sábado, 17 de diciembre de 2011

Mutatis mutandis

- Buenos días señor ex inspector Gracia
- ¡Ay bella Lola, andas algo errada! Y sobre todo poco informada de los últimos acontecimientos, debes mutar el tratamiento, suprime el prefijo “ex” pues he vuelto a ser repuesto en mi cargo.
- ¡Enhorabuena! ¿Y a qué se debe tan maravillosa e inesperada noticia? 
- Bueno, obviamente te supongo enterada del vuelco electoral de hace unas fechas, y claro está que a alguien como un servidor, capaz de poner entre rejas no solo a un peligrosa célula maoísta, sino al mismísimo Santiago Carrillo en sus tiempos de poseedor de adminículos interparietales (o sea una peluca), pues bien, con esos méritos en mi expediente y otros que hoy no vienen al caso, era una tamaña insensatez tenerme fuera de la lucha contra el crimen.
- Pues no sabe usted como me regocijo de esa reposición, para celebrarlo ¿le pongo una cerveza?
- Bella Lola ¿estamos por ventura en Múnich, en octubre y tú eres una fornida teutona?
- No, no y no (San Pedro dixit) 
- Pues discúlpame, pero si no se dan esas tres premisas, ponme un güisqui como solía, no vayamos a perder las buenas costumbres, según Severo 8a, las conexiones neuronales discurren a mayor velocidad si van engrasadas con alcohol (de elevado octanaje)
- Marchando, y de nuestro buen amigo el ex inspector Bernal ¿Qué se fizo?
- Por aquí resopla, precisamente; ¡Bernal!
- ¡A sus ordenes señor inspector!
- Vamos a ver, ¿no te acabo de decir que quiero que el tráfago por la Gran vía discurra como cuchillo caliente sobre pastilla de mantequilla?
- Si señor inspector, pero con esto de las compras navideñas…
- ¿Sabes lo que hago yo con los peros? 
- No, señor inspector, pero me lo imagino. 
- Pues arreando, que es gerundio, si hace falta te pones en medio de la calzada en la plaza de Callao. Y ahora, si me disculpáis voy a darle la buena nueva a Margarita Ricchi.

Felices fiestas para todos, sobre todo a mis amigos de la blogosfera de los que no tengo su correo o su Facebook y no lo puedo hacer personalmente.


martes, 6 de diciembre de 2011

Tempus fugit


¿Cuántos números somos capaces de memorizar? No me refiero a los números ordinarios, sino a la cantidad de contraseñas distintas que poseemos, olvidémonos de los números de teléfono más habituales que todos recordamos en un instante sin necesidad de echar mano de un directorio, también de los número de las casas donde vivimos, trabajamos, de los familiares y conocidos; también de las líneas de metro y autobús; vamos a centrarnos en las contraseñas como dije al principio.

Pues bien, hoy me toca apuntarlas todas, y no es una cuestión baladí, empecemos  a enumerarlas: las tarjetas bancarias, mínimo dos, porque encima por pura vaguería no has sido capaz en todos estos años de unificar el número secreto, también está el número de acceso a la banca por internet, que es un número diferente pues te exige ocho dígitos y no cuatro como en las tarjetas, por lo que te toca acordarte de otro número y en este caso siguiendo las indicaciones de seguridad del banco, ni se te ocurra poner fechas, ni de aniversarios, ni de natalicios y si puede ser intercalando letras minúsculas y mayúsculas, mejor. 

-       -   ¿Te queda mucho?

Espera hombre, no acabo sino empezar; bueno continuemos con el número famoso del PIN del teléfono móvil; por cierto, me quedo con la duda de saber qué significa esta tan llevada sigla o abreviatura, en fin, qué se le va a hacer. En esto fui más inteligente que con las tarjetas, los dos móviles que poseo llevan el mismo número. Ahora otras contraseñas; claro, la del ordenador cuando arranca (algunas veces igual que una moto); luego hay otras contraseñas que reseñar, las de mis cuentas de correo electrógeno, eléctrico o electrónico, siempre los mismos números, pero distintos a los anteriores, las de acceso a páginas especiales como vagos, facebook, etc., sin olvidar por supuesto las de acceso a mis blogs, voy a apuntar que se las envíen a Andrés para que escriba un buen epílogo.

-          Venga hombre no te enrolles.

Que no tío, enseguida acabo; después de los números ¿qué más me queda? Si, apuntar que la contribución y la tasa de las basuras, se pagan entre Octubre y Noviembre, que esté pendiente del buzón pues estos recibos no están domiciliados y luego si se pasa la fecha de cobro vienen con un recargo de aúpa. Del “numerito” del coche que no se preocupe, lo bueno de la minusvalía es que no pago nada por él, pero mejor que lo venda, para tenerlo en la puerta de casa muriéndose de risa…

-          Qué pesado que eres

Entiéndeme,  hay que dejarlo todo atado y bien atado, estas cosas luego para la familia son un tostón, mejor apuntarlo todo. ¿Por dónde iba? Bueno, los recibos de la comunidad, como no tiene acceso a la banca virtual y no puede emitir transferencias, mejor que se acuerde de ingresar el dinero en la Caja del señor Rato, pero que recuerde que el ingreso solo se puede efectuar del diez al veinte de cada mes y en horario de ocho a diez de la mañana, simpatía que derrochan estos banqueros, luego en el anuncio dicen que te hacen las cosas más fáciles.

