Que rabia, me siento solo, perdido, abandonado, creo que estoy en una isla desierta, expuesto a los elementos, mascullando mi soledad, hablando solo, diciéndome a mi mismo frases inconexas, tarareando canciones olvidadas por todos y que solo recovecos de la memoria traen a mi mente ritmos pegadizos de otro tiempo.
Camino con pasos cortos llevando el ritmo de esas canciones, un giro, un paso lateral, un chasquido con los dedos, estoy solo nadie va a mirar extrañado mis movimientos, lo que me anima a aumentar mis gesticulaciones, mis brazos los abro cada vez mas, empiezo a dar palmadas y a tararear cada vez mas alto, lo que empezó como un susurro, ahora son gritos, si no fuera por que al poco tiempo me empezó a doler la garganta, hubiera terminado por dar alaridos de animado que estaba.
Después de un rato, dejo de bailar agotado por el movimiento, mi corazón late desbocado y me cuesta recuperar el resuello, me siento en el blando suelo y me acaricio las heridas del cuerpo, las del alma ya no tienen solución, abandonado por la familia y desahuciado por el mundo, poco a poco la humanidad va escapando de mi ser.
Me agarro a los barrotes de la celda y empiezo a dar cabezazos a la pared, vano esfuerzo, están acolchados, por lo que no sufro por ello, con la poca voz que me queda grito a los que están en el exterior, pero la gente de batas blancas me ignoran acostumbrados a mis gritos, lloro pero nadie me va a consolar.
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