Hay ocasiones en que no te
explicas cómo una serie de personajillos van rozándote tangencialmente según
vas caminando por la vida. Su interés no es otro que hacerte la puñeta de la
manera más gratuita que pueden negociar su propia estupidez.
Afortunadamente su fecha de
caducidad es breve, son como los electrodomésticos, tienen obsolescencia
programada, la justa hasta que desdeñas sus malas artes y continúas
sobreviviendo a estos imbéciles.
A veces se agarran a ti con desesperación,
se arrastran a tus pies sujetándote por el fondillo de los pantalones,
suplicando que no les olvides, que entres en su juego de insidias que es lo que
realmente les divierte.
Los hay de varias clases y
pelaje, unos son familiares y otros los encuentras en el trabajo. Realmente uno
nace en una familia o tribu y te caes con todo el equipo. No hay deidad que te
pueda salvar del lazo que te hacen creer que te une a un hermano envidioso, a
un cuñado pesado y sabelotodo, a un primo obsesionado con que le envidies y el
peor de todos: una Ex resentida y despechada.
Es realmente molesto romper los
lazos con esta caterva de villanos, siempre hay algún otro familiar que te dice
que en el fondo es un buen chico/a y que a la postre lo que te queda es la
familia.
En el otro lado del universo figuran
los personajillos que te vas encontrando en tu trabajo y en este caso la
solución es mala, pues la única solución es cambiar de empresa.
El pelaje de estos tipos es
variopinto, compañeros envidiosos de que trabajes menos que ellos o que por
desgracia se enteren de que tu sueldo es superior, esquiroles que te miran por la ventana mientras haces huelga por sus derechos. También los hay que siguen
la máxima “joder por joder”. Lo peor es cuando el que intenta hacerte la vida
imposible es tu propio jefe. Esto suele acaecer porque se da cuenta de sus
limitaciones de todo tipo, generalmente suele dolerle las intelectuales. Eso es
grave, nunca soportan a un subalterno más capacitado. Si por un casual lo
detectan en tu persona, date por jodido. Solo te puedes librar si tu antigüedad
hace que despedirte sea oneroso o que tengas la útil habilidad de hacer caso
omiso a sus sandeces.
En fin, la pura realidad es que
tos vas encontrando desde que naces, en el colegio, en la mili, conduciendo o
caminando. No hay escapatoria, los cromañones debemos coincidir con los
neandertales esperando su rápida extinción.
Creía que lo había escrito yo.
ResponderEliminarViniendo de ti es un grán elogio
EliminarEstimado Pepe
ResponderEliminarHacía tiempo que no me pasaba por aquí y me has levantado una sonrisa. Ojalá otros pudiéramos manejar el don de la venganza sibilina con una prosa similar. Acertado, incisivo, resumido; pleno al quince.
Mi enhorabuena.