-          Mira, el tiempo ya se acabó

-          Bueno, no te pongas así, solo la digo que la quiero mucho y ya está, terminado, ya nos podemos ir.

-          ¿Sabes lo que pasa? Si hubiera muchos como tú, los sepultureros harían cola esperando y mi plus de productividad se iría al carajo. La muerte no puede esperar.

-          Bueno, perdona, ¿Dónde vamos, arriba o abajo?

-          Ya te enterarás.



Dedicado a Montse, afortunadamente a tu reloj le queda mucha arena

jueves, 24 de noviembre de 2011

Otoño en Madrid

Por razón de mis estudios no puedo escribir, pero para no perder el contacto os dejo las últimas fotos de mis paseos por Madrid, para mi desgracia  ni siquiera puedo ir a la sierra, otro otoño será.


Cervantes frente al Congreso de los Diputados, apenas una sombra, pero es él.


Cuando salgo del trabajo, la misma calle todos los días, pero el sol apenas alumbra.





Un ginkgo, hermoso fosil vivente, supervivente del Jurásico, lo bello perdura para siempre.




Hermoso grupo de varios liquidambar  junto a un haya, todos los colores del otoño a la vez.




Se le acumula el trabajo, parece un suplicio similar al de Tántalo, día tras día sin ver el final de la caída de la última hoja.




En el monumento a Emilio Castelar obra de Mariano Benlliure, La Libertad, la Igualdad y la Fraternidad, vigilan el tráfico desde el centro de  la Castellana.




Retorcido, gris y nuboso; el arbol, el tiempo, el otoño y Madrid.

jueves, 27 de octubre de 2011

Acompañame



¿Y qué es un río? Un río lo es todo, aunque no lo pueda parecer, miras desde arriba del puente y sólo ves agua discurriendo en un sentido determinado, miras pero no ves, aunque el dicho sea al revés, pero desde arriba no puedes observar la belleza que todavía atesora, a pesar de nuestros alevosos intentos, aún conserva vida, acompáñame.
Ten cuidado y sube conmigo el pretil del puente, no hay peligro, al otro lado está el prado donde antaño estuvo el camping, bajo los fresnos se resguardaban las tiendas de familias campistas, de las que mejor no queríamos saber donde iban sus detritos, hogaño, prohibidas las acampadas salvajes el prado respira salud, sobre todo en primavera cuando se llena de campanillas, dando un toque amarillo espectacular, sobre todo si te fijas en los bordes, junto a la valla de piedra que lo circunda, pues allí en la umbría brotan los auténticas violetas, una de las flores más bellas que encuentras en la sierra.
Con cuidado, salta la alambrada que separa el prado del cauce, algunas veces dejan en el estío a las vacas, pastar la hierba fresca junto al río, en lo más recio de Agosto, apenas queda hierba jugosa para los animales y el que posee tierras junto al río, puede alimentar mejor a las bestias.
Una vez llegados al cauce, espero por tu bien que tengas buen calzado, no es conveniente venir con chanclas playeras, lo mejor es unas sandalias de agua o algún calzado deportivo de deshecho, caminar sobre los cantos rodados ejercita los tobillos, pero tiene el peligro de caerse cuan largo es uno, por desgracia, al no ser tan puras las aguas que bajan, las algas se pegan a las piedras haciéndolas todavía más resbaladizas, por lo que conviene que hagas como yo y cortes una rama seca para apoyarte.
¿Sigues sin ver nada? Antiguamente antes de acertarte a la orilla notabas el primer signo de vida, pues siempre saltaba alguna rana, grande o pequeña era inevitable su salto, hermosas siempre, verdes con  su raya amarilla en el lomo son sus ojos saltones y su boca cerrada; pero no las busques ahora, no hay, la superpoblación de cigüeñas además de la plaga de cangrejos americanos comiéndose sus puestas, hicieron que el croar sea una música que no se escucha ya por estos pagos.
¿Ves las piedras grandes en medio del cauce? Las usaban las larvas de libélula para abandonar sus carcasas de ninfa, desplegar sus alas y dar un salto al cielo, volaban incansables revoloteando mostrando sus colores, naranjas unas y violetas las demás, tampoco las busques, fueron pasto también de la voracidad de los cangrejos.
Afortunadamente, no todo está perdido, si te fijas bien en los remansos, no faltan las bogas, los gobios y estáticas en la corriente, atentas a cualquier alimento que les pueda llegar, están las pintonas truchas, quedan pocas por desgracia, no tienen descanso apenas, hay muchos más pescadores de los que puede soportar su ciclo reproductivo.



