domingo, 5 de septiembre de 2010

El beso de la muerte

El martes que viene hará cinco años que la perdió, la perdió para siempre en aquel estúpido accidente, si no hubiera ido a trabajar, si se hubiera quedado en casa, si no hubiera... Tantos si no hubiera por exponer, por determinar, por pensar y de ninguna manera era capaz de quitárselos de la cabeza, una y otra vez les daba vuelta, incluso alguna vez añadía alguno más.
Desde entonces todo cambió, nada fue lo mismo,él se abandonó, no de cara a la gente, él se sentía hipócrita al exponer a los demás una cara que no era la suya, una risa que no sentía y unas ganas de vivir que no tenía, se abandonó por dentro, de espíritu, de pensamiento, de anhelos, de emociones, se sentía idiotizado, plano, con la misma manera de actuar que un robot, mecánicamente, sin dolor, sin amor.
No consintió en encerrarse en casa, daba paseos frecuentes, con rabia, a veces paraba de andar y se detenía atónito al darse cuenta de la cantidad de horas que llevaba caminando y encontrarse en sitios donde jamás había estado. -No puedo más. -Se repetía una y otra vez, pero era mentira, y lo sabía, al día siguiente se levantaría e iría al trabajo como todos los días y volvería a llevar esa misma vida monótona que le martirizaba y de la que no podía escapar.
-La muerte, la muerte, la muerte. -A veces repetía de una manera cruel, como deseo o necesidad, otras como invocación, la gran separadora como la nominaban en las mil y una noches ¿cuantos años llevo sin ella? ¿cuantos más me quedan por vivir así?
El martes llegó como llegan todos los martes, una tras otra las páginas del calendario se van arrancando, es como el libro de arena de Borges, por más que pases las hojas, otras nuevas se van añadiendo sin encontrar el final.
No había ido nunca al cementerio, nunca tuvo valor, no quería ver el hogar de ella hasta el fin de los días, sabía que poco a poco su cuerpo se haría uno con el entorno y no era capaz de imaginar su sublimación.
Se sorprendió al ver la lápida tan limpia, en comparación con las vecinas, entonces se fijó en la fecha de defunción de esas y notó que eran muy anteriores, hasta el granito tiene fecha de caducidad, la de ella todavía era completamente lisa y brillante, sólo alterada por dos líneas: Elisa y más abajo. 1980-2005
No lo pudo resistir más y cayó de rodillas delante de la tumba.
-Por favor, te lo ruego, quiero ir contigo, dame un último abrazo.
Dicho esto algo se rompió en su pecho y su deseo le fue concedido.
-Elisa, ¿pero eres tú?
- Shh calla amor, no quiero que sufras más.
Y un beso sublime los unió para siempre


Gracias a Andrés (Apu), Por la Foto y la inspiración.



2 comentarios:

  1. Hola José Antonio.
    El verdadero amor se lleva hasta el último aliento cuando nos viene a recoger la muerte. No imagino una mejor manera de pasar el umbral que abrazado a la persona que más quieres.

    ¡De nada! Gracias a ti por compartir tus historias. Un abrazo.

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  2. La verdad es que es una foto muy inspiradora. Un saludo.

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