jueves, 28 de octubre de 2010

Ingrata



Demasiado tiempo junto a ella, ya estaba harto, no aguantaba más, sabía que iba a cometer un crimen, pero no le importaba.
Egoístamente sabía que ella se lo debía todo a él, la había dado cobijo y alimento, calor y protección, pero ella nunca había demostrado ni el más mínimo agradecimiento, es más, ella se había comportado de una manera esquiva, ajena a sus desvelos y a sus caricias, nunca consintió sus abrazos, eso hizo que fuera cambiando su actitud hacia ella, poco a poco su relación fue cayendo en la monotonía y en una apatía cruel, marcada por el desdén.
Nunca supo como le vino la idea, pero de pronto sabía que tenía que acabar con esta situación que le conturbaba, no podía invertir en ella más tiempo ni dinero.
Entró en la cocina y escogió el cuchillo más grande que había en la panoplia, se entretuvo un buen rato afilándolo en una vieja muela que había heredado de su padre, probó varias veces el filo en el lomo de un periódico atrasado y cuando consideró que incluso servía para afeitarse con él, se dio por satisfecho.
Salió de la cocina y en el salón contempló con añoranza una fotografía de ellos dos juntos, eran otros tiempos, ella lucía el galardón que había conquistado en un concurso de belleza, ella había sido la mejor, y él se había sentido tremendamente orgulloso, pero todo pasó y los años no pasaron en balde por ella, desluciendo los bellos tonos tostados que una vez había lucido.
Sobre todo no la mires a los ojos, se decía a sí mismo y así lo hizo, cuando se hizo con ella, apenas se debatió y ahogando su cacareo, con un tajo certero, la rebanó el pescuezo.


Y recordad, que el domingo, es noche de difuntos.


martes, 26 de octubre de 2010

El mundo es vegano

Confieso que la primera vez que oí el adjetivo “vegano”, pensé que era una de las razas que descubre el Enterprise en sus viajes interplanetarios, pero una vez repuesto de mi ignorancia, veo que hay un grupo de gente organizada que crece cada día.


Como grupo por la defensa de los animales me merece mi atención, aunque después de leer sus manifiestos ¿está tan clara su defensa?, no tengo claro si les defienden o plantean su exterminio total, podéis juzgarlo vosotros mismos, os dejo sus planteamientos y un enlace.




  • De acuerdo con la FAO, la cría de animales para comida genera más emisiones de gas de efecto invernadero, que el uso de gasoil en autos y otros vehículos usados para transporte.

  • El ganado utiliza el 30% de la superficie terrestre, incluyendo el 33% de la superficie cultivable destinada a producir comida para ese ganado.

  • La explotación de animales para comida está resultando en deforestación, dado que los bosques y selvas son talados para abrir paso a nuevas pasturas y en una grave degradación del suelo, a través de la compactación, el sobrepastoreo y la erosión.

  • La explotación de animales para comida es la mayor amenaza para los cada vez más escasos recursos hídricos del mundo. Utiliza enormes cantidades de agua, perturba sus ciclos y es fuente importante de contaminación.

  • Los animales consumen más proteína que la que producen. Por cada Kg de proteína animal producida, consumen casi 6 kg de proteína vegetal proveniente de granos y forraje.

  • Se requiere más de 100.000 litros de agua para producir 1kg de carne vacuna y aproximadamente 900 litros para producir 1 kg de trigo.

¿Cuál es la solución?

La solución es abolir la explotación de los animales, no regularla, la solución es reconocer que de la misma manera que reconocemos que cada humano sin importar sus características particulares, tiene el derecho fundamental de no ser tratado como propiedad de otro, nosotros debemos reconocer que todo humano sintiente (consciente de sus sensaciones) tiene, también, ese derecho.

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¿Qué os parece? Mi opinión es que en un futuro no muy lejano, según vamos agotando los recursos de la madre tierra y creciendo demográficamente estamos abocados a ser veganos, querámoslo o no.