¡Mira allí! Hoy hemos tenido suerte, una culebrilla está agazapada al acecho de cualquier incauto pececillo, de crío me encantaba coger alguna y asustar a las chiquillas que tomaban el sol en la pradera de la poza “engaña”, generalmente hasta que no me veían las manos libres no se quedaban tranquilas, ¿me seguirán recordando por eso?
Ten cuidado, no te apoyes sobre esa roca, un sapo, después de remojarse, está tomando el sol, no hacen nada, pero mejor no molestarlo; en invierno por esa chorrera, no es infrecuente contemplar algún mirlo acuático sumergiéndose en las heladas aguas, siempre consigue encontrar alguna mínima sabandija que llevarse al pico.
De todas formas, es difícil imaginar como era este río hace tan solo veinte años, sus aguas eran completamente transparentes, rebosantes de vida, en primavera los barbos y bogas remontaban la corriente dejando un precioso espectáculo en las chorreras; debajo de cada piedra encontrabas infinita vida animal, canutillos, gusarapas, renacuajos, miles de formas y colores. Por eso miro ahora con encono a los niños que llegan con sus redecillas al hombro dispuestos a acabar con los pocos alevines que quedan en los remansos.
No recuerdo quien dijo, con más razón que un santo, que si no hubiera tantas piscinas, se cuidarían más los ríos.

viernes, 14 de octubre de 2011

Niebla




Hay mucha gente que no le gusta pasear por el campo bajo la niebla, puede que sea por miedo a perderse y no encontrar el camino de vuelta, también por dar un mal paso y precipitarse por una sima, es posible que sin ser tan tremendista, sencillamente les disguste salir al mundo en un día generalmente desapacible, húmedo y frío.
Les respeto, pero creo que no saben lo que se pierden. ¿Bondades? Infinitas, para mi gusto, no difieren mucho de pasear en un día luminoso en primavera, la sensación de hollar por primera vez un suelo virgen, dejando en las hierbas húmedas por el rocío la marca de tus huellas, pagando eso sí, el peaje de mojar tu calzado, nada que preocuparse si has tenido la previsión de salir de casa embutido en un buen par de botas.
¿Más? Por supuesto, ¿no notáis la sensación de recorrer un camino nuevo que se va abriendo a tu vista según vas caminando? Los paisajes aparecen como si estuvieses dentro de un túnel, descubres cada paso un paisaje nuevo, un nuevo árbol, una roca, una valla; una vaca pastando te parece un animal recién descubierto para la ciencia, la lluvia que le chorrea por el lomo, le da un color completamente nuevo a su pelaje, ya no es el pardo y blanco de siempre, ahora hay infinitos tonos imposibles de definir e incluso de llevar a la paleta de un pintor.
Qué decir de los árboles, en la sierra abundan los fresnos mil veces desmochados y mil veces brotan de nuevo las ramas, por lo que no hay que forzar mucho la imaginación para verlos  como gigantes con los brazos extendidos al cielo intentando alcanzar un yo qué sé, pues con la niebla no te imaginas su anhelo, hay un techo demasiado cercano a la vista, o quizás es precisamente la niebla lo que los fresnos sustentan.




De todas formas, es imposible que yo me pierda, conozco prácticamente todas las sendas y vericuetos y sé donde podría dar un mal paso para evitar circular por ciertos lugares. Un consejo, caminad por las sendas justo entre las rodadas, otrora de los carros de bueyes, y en la actualidad provocadas por vehículos llegados de allende los mares denominados “pick-ups” ahora de moda entre los ganaderos serranos, entre las rodadas, puedes caminar entre hierba, evitando en todo momento pisar el barro de los caminos y además tendrás una perfecta referencia del sendero y evitarás perderte.
Eso hice yo esa mañana alejándome del pueblo, pero ensimismado como iba, no debí de seguir perfectamente mis propias instrucciones, puesto que de repente me di cuenta que no sabía dónde me hallaba, es fácil saberlo, de repente cada paso que daba los gigantes  que se abrían a mi paso por la dehesa eran totalmente desconocidos para mí, y sus largos brazos ya no querían alcanzar el techo, más bien se empeñaban en alcanzarme y rodear mi cuerpo con sus garras con siniestras intenciones. Cuando te pasa eso, la llovizna que trae la niebla o refresca tu cara pues se convierte en inicios de lágrimas saliendo de tus ojos y la hierba que tan a gusto pisabas, se convierte en pequeños liliputienses que intentan sujetar tus pies con finos hilos con la malévola intención de hacerte caer.




