dando la tabarra con este tema http://blogs.que.es/bauldelchirri/2009/11/18/habia-vez- pero no cejaré hasta que la palabra circo, deje de ser sinónimo de vejación a los animales, y sea algo cada día más parecido a lo realizado por el cirque du soleil


lunes, 22 de noviembre de 2010

Regalo envenenado

Buenos días, ya veo que has vuelto, ¿Qué es, morbo o curiosidad? Ten en cuenta que la curiosidad mató al gato, ja ja. Podemos continuar con la visita guiada por las tumbas con historias peculiares.

¿Esta tumba? Tiene su historia, una historia muy peculiar, el diablo anda dando vueltas detrás del espíritu que la habita, pero tardará en apoderarse del alma, bueno, no adelantaré la historia, que como todas tiene un principio.

Hace no muchos años, pues como puede verse el enterramiento es reciente, vivía en la ciudad de M… un conocido empresario, era el orgullo del gremio… y el terror de los trabajadores, trabajaba con ahínco en su empresa, más horas de las que era razonable exigir a su cuerpo… y a los de sus empleados, estos siempre andaban rabiando por las condiciones laborales impuestas, alejadas de toda legislación vigente, aprovechándose siempre de la falta de trabajo que les acuciaba por entonces.

Tantas exigencias imponía a su cuerpo, que al final no le bastaba café ni medicamentos para mantenerse despierto y ágil de mente, tantas horas como quería, por lo que ciertas drogas empezaron a circular por su torrente sanguíneo, inhaladas, aspiradas y deglutidas.

Todo esto le comenzó a desazonar, la salud le empezó a pasar factura a su cuerpo cada vez más maltrecho, hasta que un día dio con la solución, o eso creyó él, divagando en un breve y escaso momento de solaz, pensó: - Daría mi alma al diablo para que el día para mí tuviera treinta horas y si me muriera, al día siguiente a las ocho de la mañana, estuviera de nuevo abriendo la verja de la oficina como si nada hubiera pasado.

Hay veces que más nos vale estar con la boca cerrada, pues en aquel instante acertó a pasar un reclutador de almas para el maligno, el camello que le surtía de estupefacientes, se le presentó y le habló:

- Espero que no sea un “chungo” que te ha “dao”, porque la solución a tus problemas está más cerca de lo que crees.

- Mira, no tengo tiempo ni para discutir contigo, dime presto donde hay que firmar y lárgate que tengo mucho trabajo.

- Bueno, te explico brevemente las cláusulas, para ti el día tendrá treinta horas y cada vez que fallezcas, sólo tienes que salir de la tumba y todo será como si nada hubiera ocurrido, eso sí, tienes que salir antes que amanezca, sino, estarás vagando por la oscuridad hasta el fin de nuestro contrato que se fija en cien años.

- Perfecto, ¿dónde firmo?

- No hace falta “pringao”

Y sacando un papel de fumar, se lo restregó por la nariz, pues aun le goteaba sangre, como era frecuente en él, con este testigo de su pacto de sangre, lo guardó en su bolsillo y ante la aparición de un coche de policía en la esquina de la calle, simplemente despareció.

No creas que le dio mucha importancia al hecho, estaba embebido intensamente en cuadrar la caja del día.

- Malditas secretarias, seguro que me roban dinero de la caja.

Afortunadamente para él, había firmado el pacto en el justo momento que lo necesitó, pues su corazón se paró en aquel momento, esa misma mañana, al abrir la oficina sus empleados, extrañados que le cierre no estuviera echado, entraron con temor en la oficina, encontrándoselo en el suelo, con el rostro desencajado y más pálido, si cabe, que de ordinario.

Tras todo el día velando el cadáver, esa misma tarde, le enterraron, un par de horas antes de que amaneciera, el diablo cumpliendo su parte del pacto, le devolvió a la vida.

Abrió suavemente los ojos, y no tardó en darse cuenta de la situación en que se encontraba, empujó con fuerza la tapa del ataúd, y como sólo se había echado unas pocas paletadas de tierra, no le costó llegar hasta la superficie, se sacudió la tierra que le manchaba la cara y la calva y se encaminó con presteza hacia la salida del cementerio, allí paró un taxi y sin encomendarse a nadie, se marchó directo al trabajo.

A las ocho, entraron los trabajadores y le volvieron a encontrar trabajando como si nada, a ellos y al mundo, se les había borrado de la memoria el luctuoso hecho del día anterior, pero aun así, en su interior, notaban algo raro, no les cuadraba mucho la situación de normalidad que existía en la oficina, sentían que se les había hurtado algo, algún pensamiento o algún recuerdo.

Pasaron los meses y esta circunstancia continuó ocurriendo con alguna frecuencia, el tirano continuaba trabajando treinta horas al día, aunque el trabajo seguía igual de empantanado, pues siempre cometía el mismo pecado de no delegar por desconfianza, parte del trabajo a otras personas, por lo que siempre se le acumulaba trabajo.

También continuaba con la rutina de fallecer de vez en cuando, su corazón estaba realmente maltrecho y se negaba a continuar a aquel ritmo desaforado de estupefacientes y jornadas que se alargaban más allá de lo que una persona pudiera soportar.

Los trabajadores, continuaban teniendo una jornada cada cierto tiempo, en la que se sentían desvanecer, no bastaba con jornadas laborales leoninas y malos tratos de palabra, también sentían el ánimo caído, necesitaban un cambio en sus vidas y no sabían como obtenerlo.

Todo juego, aunque sea con la muerte, tiene su riesgo y el final llegó de la forma más inesperada.

Su corazón volvió a estallar por enésima vez, los ritos funerarios mil veces repetidos, se volvieron a celebrar, sus deudos y familiares volvieron a acompañar su torturado cuerpo a la fosa y allí después de un breve responso le dejaron ante el hipotético eterno descanso que le aguardaba, como todas las ocasiones, en medio de la noche volvió a la vida, empujó la tapa del ataúd y esta vez se encontró con la sorpresa de que ésta no se abría, lo intentó una y otra vez, apoyando incluso las rodillas para así hacer más fuerza, pero todos los esfuerzos fueron en vano, lo único que consiguió fue que una y otra vez se le detuviera el corazón y una y otra vez en virtud a su pacto volvía a la vida como si nada hubiera ocurrido, pero allí mismo en medio de su soledad y su angustia.

Y allí sigue esforzándose en levantar la tapa del ataúd para salir a la vida y volver al trabajo, aunque no le gustaría lo que iba a encontrar, su viuda tiempo ha que vendió la empresa y marchó a Marbella a disfrutar de los millones atesorados por el pobre hombre aquí recluido.

Veo que no me preguntas la razón por la que la tapa del ataúd no se abre, es posible que si tu cara me suena, fuera porque eres un ex-empleado del finado, por los corrillos de ultratumba, se rumorea que los empleados, cansados de su desazón, consultaron a una gitana que ejercía labores de pitonisa, la cual les aconsejó, que en el caso de fallecer su jefe, compraran de inmediato una lápida de quinientos kilogramos y en el mismo momento de darle tierra la pusieran encima, la viuda agradeció sobremanera aquel detalle, pero creo que no a todos les satisfizo.

¿Acaso me equivoco?

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