Siéntate hoy en la mesa a comer y piensa mientras cortas el filete que quizás pudiera ser el último. ¿o no?
                                                                                                                                                                                   





domingo, 24 de octubre de 2010

Macumba

Ella se balanceaba poco a poco al ritmo de la música, giraba la cabeza, suavemente al principio, luego, según se incrementaba el ritmo de los tambores, más deprisa cada vez, agitándose espasmódicamente, empezó a dar vueltas sobre sí misma, cada vez más deprisa, como una patinadora sobre hielo, pero ella era una diosa de ébano, con una falda de flores que se despegaba del cuerpo, cada vez más, según iba tomando velocidad, un giro y otro y otro.

El resto de la gente batía palmas al compas de los tambores, algunas mujeres también movían la cabeza de uno a otro lado, los ojos en blanco mientras salmodiaban: “gros bon ange, ti bon ange” Dos mujeres entraron en trance con grandes gritos se lanzaron al suelo, comenzaron a revolcarse echando espumarajos por la boca.

Entró en escena el sacerdote, éste se cubría sucintamente con un taparrabos y un sombrero de copa, en su mano izquierda un bastón negro y en la derecha un látigo, con el que comenzó a flagelar a las dos mujeres. La entrada en escena de dos acólitos, hizo que todos callaran, incluso los tambores dejaron de sonar, uno portaba un gallo negro y el otro un puñal, el sacerdote, dejó el látigo y el bastón y agarró por las patas al gallo y con la mano derecha el puñal, lo alzó al cielo estrellado y de un certero tajo, cercenó el cuello del gallo, lo levantó sobre la cabeza de la diosa de ébano y la sangre del gallo comenzó a correr por su cuerpo, haciendo que la blusa se le pegara a su pecho, marcando las curvas perfectamente, ella se arrodilló, puso los brazos en cruz y comenzó a hablar en voz apenas audible en francés, los tambores comenzaron de nuevo a sonar, por lo que no pude entender lo que decía, de pronto todos se pusieron de pié, y comenzaron a bailar, empujándome, me obligaron a moverme al compás, alguien me puso una calabaza con un liquido en la boca y bebí ávidamente, la cabeza me comenzó a dar vueltas, apenas sentía mis piernas, era como si tuvieran vida propia, todo mi cuerpo comenzó a escapar del dominio de mi mente, me dejé llevar por la música.

Entre tinieblas vi a la diosa de ébano, se acercó a mí y me abrazó, acercó su boca a la mía y en vez de un beso, me mordió con furor el labio, yo grité de dolor y ella respondió con una risotada, el brujo también reía mostrando sus blancos dientes en el centro del rostro más negro que vi jamás, me ofreció otra calabaza con liquido, bebo y pierdo la consciencia.

Por fortuna estoy de nuevo en el hotel, la cabeza me duele, apenas puedo abrir los ojos, un sudor pegajoso me rodea y hace que la sabana se pegue a mi cuerpo, apenas puedo moverme, al cabo de un rato, molesto por el sudor, levanto la sabana y compruebo horrorizado, que el sudor es sangre, chorros de sangre a mi alrededor y a mis pies, cercenada, la cabeza de la diosa de ébano con ojos que me miran acusadores.



jueves, 21 de octubre de 2010

Jodido lunes

Jodido lunes, las mismas prisas, las mismas caras de sueño, la línea 6 atestada de gente que corre por agobiantes pasillos que conducen a interminables escaleras mecánicas, donde por no se que estúpida costumbre tienes que ir por el lado derecho, esperando la fila interminable de gente para acceder, mientras, el lado izquierdo está para que cuatro individuos con prisa suban o bajen por ellas, ¡ay del que les estorbe en su tránsito! Son capaces de arrojarles de un empellón, escaleras abajo; por lo que como un sueco más sigo la fila de gente que se desplaza disciplinadamente ¡beeee!

