martes, 23 de marzo de 2010

¿Que es lo que nos lleva a enloquecer?

¿Qué es lo que nos lleva a enloquecer?
El camino circundaba el pantano, el amanecer traía un sol mortecino aún, pero ya calentaba lo suficiente para que encima del pantano un vaho amarillento se levantara de sus aguas y se desparramara por la orilla, esto hacía que una tibia humedad se pegase en mis pantorrillas, el rocío además hacía que mis deportivas empezasen a embarcar agua lo que hacía que un molesto gañido acompañase a cada uno de mis pasos.
El sol a la altura de los ojos me molestaba terriblemente, me deslumbraba y me hacía lagrimear constantemente, me frotaba los ojos con mis manos, peor mis sucios nudillos sólo conseguían que me picasen mas los ojos.
El otoño había alejado los pájaros, por lo que los únicos sonidos que se oían eran los graznidos chirriantes de los cuervos, lo que hacía que de tanto en tanto me estremeciera, no es un pájaro de buen agüero y tantos relatos de terror leídos me hacían sobrecogerme con cada graznido.
El camino rodeaba la ermita semiderruida, este trecho estaba lleno de arbustos y zarzas desprovistas de hojas, pero sus sempiternos pinchos, te obligaban a arrimarte a la pared de la ermita, a la altura de la derruida puerta, un terrible ruido me sobresaltó y me hizo detenerme en la misma entrada, me llevé la mano al pecho intentando sujetar un corazón desbocado , enseguida sentí un olor pestilente, parecía que todas las cloacas del mundo habían abierto sus sumideros en dese lugar, una mezcla de huevos podridos, olor de azufre y fruta podrida se juntaba ante mí provocándome unas fuertes arcadas, pero el asombro no me dejó moverme de allí, una bella muchacha aparecía tumbada en el suelo ante mí, tenía el rostro más bonito que jamás había visto, estaba apenas tapada con un leve vestido de gasa, después de un tiempo embobado contemplándola, un fuerte impulso me hico acercarme a ella, me puse de rodillas y acerqué mi rostro a ella, me dispuse a besarla en los labios, lo hice suavemente saboreando sus carnosos labios , cuando de repente se despertó, abrió los ojos y la sonrisa mas salvaje se mostró ante mis rostro, una fuerte carcajada que parecía sacada del infierno me atronó los oídos y ante mí la transformación mas horrorosa que jamás vi, delante de mi la muchacha se transformó en cuestión de segundos, primero en una vieja y seguidamente como si su carne se fuera mutando por capas, toda ella empezó a fundirse, licuándose sus carnes, cayéndose su rubia cabellera, todo ello acompañado por un tenue chisporroteo como si estuviera friéndose en aceite.
No tardó mucho tiempo en consumirse, quedando de ella apenas un cerco húmedo en el suelo de la ermita, aterrorizado, el miedo dio alas a mis pies y salí de allí enredándome con las zarzas que parecían querer sujetarme a aquel lugar maldito, corrí como si hubiera nacido para ello, el camino había desaparecido de mi ser, no se donde puse los pies, solo me detuve a los pies de la iglesia del pueblo, bajo la cruz del vía crucis, donde lleno de barro y arañazos me tumbé a sollozar.

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