Cuando te sientes perdido, la primera intención es dar marcha atrás y desandar el camino andado, pero, ¿Por dónde queda atrás? Giras ciento ochenta grados y te preguntas: ¿es por aquí? Los mismos gigantes, la misma llovizna, los mismos liliputienses. Afortunadamente siempre me guardo un as en la manga; en un valle, si vas hacia abajo, tarde o temprano encontrarás el río que lo atraviesa y a partir de allí sólo es cuestión de seguirlo y encontrarás alguno de los pueblos atravesados por él.
Como la dehesa es bastante plana, seguí una de las caceras que  discurrían regándola. Caminé bastante tiempo paralelo a su curso, dándome cuenta que no podía imaginar que la dehesa fuera tan extensa, en otras visitas veraniegas con toda la claridad, nunca había tardado tanto en atravesarla.
Todo parecía mágico, la niebla cada vez más espesa, el desconocimiento de mi situación y de repente lo inimaginable, una verja de metal cerrándome el paso.




Ahora si que algo no transcurría razonablemente, nunca, repito, nunca había encontrado allí una verja, tampoco tenía su razón de ser, estábamos en la dehesa boyal, terreno comunal de los ganaderos del pueblo y era imposible el aparcelamiento del terreno y la edificación de una vivienda.
Movido por la curiosidad seguí el perímetro de la verja, hecha esta de hierro forjado, de considerable altura y rematada en aguzadas puntas que la hacían inviolable; nunca había visto nada igual en mis anteriores paseos ni había oído comentarios sobre este hecho, pero siguiendo con mis cavilaciones, por fin encontré una puerta.
Si la verja estaba artísticamente trabajada, el portón de entrada era magistral, posiblemente un orífice no lo hubiera hecho mejor en el noble metal, si no fuera porque estaba hecha varios cientos de años después, se podría decir que había sido hecha por  Fray Francisco de Salamanca, al igual que la del cercano Monasterio de El Paular, magistral artesano.
Empujé el portón a sabiendas que estaría abierto, no podía ser de otra manera, el misterio se presentó ante mi persona y no era concebible el que no pudiera ser desvelado, con un chirrido quejumbroso, franqueé la puerta y me introduje siguiendo un camino pavimentado de losas de granito, cosa que agradecí, estaba harto de pisar hierba siempre mojada con su insidioso silencio, el pisar sobre piedra me devolvía el ruido de mis pisadas, rompiendo el absoluto y chillón sonido de la nada que hacía que mis oídos zumbasen continuamente.
El camino serpeaba entre abetos más acogedores que los fresnos, pues estos no tenían garras ni intención de sujetarme, más bien iban apuntando el camino a seguir, vigilantes y enhiestos como soldados.
La lluvia paró de repente, por lo que pude frotarme los ojos para enjugar el agua que discurría por ellos y ver algo irreal frente a mí, una recia mansión berroqueña, digna de un marqués o de un indiano recién llegado de las Américas, apenas distinguible el techo de pizarra asumido por la niebla, con altos ventanales y media fachada tapizada por el ramaje de lo que en tiempos debió ser una exuberante enredadera, convertida por el tiempo y el abandono en una telaraña de color marrón marcando como una cicatriz la fachada del edificio.
Al haberme detenido el silencio debía haber regresado, pero no, una dulce música salía del porche, otrora pintado de blanco, allí una dama en vuelta en gasas y tules, figurando un vestido poco acorde con la moda presente, tocaba el arpa como sólo la diosa Hathor o las quijotescas Altisidora y Dorotea, hubieran sido capaces de sacar tanta armonía a tan bello instrumento, si el cielo existe, tiene que haber un sonido así dentro de él.  
No se cuanto tiempo estuve ensimismado contemplándola y disfrutando de aquellos acordes, imposible sentirse mejor, me habría quedado allí toda la vida, pero todo tiene su pero, hay un certero dicho que nos dice: mañanita de niebla, tarde de paseo y así comenzaba a ser, se acercaba el mediodía y algunos atisbos de color azul se colaban entre el gris dominante, incluso un leve rayo de sol juguetón se coló entre el espeso meteoro golpeando a la mansión, y esta se deshizo.
Así, de repente y sin parar, según se abría el día y los blancos y azules dominaban a los grises, todo a mi alrededor iba desapareciendo, los abetos, el camino adoquinado, el techo de pizarra, los ventanales, la hiedra y ¡Ay! el porche y la dama con su música y el arpa.
Me rebelaba aquella intromisión, ¿Cuántas veces he dicho que no hay nada como un día de niebla? ¡Vuelve! Pero no hubo caso, todo se transformó en un estúpido día brillante y soleado.