Salgo a la calle evitando en lo posible a los futuros padecedores de cáncer e infartos, que angustiosamente rebuscan en sus bolsillos, en ellos sacan, poco más que encendidos el cilindro que me hará toser según salgo del centro de la tierra; y pensar que hasta hace poco, me encontraba en su misma situación, me alegro de no tropezar en la misma piedra, gato escaldado, del agua fría huye.

Nada, no hay manera todas las esquinas de las calles, están llenas de vehículos aparcados de manera inverosímil, a guardabarros tocantes, ¿se habrá generalizado el invento, para desplazar de manera transversal las ruedas y poder aparcar moviendo el coche perpendicular a la acera? No hay otra explicación, salgo al asfalto y tengo que esquivar otros vehículos cuyos conductores me increpan, ¿por qué no andas por la acera? Eso mismo quisiera yo, pero todos los coches forman ahora una barrera infranqueable, a riesgo de dejarme enganchado el fondillo del pantalón, me atrevo a pasar entre dos coches por fin.

Casi llegando a la oficina, observo con indignación, cómo dos motoristas de la policía municipal o algo así, pues van uniformados como ellos, aunque en su espalda pone, agente de movilidad, sancionan a todos los coches que están mal aparcados en las esquinas, pobrecillos, comento para mí, si es que no hay sitio para aparcar y estos tíos, parece que disfrutan poniendo multas, olvidándome de la contradicción de mis sentimientos, pero es que no es plato de buen gusto, encontrarse una “receta” sujeta del parabrisas y en el fondo soy más bien un espíritu trasgresor, en el rescate, siempre jugué del lado de los ladrones, nunca con los policías, me viene a la cabeza algo de El Lute, me suena que hace poco pensé en este individuo, pero no me acuerdo el porqué.

Y es que uno siempre tiene algo rondando en la cabeza, el Atleti, los chicos, el chiste que me contaron, que si no llego los meses a fin de sueldo, el maldito Tuerto que me lleva por la calle de la amargura, ficho y le digo a mi compi:

- Buenos días.Menos mal que ya es jueves.


jueves, 14 de octubre de 2010

Tragedia

- ¡Te digo que no! ¡Es imposible que sea un lobo.


- ¿Y por qué no, si se puede saber?

- Hace más de cien años que desaparecieron los lobos en Guadarrama y en toda la provincia.

- También pudiera haber sido una manda de perros salvajes. –Terció otro parroquiano.

- Te digo que tampoco, las marcas de las dentelladas no eran de perros, eran mucho más grandes.

- ¿Quizá un mastín? –Apuntó otro contertulio.

- ¡Anda ya! Un mastín es incapaz de atacar a un ternero.

Una gran barahúnda se formó entonces en la taberna, todos querían hablar y ser escuchados y sobre todo, querían que los demás atendieran a sus razones, yo mientras tanto me encontraba también acodado en la barra un poco apartado del grupo, en mi condición de veraneante en la canícula y dominguero el resto del año, mi opinión, cualquiera que fuese no sería tenida en cuenta, al fin y al cabo yo sólo tenía ojos para mi próxima conquista, la joven camarera del bar, de nacionalidad rumana, cuyos ojos de un arrebatador color verde me tenían embrujado, era el único motivo por el que encontraba allí.

Entre todo el griterío de la reunión, un grito proveniente del exterior se impuso a todos los demás.

- Me han matado a la Pataky.

Un silencio de cementerio cubrió la entrada de Toribio, el pastor en el bar, yo creía que era una leyenda urbana, perdón una leyenda rustica, se decía que Toribio cuidaba una pécora en especial como a la niña de sus ojos, los mejores pastos eran para ella, la esquilaba con un cuidado primoroso evitando cortes en su piel, no permitía a sus mastines que la inquietasen en lo más mínimo, ellos sabían que no quedaría impune cualquier tarascada que la lanzasen.

