miércoles, 7 de julio de 2010

Catch-as-catch-can

Hubo un tiempo en el que en España todo era en blanco y negro, a veces más bien gris, la tele, para el que la tenía, era de ese color, lo que provocaba que también soñásemos con una total ausencia de colores, los edificios los recuerdo en gris, las calles adoquinadas, el uniforme de los policías y un sinfín de cosas más, en una época en que los espectáculos más corrientes ahora como el cine y el teatro, el fútbol y los toros, estaban vedados para la economía de la clase trabajadora, entre los que se encontraba mi padre.

Pero había una cosa en todo color, un hecho que se repetía todos los viernes y llenaba de gozo e ilusión a toda la chiquillería del barrio: el catch-as-catch-can, o sea, la lucha libre americana.

Apretujados en el taxi 1500 que trabajaba mi padre, o en el autobús que salía de la calle Robles, íbamos al único espectáculo que nos podíamos permitir, la plaza de toros de las ventas o en el campo del gas, se convertían en el nuevo coliseo donde gladiadores con nombres tan pintorescos como Hércules Cortés, Chausson, Catarecha y el Ángel Blanc (mi favorito), lidiaban contra una caterva de villanos de nombres olvidados y rostro enmascarado, en la que los bellacos solían salir ganadores por sus malas artes para disgusto nuestro, por la misma razón cuando nuestros héroes lograban la victoria por puesta de espalda o nuestra llave favorita: la corbata invertida, salíamos con un gozo en nuestros corazones en los que olvidábamos que la televisión de casa se averió y mi padre no tenía suficiente dinero para arreglarla.

Con el paso de los años y el “milagro español” de principios de los 70, la bonanza económica hizo que el acudir al cine no fuera tan oneroso, por lo que poco a poco el mundo del match languideció hasta su desaparición, Hércules Cortés se convirtió en un juguete roto y tras un problema con las drogas, abandonó España para morir de un accidente de tráfico en Estados Unidos, del resto de los gladiadores, nunca supe más, están seguramente en el limbo de los héroes de leyenda, pues legendarios fueron sus combates.

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