miércoles, 5 de octubre de 2011

El fín del mundo

-          Bésame, que se acabe el mundo no me importa si te tengo a mi lado.
No importaba el destino, pero nos pusimos a andar calle adelante, nos cogimos de la mano como solíamos, lástima que hace mucho tiempo que olvidamos el control insidioso de la báscula, pues me hubiera gustado tomarte del talle mientras damos nuestro último paseo.
Cuanto me alegro de haber sido tan felices y de haber sido tan diferentes, no hubiéramos soportado tener a nuestro lado alguien similar a nosotros, nuestras diferencias es lo que nos unió, lo que nos hizo más fuertes ante las adversidades, lo que nos daba espacio para respirar.
-          ¿Dónde vamos?
-          Que más da, a cualquier sitio menos al sol poniente.
-          Mira que eres poco romántico.
Uno de mis innumerables defectos fue ese, nunca o casi nunca supe dar a mis actos un toque romántico.
-          ¿Recuerdas cuando nos conocimos?
-          ¿Cómo lo iba a olvidar? Tonto, esa tarde mi amiga Virginia y yo no paramos de reírnos, estabas tan gracioso vestido de militar, y de espaldas ni te cuento, si apenas tienes culo.
-          Que graciosa, yo tampoco olvido que apenas te consideré, tus pechos siquiera apuntaban dentro de tu jersey.
-          ¡Es que era una niña!

Niña tienes algo
que me puedes dar.
Brillan tus encantos
en tu caminar.
Tuvimos una noche
llena de color
un río dorado tus ojos son.
Tocamos la vida con nuestras manos
la vida cantaba esta canción:
Una noche de amor desesperada,
una noche de amor que se alejó.

-          Estaba de moda aquel año, en la feria, cuando te dije que te quería a ti y a nadie más, cuando me iba al cuartel la tarareaba una y otra vez.
-          Creí que nuestra canción era “Sin ti no soy nada”
No nos dábamos cuenta, pero la noche se cernió casi de repente, algunas farolas, pocas, se encendieron iluminando un camino que iba a ninguna parte.
-          Eso fue después, cuando me dí cuenta que la vida se me iba a chorros y todavía no te había dicho lo que te quería y sentía por ti después de ventimuchos años de casados.
-          Me gusta más esta, sobre todo cuando me lo dices.
Cientos de soles, de repente, iluminaron la noche, mutándola en el día más luminoso desde la creación de la Tierra.
-          Creo que todo se acaba.
-          Pues abrázame y no me sueltes.
Y es que la visión de varios hongos atómicos puede ser hasta bella.



Por cierto, ya está disponible para vuestro gozo el capítulo II de "Historias y relatos de un turista que nunca ha estado en Barcelona" con unas fotos de Apu para alucinar, no os lo podéis perder por la cuenta que os trae.


lunes, 26 de septiembre de 2011

Solidaridad Bloguera

Con más de cinco millones de parados, todos conocemos en nuestro entorno más cercano a una o varias personas en esta terrible situación, personalmente tengo a mi hijo así y mi hija tuvo que emigrar al Reino Unido.
Pero hoy os pido vuestra atención para una persona conocida por casi todos, nuestro amigo Sebastián conocido como Sheol13 que ahora mismo está padeciendo otro infierno, esta vez el del paro, si conoceis alguna oferta de trabajo similar a su perfil, en la Comunidad de Madrid, hacérselo llegar a su correo, muchas gracias por anticipado, a continuación os dejo su reseña.

Breve carta de presentación

Mi nombre es Sebastián. Soy una persona  flexible, resolutiva,  inventiva y tengo gran capacidad de aprendizaje. Soy técnico en construcción de obras (capataz, encargado) pero sé que me será casi imposible encontrar trabajo  siguiendo por ese camino. Me desvió entonces por el de las otras habilidades de las que dispongo. Como por ejemplo mi experiencia demostrable de más 6 años en limpieza (limpia-cristales, abrillantados, limpieza de primera interior y exterior, limpieza de portales, oficinas, centros y naves) y mantenimiento (albañilería, electricidad, fontanería, cerrajería, pintura). También he trabajado 1 año de cara al público como frutero y 6 meses como dependiente de boutique de moda (pedidos, reposición, devoluciones, atención personalizada). Tampoco  me  importa empezar de 0, según he dicho me desenvuelvo bien en cualquier circunstancia y ámbito, solo necesito una oportunidad, no las suelo desperdiciar.  Gracias por la amable atención.

Para más información o posible oferta o entrevista,  por favor, póngase en contacto conmigo por correo electrónico:  sebastian_1331@yahoo.es
 
 
 


Y por supuesto os dejo el enlace de su estupendo blog Sólo me molesta a mí y otros cuentos

lunes, 19 de septiembre de 2011

Attenery



Cuando estás de vacaciones, hay momentos en que deseas salir del circuito impuesto por la costumbre que imponen las masas, siempre busco lugares recoletos, escondidos de las miradas de los que como yo, llenamos las Islas Afortunadas vestidos con chanclas y camiseta.

¿Qué nos llevó a mi amor y a mí a atravesar aquellos muros? Es posible que fuera el silencio, o la seguridad que nos daba la sombra bajo los sempiternos cipreses. El cementerio nos abrió su alma y nosotros la aceptamos y algo más, pues de pronto ella se abrazó a mí cobijando su rostro en mi pecho.

