Voy a ciegas, no veo nada, intento tantear delante de mi, pero no toco nada a pesar de estirar desesperadamente los brazos y dedos, apesadumbrado, me dejo caer al suelo, un suelo áspero y seco, impersonal, sin una grieta ni una seña de identidad, algo que me diga donde estoy, tanteo a mi alrededor, nada, siquiera un grano de arena soy capaz de recoger entre mis dedos, el vacio, no hay nada, me siento y rompo a llorar, mis gemidos tampoco resuenan en ninguna pared, el infinito delante de mí.
El silencio zumba en mis oídos, tanto me pitan, que un dolor intenso me aprieta las sienes, aprieto mis puños contra ellas, pero no calma el dolor, de un salto, me pongo de pié y echo a correr hacia ningún sitio, voy con las manos por delante con la vana ilusión de encontrar alguna pared, algún muro, un tope donde parar y encontrarme, peor nada, después de un buen rato corriendo, me paro y me agacho a recuperar el resuello, me tumbo en el suelo y me duermo.
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