jueves, 23 de enero de 2014

Detective por sorpresa

I

Desde que falleció mi padre tomé por costumbre visitar a mi madre todas las semanas, bueno, tampoco es del cierto todo, al principio si fue así, pero según pasaron los meses y los años, mi molicie hizo que la mayoría de las veces  mi madre se tuviera que conformar con una llamada telefónica e incluso algunas semanas era ella la que terminaba por llamarme al comprobar que esa semana lo había olvidado.
Como una de tantas semanas, al descolgar el teléfono comprobé que era ella.
-        ¿Cuándo vas a venir?
-        Vaya, mamá, es que ando algo liado.
-        Pásate el sábado por la tarde, es que hay visitas que quieren verte.
-        ¿?
-        Mira te cuento, pero no te enfades, si no estás conforme les dices que no y ya está, sin compromiso.
-        Huy, qué mal me suena ¿en qué lío me has metido?
-        No te preocupes, mira es el asunto de Paco y Elvira, vienen del pueblo expresamente a verte.
El pueblo, aclararé, es un pueblecito de la sierra de Madrid donde mis padres hicieron una casa en lo que antes era un huerto y a donde mis hermanos y yo solemos ir cada vez menos, exclusivamente algunos periodos en el verano. Mi madre se crió allí y Paco y Elvira eran dos de sus amigos de la infancia residentes allí.
-        ¿Y qué tengo que ver yo con su asunto? –Pregunté algo amoscado.
-        Bueno, es que te quieren proponer que investigues tú el caso, pero sin ningún compromiso de tu parte.
-        Pe, Pero – interrumpí a mi madre - ¿Os habéis creído que soy Sherlock Holmes?
-        Vamos a ver, serénate, no te exigen nada, solo que lo veas un poco, ellos se fían de ti, y no tienen a quien recurrir, la policía ya no les da esperanza alguna y ya no confían en nadie.
-        Pero mamá, para eso están los detectives privados y yo no lo soy ¿quién les ha metido esa idea en la cabeza?
-        La culpa es mía, sabes que todo el pueblo se enteró por mi boca de que habías escrito una novela de intriga.
-        Sí, creo que es lo mismo, eso no me capacita para que en la vida real sea capaz de encontrar a una chica que desapareció hace… ¿seis meses?
-        Si es que están desesperados.
-        Ya me lo has dicho, pero eso a mí me deja en una hermosa situación ¿quién soy yo para meter las narices en ese asunto? Donde la policía no triunfó ¿crees que yo lo haré?
-        Tú haz lo que puedas, ellos no te exigen resultados, solo que lo intentes.
-        Desde luego, me metes en cada lío…
-        Venga, anda, lo mismo esto te da para otra novela.
-        Qué graciosa.
-        Anda, nos vemos el sábado por la tarde.
Nunca imaginé que mi madre sería capaz de meterme en semejante embolado, pero claro, nunca subestimes la capacidad de sobrevalorarte de una madre. Efectivamente, había escrito una novela de intriga que había auto publicado y cuya esperanza en ser publicada a lo grande, discurría por el camino de ganar algún certamen, la había presentado en un par de editoriales y solo recibí la típica carta de agradecimiento, en la que me indicaban con buenas palabras, que mi novela era lo bastante buena para encender la chimenea de la casa de mi madre en la sierra.
Por el prurito de verla impresa, la auto publiqué en una web de internet que se dedicaba a este menester, compré algunos ejemplares, uno para mí, para ponerla en la estantería de mis libros de cabecera junto a Cien años de soledad.
Empecé a darle vueltas al asunto, no sabía si mi madre me había metido en un pozo de difícil salida, no es lo mismo inventarse un crimen, un criminal y alguien que sea capaz de desenredar la madeja que le lleve a descubrir al asesino, que partiendo de cero, en cuanto a experiencia real, descubrir dónde se andaba la muchacha en cuestión.
Me apenó mucho cuando me enteré del problema surgido a Paco y Elvira, a ellos los conocía desde pequeño, el pueblo por aquél entonces era los suficientemente pequeño para que todos los que allí residíamos de manera más o menos continua, antes de que la fiebre por tener una segunda residencia en la sierra, hiciera desaparecer de sus calles, huertos y pajares transformados en chalets de todo tipo, sin guardar la apariencia pueblerina perdida ya para siempre.
Pues bien, Paco y Elvira, eran de los supervivientes de la emigración a la ciudad de los años sesenta, como otros pocos, el miedo a lo desconocido o sencillamente porque mantenían suficientes tierras y heredades para poder continuar con su vida de siempre. Se habían casado a una edad ya tardía, lo que nunca me expliqué pues se conocían desde siempre y consiguieron traer a este mundo un retoño que pudiera heredar todo lo que ellos habían conseguido mantener e incluso acrecentar.
Ana nació no solamente cuando sus padres peinaban canas, sino cuando la información de lo que ocurría al otro lado del valle indicaba que existía un mundo lleno de posibilidades, el cierre de la escuela del pueblo por falta de alumnos, hizo que todos los vástagos de los pueblos de la sierra, fueron educados en un instituto de nueva planta, por lo que salir fuera del valle ya no era una aventura, esta aventura continuó cuando Ana pudo formarse universitariamente, lo que solamente podía llevarla a Madrid. Paco y Elvira, orgullosos, no tuvieron reparos en darla todas las comodidades y ayuda en sus estudios, la pagaron una plaza en una residencia de estudiantes, así como la matrícula más dinero de bolsillo.
Un día, cuando Ana cursaba el segundo año de carrera, recibieron una llamada de la residencia, Ana llevaba una semana sin aparecer por allí, no la había visto nadie ni para comer ni para dormir, sus cosas seguían en la habitación si moverse.
 Mucha zozobra les causó la noticia, los padres presurosos acudieron allí, hablaron con el director y aconsejados por él, pusieron la correspondiente denuncia en comisaría. Y desde entonces nada, el vacío más absoluto, ninguna noticia en ningún sentido, la policía interrogó a compañeros y amistades y nadie sabía nada de ella, todo parecía conducir a un callejón sin salida por la falta absoluta de pistas sobre su paradero.
Al principio hubo el típico revuelo informativo, pero la falta de noticias hizo que los medios que se habían hecho eco, simplemente cesaran en el tema, si no hay nada que informar, sencillamente no interesa.
Y allí me encontraba yo, sin ninguna experiencia sobre cómo llevar una investigación así y el más que previsible encargo de unos atribulados padres.



Safe Creative #1403010278657

4 comentarios:

  1. ¡Pues vaya compromiso! Bueno, pues tú haz lo que puedas porque, como muy bien dices, no es lo mismo escribir sobre casos similares que actuar como detective. ¡Ja, ja, ja...!Estas madres...
    ¡Muchos besos!

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  2. Cada vez que venho aqui e leio os seus relatos, me delicio com letras preciosas...

    Beijos, guapo.

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  3. Estaremos a la espera de tus siguientes entregas pero sin duda, darás con el paradero de Ana y ella misma te pedirá que dejes de investigar más jajaja

    un abrazo excelente escritor :))

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  4. Vaya lío, pero yo creo que se le dará mejor de lo que piensa. Seguimos...

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