- Fíjate. – Me señaló.

Sobre una lápida que el tiempo borró cualquier vestigio de letras grabadas, se hallaba una cabra recostada, con la cabeza cercenada. ¿Puede haber algo más irreal? Es difícil encontrar algo más a trasmano que ese pobre animal, en una época en que todos hemos olvidado sacrificios similares que nos narraban la Biblia, o los tiempos de arúspices romanos desentrañando futuros.

Después de unos minutos contemplando el animal, nos dirigimos a la salida, en el camino encontramos a un personaje menudo y añoso, vestido con un descolorido mono, el guarda del cementerio, al que le preguntamos por el macabro hallazgo.



Apoyado en su cayado sube los riscos, la zona norte de la isla no tiene secretos para él, la respiración entrecortada, un poco por el esfuerzo y otro poco por la emoción de volver a verla, a lo lejos vio algunos bultos marrones moverse, seguro que tienen que ser sus cabras, si, allí están, poco a poco se va acercando, hasta que una piedra va a golpear junto a su cabeza.

- ¡Detente, ladrón de cabras!
- Attenery(1), soy yo Altahay(2)
- Ja ja, ya te había visto, menudo guerrero estás hecho, casi te mueres del susto.
- Un día te va a fallar la puntería y me vas a dejar como tu morueco.
- Pobre Guayonja(3) de todas formas a mis cabritillas les parece muy atractivo.
- ¿Es tu animal favorito? Sé que todos los pastores tenéis un afecto especial por una cabra en particular.
- ¿Guayonja? No por cierto, mi favorita es Dagentire, mírala.

Al sentirse nombrada, una cabritilla se acercó presurosa a frotarse el hocico con la mano de la pastorcilla.

- ¿Has visto? Es un amor.
- Dagentire (4) vaya nombre para una cabra.
- Tonto, cuando nació tenía aquí en la frente un mechón de pelo blanco.
- Te lo estás inventando, qué imaginación tienes.
- Es cierto y por no creerme, en castigo me ayudarás a meter en el mar a las cabras (5)

Después de no poco sudores, consiguieron terminar con el rito de la inmersión de los animales, mojados y exhaustos se tumbaron en la playa a secarse al sol.

- ¿Cuando seas Mencey (6), me seguirás queriendo?
- ¿Cuándo sea Mencey, me compartirás con otros maridos?(7)
- ¡Tonto! No quedaría muy bien que el señor de la isla tuviera que compartir mujer, además, yo sólo te quiero a ti.
- Eso está muy bien, anda dame un beso.
- Eso está muy bien. – dijo ella zafándose del abrazo entre risas. - Pero tendrá que ser otro día.



… Otro día.
El cuerno sonaba a rebato, enseguida, la vida de la isla se alteró: ¡Velas! ¡Velas en el horizonte! Corsarios sin escrúpulos que llegaban a embarcar esclavos, todos los habitantes corrieron a refugiarse en el interior de secretos jameos (8), allí donde nadie pudiera encontrarlos.

 Altahay se encontró de repente solo en mitad del poblado, un rubor se le extendía por el rostro, hasta que impelido por extrañas fuerzas comenzó a correr en dirección a la costa, un latido un paso, otro latido otro paso, el corazón cada vez latiendo más deprisa, le marcaba el ritmo de la carrera, comenzó a jadear y también acompasó la respiración y el jadeo con el movimiento de sus zancadas, al rato la mente se le nubló, y un zumbido en los oídos también se sumó a la sinfonía de su cuerpo.

- ¡Attenery!

El silencio más atroz fue la respuesta a su grito, buscó y rebuscó por los riscos, por las caletas, por la playa donde solían pasear junto a las cabras, nada, ni el menor rastro de ella y sus animales, solo el movimiento de las olas al romper en la arena daban la falsa sensación de vida en aquellos lugares, sólo una leve mancha parda rompía el manto monocolor de la playa, temblando se acercó y al apreciar el pequeño cuerpo de Dagentire junto a los majos (9) de ella, el mar se le vino a los ojos, frotándose los ojos para enjugar las lágrimas, coligió como su amada, en un último acto de bondad, realizó el postrero sacrificio de degollar a su cabra favorita para evitar que le acompañara al cautiverio.


(1) Attenery - la gacela, mujer bella
(2) Altahay . el más valiente
(3) Guayonja - El bizco
(4) Dagentire - estrella blanca
(5) Los antiguos guanches sumergían las cabras en el mar para desparasitarlas.
(6) Rey, cacique de la isla
(7) En la sociedad guanche no era infrecuente la poliandria
(8) Cueva volcánica formada por la acción de la lava y el mar.
(9) Zapatos de piel de cabra, de ahí deriva el gentilicio majorero.