Tampoco quedaba impune cualquier burla hacia la persona de Toribio, a pesar que no levantaba más de un metro y medio del suelo, tenía unos brazos como columnas y todos sabían de su espíritu vengativo, todos conocíamos el caso de un chaval de un pueblo cercano que un día se atrevió a decirle:

- ¡Pastor! ¿Cuándo caga la oveja te da el olor?

Y él poniéndose escarlata contestó con voz de trueno:

- ¿Y tu madre va a misa mayor?

Según terminaba estas palabras, sacó del morral la honda ya cargada con un guijarro y haciéndola voltear sobre su cabeza, la lanzó contra el chaval que a pesar de haberse alejado corriendo, le atinó en la cabeza, dejándole descalabrado.

Esta historia le costó varios días en el calabozo, pero también todos en la comarca supieron las malas pulgas que atesoraba.

Por esto mismo había que ver a Toribio entrando en el bar, su cara era un poema, lívido y desencajado, cubierto de la sangre de unos trozos de carne y lana que colgaban flácidos de sus brazos.

- ¿Y ahora que va a ser de mí?

- Pero Toribio ¿y los perros?

- Muertos, todos muertos.

No imaginábamos como cierta esa afirmación, los perros de Toribio eran unos mastines enormes tan fieros y malencarados como su amo, según nos contó balbuceante y con los ojos extraviados, se apartó un poco del rebaño para buscar un cordero extraviado y cuando volvió se encontró con la tragedia, la majada estaba llena de sangre y ovejas muertas.

- Vamos todos, los lobos no deben andar muy lejos –Propuso un exaltado

- Muy bien, en diez minutos frente a la iglesia.

Como no poseo ganado alguno, no me uní a la partida de caza, les vi marchar calle abajo, con las armas de caza y sujetando a los perros, yo simplemente iba a lo mío.

- Raluca, cariño ¿a que hora cierras?

- A las nueve, si quieres me acompañas a casa, me cambio y luego ¿Quién sabe?

Ante esa velada promesa, me envaré y henchido de orgullo me marché a casa a aviarme para la cita, daban las nueve en el reloj de la plaza, cuando ya estaba yo en la puerta del bar esperándola, ella salió enseguida.

- ¿Dónde vives?

- En la casa junto al toril. –Respondió

Hacía ya algo de fresco, por lo que me atreví a rodear sus hombros con mi brazo, y acerqué mis labios a su oreja.

- Que guapa que eres.

- Mira que eres zalamero

A pesar que llevaba varios años en España, aun arrastraba un poco las erres, por lo que su voz era más sensual si cabe.

Caminamos por las calles solitarias del pueblo, llenas de oscuridad, sólo rota por algunas farolas dispersas en las esquinas de las calles, fuera de la temporada veraniega, el ayuntamiento sólo encendía una de cada tres farolas para ahorrar en la factura eléctrica.

Según nos acercamos a su casa susurré.

- ¿Vives con alguien?

- Generalmente vivo sola, la semana pasada llegó mi hermano desde Salatruc

- ¿De Rumanía?

- Tonto, ¿De donde va a ser pues? De Tansilvania

- ¡Mira tu! A ver si es un vampiro

Ella se rió de una forma graciosa y sensual apretándose contra mi cuerpo, pero ya llegábamos a su casa, ella abrió la puerta llamando a su hermano.

