lunes, 22 de marzo de 2010

Cien años de soledad

Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el Coronel Aureliano Buendía habría de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un rio de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente que muchas cosas carecían de nombre y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo.

Así comienza la aventura escrita más fascinante escrita nunca desde El Quijote, Gabriel García Marquez, nos deja la narración de la vida y obras de la familia Buendía, aunque más bien es la historia del mundo desde que es mundo, todo lo que nos rodea tiene un principio, un desarrollo y un final y la vida en sí es similar a la novela.

Alguien me dijo que Úrsula, la matriarca del clan, representa a la tierra, creo que es cierto, pues sólo la tierra es nuestra madre, quien nos da la vida, a quien ignoramos creyéndonos sabios, maltratándola incluso, para al fin volver a ella.

El patriarca, José Arcadio, creo que es la raza humana, un ser sin cabeza, buscando la sabiduría, experimentando con todo lo que nos da la vida, y sólo siendo sabio al hallar el descanso y con él la muerte.

Está claro que recomiendo a todo el mundo este libro, sobre todo antes de que se haga un clásico al que a todos los niños obliguen a leer en la escuela, por lo que crecería la antipatía hacia él, este libro debe ser saboreado, leído con ganas de vivir la vida en Macondo, de estar allí, acudir a las peleas de gallos, aspirar el influjo de Remedios la bella, sudar al mediodía con ese calor húmedo que nos lleva al trópico y ser un observador en primera línea de todo lo que ocurre allí.

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