Cuando Andrés (APU) te propone una colaboración, es imposible sustraerse, pues se saca de la manga que como un prestidigitador, sólo tienen los buenos fotógrafos, que es el don de la oportunidad y te muestra una foto donde en un cementerio, sobre una lápida con visos de abandono y bajo una sencilla cruz de madera, aparece el cuerpo degollado de una cabra, como esto es España, no pasa nada, en USA le habrían dado por lo menos el Pulitzer. Pero este hecho a mis ojos, hace que ya no tenga descanso, como es imposible hallar una explicación racional, no me queda más que aceptar el reto y elucubrar una historia que tenga por lo menos algun viso que haya podido suceder, quizás esta foto, tendría que haber conseguido que no solo mi mente trabajase en ella, ¿Por qué no  reunir una serie de relatos sobre este tema? ¿Alguien se anima? Sólo poneros en contacto con él en cualquiera de sus blogs: La Otra Zona , La Zona Mileurista , Foto Catalunya , Pintando Fotos y por supuesto el lugar de donde es originario este relato Veodigital.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Cruce de miradas


El cruce de miradas me estaba matando, sobre todo porque había que seguir con el jueguecito de apartar la mirada cuando te han descubierto, pero era inevitable, no podía dejar de hacerlo, en mi caso era más fácil, o eso creo, interponía en la trayectoria de nuestras miradas, el libro del que maldita sea la gana, apenas me iba enterando del contenido, hacía equis números de páginas que había perdido el hilo de la trama, era incapaz a veces de recordar siquiera el titulo de esta cosa de papel que tenía en las manos, lo cual me parecía un sacrilegio. Ella disimulaba mejor, interponía entre nuestras miradas el cuidado y la vigilancia de su hijo, mudándose de tumbona en la piscina, para tener enfilados de un mismo vistazo a los dos.

La oportunidad la pinté calva, no podía creer mi buena suerte, al entrar en el comedor contemplé alborozado como su hijo vestía los mismos colores del equipo de mi corazón, ¿Casualidad, el destino? por lo que en la siguiente colación, bajé vestido con la misma camiseta que él, la excusa perfecta para acercarme y saludar.

-       -      Cómetelo todo chaval, los del Atleti, nos lo comemos todo para estar fuertes y sanos. ¿Cómo te llamas?

-         -          Iker

-         -          Bueno, no es que tengas un nombre muy atlético.

La luz que me trajo su sonrisa, compensó mi esfuerzo, me mordí la lengua para no decir allí mismo que el nombre de su hijo me traía al fresco, lo que yo necesitaba saber era el suyo, para poder llamarla en sueños, pero no, me quedé como un pasmarote mirándola y como no supe continuar con la conversación, cogí mi bandeja y me puse en la cola del buffet pata servirme, maldiciendo por dentro el no haber nacido con algo más de determinación y valor para entrar o por lo menos intentar, introducirme en su vida.

¿Quién es ella? ¿Por qué se encuentra sola aquí? En este hotel repleto de matrimonios con hijos o de parejas mayores, ella destaca en su soledad, aunque nunca está del todo sola, es una solícita madre siempre pendiente a los antojos de un chiquillo, que como todos los de su edad, corretea sin descanso de aquí para allá, muchas veces, el cruce de nuestras miradas, tiene un punto de encuentro, observando los dos, los juegos ruidosos del chiquillo, como siempre, un parpadeo mutuo tras algo de rubor y el eterno juego de apartar las miradas.

Su piel canela me llama la atención, seguro que lleva aquí más tiempo que nosotros, pero el color de su piel apenas ha cambiado, a pesar de sus largas exposiciones al sol, muestra un leve tostado enloquecedor, más de una estrella del firmamento cinematográfico envidiaría poseer ese tono, es el objetivo final de mis miradas, aunque a veces la observe su rostro, este no es realmente bello, con una nariz angulosa que le desfigura el perfil, sólo salvado por unos bellos labios que esconden unos cuidados dientes blancos.

Después de la fiesta de anoche, donde estuve admirando como bailaba con su hijo, vestida con un precioso vestido blanco, con unas sandalias tipo romano tan de moda ahora, su movimiento abrazada a su hijo me hizo sentir envidia del pobre chaval, pero con gusto me hubiera cambiado por él y sentir sus brazos alrededor de mi cuello. 

Todo eso terminó, esta mañana después del desayuno, la vi marchar cargando con las maletas, camino de recepción, sabía lo que significaba, el adiós, una última mirada entre ambos y nuestros caminos se separaron para siempre.


domingo, 28 de agosto de 2011

Tres años


Como siempre acodado en la barra de ElBúho Bizco, frente a la bella Lola, en mi mano una copa del licor alcohólico que se obtiene del grano de algunas plantas, destilando un compuesto amiláceo en estado de fermentación RAE dixit, esta vez Lola se encontraba francamente aburrida, sin clientes que atender, sólo al fondo del bar, sentados frente a frente con una mesa de por medio Jota y Margarita Rizzi hablaban de sus cosas, demasiado juntos para mi gusto.
Pues bien, Lola se dedicaba a hojear interesada, las noticias de una revista del higadillo, comentando de vez en cuando las entrevistas o los hechos de los famosetes que salían en ella.
-          Hay que ver, qué bello es el amor sin barreras, veinticuatro años de diferencia entre la duquesa de Alba y su novio y ahí los tienes tan felices y a punto de casarse.
-          Lola, Lola, a veces sólo tres años es una barrera insalvable.
-          No me lo creo señor ex – inspector, tres años es una minucia, imposible que se interpongan en una pareja que se ama.
-          Tú te lo has buscado, tendré que contarte una historia de las mías.