- Bogdan, sunt aici, aduc alimente

Entonces me di cuenta de mi error, del fondo del salón una figura peluda, enorme y gris se abalanzó contra mí, atenazándome la garganta con sus fauces y es que en Transilvania, no sólo hay vampiros, también hay hombres-lobo.

lunes, 11 de octubre de 2010

Divagando

Después de leer que el premio Nobel de este año se lo habían dado a un chino, por no se qué descubrimiento, doblé en cuatro el periódico y lo deposité en una papelera, cosas del civismo que me inculcaron de pequeño, crucé el semáforo y avancé por la calle de Alcalá por la acera de los impares, pocos escaparates interesantes me entretuvieron mi paseo, una librería donde Ken Follet aparecía con su nuevo ladrillo y poco más, luego inmisericordes, una tras otra tiendas de ropa y perfumerías llenaban las manzanas con sus productos, como siempre bellamente dispuestos y muy iluminados, pero no consiguieron que les prestara importancia.

Sólo me detuve en una vieja abacería, ya apenas quedan estas viejas tiendas de ultramarinos, recuerdo la de mi barrio, donde Aquilino servía amablemente a la parroquia productos a granel, recuerdo las galletas para el desayuno servidas en papel de estraza, la verdad es que antes de la invasión del plástico, todo era vendido utilizando este papel, daba lo mismo, servía lo mismo para judías pintas o pescado, que carne o sardinas arenques que se exponían en la puerta dentro de cubas de madera, hace años que no he vuelto a ver a Aquilino, se jubiló y vendió la tienda, ahora es una tienda de productos suramericanos, cosa de los tiempos que corren.

Después de la tienda sigo evocando otras tiendas de otros tiempos que consiguen que se me haga la boca agua y es que enfrente de la plaza de las Ventas, evoco la tienda de gallinejas y entresijos que había, antes de la velada de lucha libre, nos surtíamos de oleosos bocadillos en un figón donde el terrible olor que expelía, anunciaba sabores intrínsecos con la condición de madrileño, hoy aunque existiera el lugar, ya no podría deleitarme, las purinas y yo somos incompatibles.

La cuesta hacia Manuel Becerra, hace que empiece a jadear ligeramente, en este tramo, un par de bares me llaman la atención, no tanto por sus motivos y su aspiración a recoger a la gente que sale de la plaza los días de corrida, sino por los mosaicos del exterior, muy bien trabajados y de bella factura.

No se si continuar hacia Goya, o girar a la izquierda por Doctor Esquerdo para acercarme a casa, todo me trae recuerdos, se que un poco más adelante estará la granja “los Chaburres”, fenomenal sitio donde acabábamos los domingos antes de volver a casa, por veinticinco pesetas podías comerte un perrito caliente, después de dos horas en el cine y si la economía estaba regular, era el mejor sitio donde engañar el hambre hasta llegar a casa y asaltar la nevera.

Creo que no, cogeré el metro hasta casa, el barrio de Salamanca me asaltará con sus recuerdos y voy solo y algo melancólico, por lo que prefiero evitarlo, he recorrido tantas veces las calles de Madrid, que todas tienen algo para evocar, son muchos años pateándolas, mucha historia vivida, mucha gente conocida, busco en el Mp3 una canción que me inspire buenos pensamientos hasta casa y la encuentro.




jueves, 7 de octubre de 2010

Eleuterio

Lo recuerdo como si fuera ayer, tras ver en televisión como Estados Unidos lanzaba otra nave de la misión Apolo, pregunté a mi padre:

- Papá, ¿España ha mandado algún cohete a la Luna?

- Si, hemos mandado uno.

- ¡Ah! ¡Que bien! ¿Y como se llama la nave?

- El curamilitar

- ¿El curamilitar?

- Si hijo, hemos puesto un cura y encima un militar y así, con todos los curas y militares que hay en España, hemos conseguido llegar a la Luna.

Por supuesto que tardé varios años en comprender la ironía que conllevaba la respuesta, digna de los chistes apócrifos de La Codorniz, en aquél instante sólo comprendí que mi padre me estaba embromando y poco más.

