martes, 14 de junio de 2011

Mirando al suelo

Me podía enamorar de ella solo por sus pies, entró en el vagón y algo me hizo apartar la vista del libro que estaba leyendo, no se por qué, pues como siempre estaba embebido en la lectura, viviendo otra vida en otro mundo lejano, no se que extraña sensación me hizo regresar de mi viaje y fijarme en tan maravillosos apéndices festoneados por unos pequeños y gordezuelos deditos de color rosado.

Las uñas las tenía pintadas de un coqueto color rosa, en las que al reflejarse la luz de los neones del vagón, salían reflejados rayos multicolores provocados por minúsculos brillantes engarzados, esto causaba si cabe, un mayor efecto hipnótico en mí. Me fijé en sus meñiques, para poder pintarlos debió de utilizar los servicios de un artesano capaz de poder dibujar el cuadro de las lanzas en un sello, ¿Cómo se las había apañado para poder poner tan ínfima cantidad de pintura en tan poca superficie? Su dedo meñique era una obra de arte minimalista, era un angelito de Murillo acompañando a cuatro hermanos mayores alabando las virtudes de su dueña.

Para calzar tan lindos pedestales, usaba unas livianas caligae, tan de moda en los últimos años, unas largas trenzas se enrollaban a las columnas de sus piernas formando un nudo gordiano imposible de deshacer, seguro que su dueña sin llegar a ser tan taxativo como Alejandro, sabría la combinación para desnudarse de sus ataduras.

No podía mirar más arriba ¿Para qué? ¿Qué iba a encontrar más arriba? Nunca me sentí un Livingstone, siempre fui un conformista. El tren frenó bruscamente su marcha, perdí la página que estaba leyendo, daba lo mismo, la aventura podía esperar, hoy estaba en otro paraíso en este mundo, los otros mundos tendrían que esperar.

Una chirriante voz salió de los altavoces:

- Próxima estación, Ciudad lineal.

Cerré el libro, me levanté del asiento y despidiéndome mentalmente de ella, salí del vagón.

7 comentarios:

  1. Sus pies, los de ellas; sus zapatos de tacón de aguja, los de ellas...confieso que producen en mi un efecto hipnótico. Y digo más: su tac-tac, su taconeo contra el suelo me paralizan los pensamientos y aceleran mi imaginación.

    Un abrazo

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  2. Personalmente me gusta mirar más arriba los,ojos,los labios... Los pies con tacones altos nunca me ha dicho nada en especial por las mañana veo muchas chicas caminando descalzas después de una larga noche de fiesta. Por mi están guapas sin tener que sufrir por ser más altas.
    Un abrazo

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  3. Soberbia esa demorada atención a unos pies femeninos, ya sabes que Flaubert era fetichista de los pies de la mujer. Y tu relato es un concentrado de mirada poética.
    Saludos blogueros

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  4. Jose y Javir disfrutando con sus tacones y deditos de los pies...

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  5. jajajaja
    eres un romántico
    que sabe describir muy bien todo lo que imagina y... por qué no? también lo que ves.

    PS: pero esos pies tan perfectos no existen jajaja.

    un abrazo
    me ha gustado mucho.

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  6. Tem homem que é mesmo apaixonado por um pé de mulher, e ainda de saltos como se vê.
    Ah... eu prefiro os meus bem no chão...
    Um beijo imenso, querido.

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