El cruce de miradas me estaba matando, sobre
todo porque había que seguir con el jueguecito de apartar la mirada cuando te
han descubierto, pero era inevitable, no podía dejar de hacerlo, en mi caso era
más fácil, o eso creo, interponía en la trayectoria de nuestras miradas, el
libro del que maldita sea la gana, apenas me iba enterando del contenido, hacía
equis números de páginas que había perdido el hilo de la trama, era incapaz a
veces de recordar siquiera el titulo de esta cosa de papel que tenía en las
manos, lo cual me parecía un sacrilegio. Ella disimulaba mejor, interponía entre
nuestras miradas el cuidado y la vigilancia de su hijo, mudándose de tumbona en
la piscina, para tener enfilados de un mismo vistazo a los dos.
La oportunidad la pinté calva, no podía creer
mi buena suerte, al entrar en el comedor contemplé alborozado como su hijo
vestía los mismos colores del equipo de mi corazón, ¿Casualidad, el destino?
por lo que en la siguiente colación, bajé vestido con la misma camiseta que él,
la excusa perfecta para acercarme y saludar.
- -
Cómetelo todo chaval, los del Atleti, nos lo comemos todo para estar
fuertes y sanos. ¿Cómo te llamas?
- -
Iker
- -
Bueno, no es que tengas un nombre muy atlético.
La luz que me trajo su sonrisa, compensó mi
esfuerzo, me mordí la lengua para no decir allí mismo que el nombre de su hijo
me traía al fresco, lo que yo necesitaba saber era el suyo, para poder llamarla
en sueños, pero no, me quedé como un pasmarote mirándola y como no supe
continuar con la conversación, cogí mi bandeja y me puse en la cola del buffet
pata servirme, maldiciendo por dentro el no haber nacido con algo más de
determinación y valor para entrar o por lo menos intentar, introducirme en su
vida.
¿Quién es ella? ¿Por qué se encuentra sola aquí?
En este hotel repleto de matrimonios con hijos o de parejas mayores, ella
destaca en su soledad, aunque nunca está del todo sola, es una solícita madre
siempre pendiente a los antojos de un chiquillo, que como todos los de su edad,
corretea sin descanso de aquí para allá, muchas veces, el cruce de nuestras
miradas, tiene un punto de encuentro, observando los dos, los juegos ruidosos
del chiquillo, como siempre, un parpadeo mutuo tras algo de rubor y el eterno
juego de apartar las miradas.
Su piel canela me llama la atención, seguro
que lleva aquí más tiempo que nosotros, pero el color de su piel apenas ha
cambiado, a pesar de sus largas exposiciones al sol, muestra un leve tostado
enloquecedor, más de una estrella del firmamento cinematográfico envidiaría
poseer ese tono, es el objetivo final de mis miradas, aunque a veces la observe
su rostro, este no es realmente bello, con una nariz angulosa que le desfigura
el perfil, sólo salvado por unos bellos labios que esconden unos cuidados
dientes blancos.
Después de la fiesta de anoche, donde estuve
admirando como bailaba con su hijo, vestida con un precioso vestido blanco, con
unas sandalias tipo romano tan de moda ahora, su movimiento abrazada a su hijo
me hizo sentir envidia del pobre chaval, pero con gusto me hubiera cambiado por
él y sentir sus brazos alrededor de mi cuello.
Todo eso terminó, esta mañana después del
desayuno, la vi marchar cargando con las maletas, camino de recepción, sabía lo
que significaba, el adiós, una última mirada entre ambos y nuestros caminos se
separaron para siempre.
:)
ResponderEliminarestas hecho un ligón ...
supongo que entre tantas miradas, sonrisas, gestos y algún que otro detalle pasa nuestra vida ante los demás. ¿Esos son los instantes de felicidad tan famosos, como las sandalias romanas de este verano que está a punto de acabar?
un bonito relato.
otro abrazo
Con el niño y el Atletic tenías un filón, lo has desaprovechado porque podías haberte hecho amiguete suyo y, por derivación, de la madre.
ResponderEliminarBesos
Se dice que el mundo es un pañuelo...quien sabe si habrá reencuentro en algún lugar.
ResponderEliminarBesos
Me ha gustado mucho tu relato, estupenda la descripción de todos los detalles. La verdad es que los juegos de miradas dan mucho de sí y hacen volar la imaginación, ¿habrá reencuentro alguna vez? ¿no lo habrá? Un beso y sigue disfrutando al máximo las vacaciones,
ResponderEliminarLas miradas dicen mucho de lo que queremos escuchar luego con las palabras puede venir un desengaño, a veces es mejor el recuerdo del momento que el desencanto.
ResponderEliminarUn abrazo
muy bonito, Jose Antonio, ese juego de miradas, ese baile de ilusiones doradas, siempre superiores a la realidad mostrenca, ¿no?
ResponderEliminarsaludos blogueros
Os olhares dizem tanto... às vezes as palavras estragam tudo...
ResponderEliminarPoderá haver um reencontro... ou não... o destino quem o sabe?
Bela crônica.
Um beijo carinhoso.
Supongo que a todos nos ha pasado alguna vez, o quizás a todos no, pero lo más importante es que somos del atleti.
ResponderEliminarUn saludo.
A veces suelen pasar estas cosas, y nosotros la solemos dejar pasar sin hacer gran cosa. Besos.
ResponderEliminar:)
ResponderEliminargracias por tu visita y comentario.
La palabra caramillo la encontré por casualidad, no la conocía; es una especie de flauta de caña, no?
un abrazo
ps: no actualizas el gofre? jajaja
te estoy presionando un poco, no es broma; pero me ha extrañado que no hayas publicado en el gofre.
:)
¡Pero hombre, cómo no la invitaste a un Martini Hemingway! Son mujeres, como la Ricchi, que no se conforman con un colacao.
ResponderEliminarEsas miradas en vacaciones...como cunado eramos chavales. Un abrazo
Describes una situación que debió ser mágica. Eres muy observador y se nota cómo mimas cada detalle, evocándo con tus letras primorosas aquella situación.
ResponderEliminarHay personas y situaciones que nos provocan a vivir paralelos a la realidad un sueño, a la vez que pasa la misma realidad, dibujamos una historia, hasta que toca parar el embeleso y el sueño acaba.
Me encanta la sutileza cuando describes lo que pasó por tus ojos, tus pensamientos y sentimientos de lo que no fué y tu adiós muy buen final.
Me encanta leerte, saber transportar al lector y que sea cómplice de tu vivencia.
Un abrazo desde mi lado.