Viene esto al caso, que otra vez tuve una inquietud parecida y no me atreví a preguntar a mi padre, el caso es que en la televisión de esa misma época, aparecían noticias de un peligroso delincuente con un nombre raro, como de pueblo, que se llamaba Eleuterio y además acompañaban al nombre diciendo que era “Alias El Lute”. Bueno, en esto si me atreví a preguntar, esta vez a mi madre, por el significado de la palabra “alias”, suponía que no era parte de su apellido, pues yo recordaba que un cierto ministro al que mi padre, no sé por qué, le llamaba el carnicerito de Málaga (igual es que tenía una carnicería), por lo que estaba claro que Arias no era el apellido del afamado Eleuterio, mi madre rápidamente me indicó que “alias el Lute” era el mote de este personaje.

Satisfecha mi curiosidad por esta parte, me corroía una duda, ¿por qué un señor que para la tele era el más abyecto criminal, para mi padre y muchos padres de mis amigos era poco menos que un héroe? El mundo al revés, el ladrón es bueno y la policía es la mala, mal vamos, esos no son los valores que nos iban inculcando, ¡que diría mi profesor de Formación del Espíritu Nacional! La verdad es que no diría nada, o que diga lo que quiera, es una “maría” más, de las que se aprueban sin estudiar.

Pasados los años, recordé con añoranza, cuando iba a manifestaciones, más o menos autorizadas y corría delante de los grises, como en el verano en la sierra, al antiquísimo juego del rescate, le habíamos rebautizado como jugar “ al Lute”, no hay que decir que todos queríamos ser el Lute, el Toto y el Lolo, estos últimos nos enteramos que eran sus hermanos y por supuesto, nadie quería ser de los grises que tenían que perseguirles, desde luego el régimen político que agonizaba, sin quererlo, había hecho un nudo en la horca.

Ese verano vinieron desde Alemania unos chavales a veranear a Alameda, nos quedamos de piedra al comprobar que allí, en el mismo lugar donde mi padre estuvo de emigrante y nos querían tan mal, pues no nos votaban en Eurovisión, ¡le conocían!, además se rumoreaba en los círculos paternos, que el susodicho Eleuterio, podría estar camuflado de emigrante en la mismísima Alemania.

¡Que tipo más genial! Mi generación creció admirando los logros de el Lute, sus fugas, eran nuestras fugas y sus capturas nos dolían a todos, su ascensión a la vida universitaria y el título de abogado nos ilusionó y cuando por fin salió en libertad, sentimos su libertad como nuestra, como si otro dictador hubiera fallecido.


miércoles, 6 de octubre de 2010

El triunfo de Baco

No era una taberna cualquiera, era especial por lo insólito de su existencia, en un mundo dominado por la comida rápida, los bares de pinchos de diseño, locales donde unos camareros con espíritu malabarista dejaban con ojos alucinados a la concurrencia, no se podía concebir pues el atavismo que suponía la existencia misma de la taberna.

La fachada en sí ya era un museo, baldosines de Talavera, formaban un mosaico donde a la derecha relucía la torre del oro y a la izquierda la giralda, encima de la puerta un dios baco regordete y achaparrado pasaba revista con mirada de beodo a los parroquianos afectos al lugar, mientras se acodaba en un cartel donde figuraba el rimbombante nombre de”taberna la imperial”.

Todo eso no parecía importarle mucho a los clientes que osaban adentrarse en el recinto, dentro el tiempo parecía haberse detenido, no sólo por las estanterías llenas de botellas polvorientas de imposible reconocimiento de la marca y su contenido, también en la otra pared varios recios barriles que eran capaces de surtir vino sin más intermediación que una jarra bajo la espita.

Detrás de la barra se parapetaba el dueño del negocio, Rufino, uniformado con una camisa a la que había que echar mucha imaginación, para aseverar que algún día fue blanca, como afirman los clientes más antiguos, los mismos que juran que se la puso a la par que Isabel la Católica y desde entonces no se la ha quitado.

