sábado, 20 de marzo de 2010

En el río

El agua fría me mojaba los pies, iba corriente arriba conservando precariamente el equilibrio sobre los cantos rodados y las algas escurridizas entre las piedras, la espalda me escocía ya pues el sol de Agosto en todo lo alto calentaba el ambiente y al ir sin camiseta, notaba su presencia en la espalda, estaba deseando llegar al remanso a unos cien metros río arriba para dejarme caer y refrescarme la espalda y la cabeza.
Esta vez había elegido el tramo alto del rio a pesar del sol, aunque está mas expuesto al sol, siempre me trae mas recuerdos, cientos de veces subido el imaginario camino que pasa por el centro del rio.
Entre las plantas del rio las truchas y barbos a mi paso huían rio arriba al sentir mis pasos, nada fácil de disimular al tener que luchar contra la corriente no es fácil pisar sin provocar salpicaduras. Hoy sólo sigo sus idas y venidas sin prestarles demasiada atención, mi animo depredador de otros días estaba dormido y hoy no iba a perseguidlas.
Me dejé caer como siempre de boca en el remanso, cada año con mas cuidado, cada año la poza tiene menos profundidad, invierno tras invierno llegan mas piedras y arena dentro de poco no se distinguirá, que alguna vez allí mismo nos tirábamos de cabeza y nos reuníamos la chiquillería para nadar todas las tardes de verano.
Contra mi costumbre, siempre que no iba de pesca, seguí rio arriba caminando hasta el puente de Oteruelo, o eso pensaba, pues nunca fui de paseos preconcebidos, en cualquier momento podía cambiar de camino o volver tras mis pasos.


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