miércoles, 7 de julio de 2010

Naufrago

Día 3

Continúo igual que ayer, sol, un sol inmisericorde que me abrasa la piel, con mucha frecuencia tengo que meterme en el mar a remojarme para aliviar mi sufrimiento, solo me guarnece un leve sombrajo donde me cobijo en las peores horas de calor.

Día 6

Afortunadamente por la noche pesco a la luz de la luna, es entonces cuando este paisaje se transforma, se hace mas bello, la luna se refleja en el mar y extiende un manto de plata que da un color irreal al paisaje, a la espuma que bate en la orilla olas que apenas golpean el borde de la playa y se retiran con un leve siseo, mis manos también grises intentan atrapar esos rayos de luz que lo transforman todo en un paisaje de otro mundo, de un cuento de hadas.

Día 8

Otro día de sol y calor, a lo lejos vuelan gaviotas alegres y afortunadas, ellas pueden volar, marcharse de aquí cuando se les antoje, buscar lugares arbolados con verdes suelos donde retozar y ponerse a la sombra de algún chopo en la ribera de cualquier rio en un verde valle bajo la umbría de un montaña

Día 11

¿Cuántos granos de arena caben en una mano?, ¿Cuántos habrá en la playa?, imposible saberlo, como imposible es masticar cualquier alimento sin que inmisericordes los aprecies en tu boca, los dientes rechinan cada vez que cierras la boca, con un sonido que te taladra el cerebro, todos los huecos del cuerpo se llenan con su presencia, es posible que allá en el infierno, Satanás tenga previsto un suplicio parecido.

Día 14

Afortunadamente mi salvación llegó, hoy abandono estos lugares tan desesperantes, el calendario llegó en mi ayuda, lo dicho, es la última vez que veraneo en la playa.


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