La barra tenía dos funciones principales, enjuagar los vasos en una esquina donde se hundía formando una tina llena de un liquido que podría ser agua si no fuera porque no era transparente como figura en la definición en los diccionarios, en el borde y vueltos para abajo una decena de vasos aguardaban el correspondiente enjuague, antes de volver a ser llenados de vino.

La otra función y más principal según el dueño, era servir de pizarra para llevar la cuenta de las consumiciones, previo apunte gracias a un trozo de tiza que impenitentemente llevaba detrás de la oreja derecha, la tiza y un paño de un color indefinido que le colgaba del cinturón, eran sus atributos personales más destacados, el rasgo más definido de su uniforme, al que no le faltaba un mondadientes en la comisura de la boca, aquí las malas lenguas dictaminaban que nunca se deshacía de él por el cariño que le tenía, pues era de la misma madera que fue empleada en la construcción del arca de Noé.

De la mismo árbol, seguramente sería donde se sacó la madera para hacer el resto del mobiliario, cuatro mesas acompañadas cada una por cuatro banquetas, todos ellos del color que tiene la madera al fosilizarse, esto no solía importar a los parroquianos que usaban estas para interminables partidas de cartas y dominó.

Rufino siempre espetaba a todo aquel que osaba arrimarse a sus dominios con un:

- ¿Qué va a ser?

Sobre todo no podías pedirle alguna bebida “rara” para él, entre otras cosas porque las bebidas que había en existencia eran, sota, caballo y rey, es decir vino, coñac y anís seco, y en el colmo de la exquisitez, por si acaso alguna señorita se atrevía a entrar en sus dominios, guardaba una botella de anís dulce.

Por lo que fueron muy comentadas aquellas peticiones que en guasa le hacíamos alguna vez.

- Rufino, ponme un cointreau.

- Perdón “mesié”, pero desde 1808 aquí no servimos gabachadas.

- Entonces un güisqui.

- Mister, desde la guerra de Cuba tampoco.

- Entonces Rufino, ¿Qué hay de beber?

- Vino, “cohones” la mejor bebida del mundo.

Las veces que Rufino se avenía a charlar con su parroquia, el único tema de conversación era el vino y sus virtudes de todo tipo, sobre todo beneficiosas para la salud.

- ¿Recuerdas al tío Chano? Acuérdate, todos los días se iba a casa después de beberse un azumbre de vino y toda la vida con el corazón como un roble.

- Natural, se murió de cirrosis.

- Pero el medico dijo que tenía el corazón como un toro.

- Y el hígado como una esponja.

- Ningún cliente mío se ha muerto de un ataque al corazón.

- Alguno se murió atropellado por el camión de la basura.

- Es que no sólo hay que saber beber, también hay que saber mear.-Sentenciaba Rufino.

La peor situación que nos encontramos, fue una tarde de verano, el sol apretaba de lo lindo y no volaba ni una mosca, de pronto la cortina de canutillo de la entrada se abatió y dejó pasar a una figura vestida de pantalón corto, pies enfundados en sandalias previamente embutidos en calcetines marrón claro, si en la cabeza hubiese llevado un salacot y en la mano una red para cazar mariposas, hubiera quedado pintiparado, ¡pero en África! El caso es que el individuo, se acercó a la barra después de lanzar grandes miradas a su alrededor y con voz de pito preguntó a Rufino

- Pegdon, ¿El vino de aquí seg bueno?

Ya había comentado que a causa del calor no volaban las moscas, pero si lo hubieran hecho, el ruido de sus alas hubieran sonado como cañonazos, uno de la mesa del dominó, se quedó a medias con la ficha hacia abajo, sujeta en la mano de forma inverosímil, la boca abierta y la colilla en la punta de los labios, de manera involuntaria tragué saliva y el ruido al hacerlo, retumbó en toda la sala. Rufino se puso primero rojo, luego amarillo y terminó en un gris lechoso, abría y cerraba la boca incapaz de articular palabra, los ojos se le salían de las orbitas y las manos le temblaban, e ignorando la nacionalidad del sujeto estalló.