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Su rostro no te lo voy a describir, eso pertenece al secreto del sumario, sólo te describiré su cabello, era lo más representativo de su persona, un largo y rizado cabello negro, onduladas guedejas, volutas en espiral, qué podría decir más, aparte del efecto hipnótico que ejercía en mí. Pertenecía a la pandilla de gente mayor en dos o tres años que la mía, suficiente para que no hubiese contacto alguno entre sus miembros, pero el verla aun a lo lejos me causaba un placer superior al contacto con las chicas de mi edad, no sé si era insano, pero pasaba mucho tiempo del verano pensando en ella, no imaginaba que designio era el que hizo que nos separasen tres años en el tiempo, lo suficiente para que ella jamás se fijase en alguien como yo, sabía que nunca conseguiría tener ninguna relación con ella, ni aun de amistad.
El único contacto físico por entonces que tuvimos, fue en una ocasión en el frontón, acababa de conseguir un tanto con mucho esfuerzo, la bola había ido donde ella estaba sentada, la cogió y en vez de lanzármela dio dos pasos hacia mí y me la entregó en la mano, fue solo un instante, pero pude sentir su mano cálida y a pesar de mi estado sudoroso por el esfuerzo, sentí un escalofrío en mi cuerpo, me hizo tal efecto el hecho, que el siguiente punto lo perdí al golpearme la bola en la cara tal era mi ensimismamiento.
Así fuimos creciendo, verano tras verano, ella reía y yo envidiaba el no poder ser yo el que la hiciera reír y si lloraba, lamentaba no poder acercarme a consolarla y sobre todo odiaba con toda mi alma a todos los novios que ella iba teniendo, yo sabía que juntos seríamos felices y no habría nada ni nadie que nos pudiera separar.
Hasta que un día dejamos de vernos.


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-  -        Es extraño, tu primera visita a la Ciudad Condal y elige ver primero el mercado de la Boquería, creo que dijiste que te interesaba mucho el museo arqueológico, o las Reales atarazanas.
-  -        Bueno Andrés, hay elecciones que vienen dictadas por los sueños, contra eso no puedes luchar, nunca imaginé encontrarme aquí, no sé lo que busco porque no se qué quiero encontrar. De todas formas sabes que los sueños sacan lo mejor de mi genio. De todas formas, hártate a hacer fotos del mercado, pero llévame a la zona de descarga del mercado, necesito ir allí.
En los sueños todo tiene un porqué, no busques más explicaciones, todo sucede de manera lógica aunque al narrarlo no lo parezca, en cuanto estuvimos en la calle se organizó una gran balacera, el furgón blindado que acababa de recoger la recaudación, estaba siendo asaltado, conseguí poner a Andrés a cubierto y me dispuse a soltar por mi parte plomo a mansalva, después de terminar con el duelo en OK Corral, me acerqué al desalmado que había tenido la mala suerte de comprobar mi habilidad con el revólver, es lo que tiene tener buen pulso.


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Seguro que hay cosas peores que un balazo en las tripas, lo malo de este caso es que además del dolor insufrible, sabes que te estás muriendo, así estaba ella, mirándome con ojos vidriosos, lo más que podía hacer por ella era poner mi mano intentando taponar la sangre, que con la vida se le escapaba a chorros por el agujero de bala, de la bala que le había disparado hacía unos instantes, no me conformé con dejarla irse sin hablarla de mí, aunque triste consuelo es darse a conocer por fin, después de tantos años y haber sido el que la dio el pasaporte para el otro lado.
-    -      ¿Te acuerdas de mí? Soy Jose de Alameda, el nieto de M.
-    -      Ah, ya recuerdo, eras el chico que me miraba.
-    -      Ese mismo, lamento todo lo que ha pasado, después de tantos años, atreverme a hablarte ahora.
-    -      Si, eras guapito, pero un poco pequeño para tenerte en cuenta, me mirabas con mucha insistencia, me daba cuenta que andabas un poco colado por mí, pero…
-    -      Si hubieras querido…
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-   -       ¿Está pelando cebollas, Lola?
-  -        De verdad que cuando se pone usted a contar historias tristes, es usted un campeón.
-  -        No llores, tonta, por los sueños no hay que llorar, menos aun por los ajenos.




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