- ¿Bueno? Bueno es el palizón que os pegamos en Bailén, el que os dimos en Lepanto, Las Navas de Tolosa, Guadalajara o Roncesvalles y si me traes a tu padre, también le pondré mirando para Cuenca.




lunes, 4 de octubre de 2010

Onírica

Paula estaba preocupada, el diablo andaba suelto por la oficina, la miraba con su piel tersa y brillante, con grandes ojos negros que la robaban los pensamientos, ella era incapaz de cualquier movimiento que no fuera teclear en su ordenador, no fue capaz de articular palabra, sólo lloraba y tecleaba, aunque a veces era incapaz de saber lo que escribía, las lágrimas nublaban sus ojos y el miedo la atenazaba impidiéndola cualquier pensamiento, solo escribía, escribía…
Por fin consiguió ponerse los zapatos, ya le faltaba menos para poder huir, sus compañeros estaban paralizados, no podían ayudarla, todos y cada uno estaban en su puesto de trabajo en la posición que tenían en el momento de aparecer el diablo, no tenía muy claro que pudiera conseguir salir a la calle, tenía que intentarlo pero alguien estaba disfrutando con esta situación tan embarazosa, mientras ella se agobiaba, le faltaba el aire y braceaba inútilmente luchando con las sábanas. 

Mientras tanto, yo subía por la calle del río, el suelo estaba helado, afortunadamente llevaba puestas las botas, por lo que el frío atroz que aplastaba todo signo de vida, no me llegaba a los pies. No había manera de colocarme bien la boina, no quería ponérmela a “la castellana”, sino a “la parisina”, pero tenía miedo que resbalase por mi sien, es la desventaja de no tener tantos cabellos, al Che le hubiera quedado pintiparada, pero era mi ilusión de siempre, sólo rota cuando la casa de las boinas cerró para siempre sus puertas en la calle de los reyes, sus escaparates eran increíbles, había boinas para todos los gustos, credos y melones.
Que rara encontré mi casa del pueblo, en la planta baja la chimenea ocupaba todo el suelo, donde un par de enormes tizones ardían con gran humareda.
- ¿Quién les ha echado agua? – Pregunté
- Amenazaban con quemar toda la casa. – Me contestó mi padre.
- Pero es que así hace frío

Belén le dice a su novio que no se preocupe que ella le guía. –Tira por aquí. –Le dice, pero no, por allí no hay salida.
- Da la vuelta, es por allí
- Pues es por donde me dijiste, no me marees, ponte de acuerdo de una vez.
- Ya te lo estoy diciendo, es aquella carretera.
Más que una indicación, es una súplica lo que sale de sus labios, le arde la cara de la vergüenza, está azarada con la situación que padece, pero se siente incapacitada de interpretar las indicaciones del mapa que con mano temblorosa sostiene.
En su casa no se encuentra a gusto, el novio se acostó enfadado con ella, lo que hace que no se sienta bien con ella misma, ¿cómo he podido ser tan torpe? No se da cuenta que está dormida y dormida se levanta hacia la nevera, la abre y saca el mapa que tanto pesar le ha causado durante todo el día.

Paula observaba con horror cómo el diablo se iba acercando a todos los compañeros de la oficina y según les iba tocando en el hombro, se iban duplicando, los nuevos personajes sólo eran distintos a los originales en los ojos, grandes ojos negros que la miraban amenazantes, uno tras otros los compañeros de la oficina se fueron transformando en servidores del maligno de grandes ojos, ella por fin reaccionó, de un salto se levantó y corrió hacia la calle, allí la esperaba un gran perro que intentó atacarla, era su única obsesión, sus fauces se cerraban con grandes chasquidos, pero ella por fin encontró la paz, se abatió sobre los brazos acogedores de su madre y por fin durmió placidamente.



Gracias a Paula y a Belen por participar en este experimento.



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