martes, 6 de julio de 2010

El último paso

Las tablas del suelo rechinaban quejumbrosas a mi paso, acababa de subir los últimos escalones y mi mente volaba libre, me encontraba volando a muchos kilómetros de allí, buceando en mis raíces en mi infancia que fue lo único feliz que tuve, el calor del hogar y el cariño de mi madre me llenaba la mente con el recuerdo de su ternura, sus suaves abrazos, los dulces escamoteados con su risueña complacencia, soñaba y era feliz.


Ahora ya era tarde para todo, sólo tenía unos instantes para recordar, el fin estaba próximo, no había tiempo para enmiendas, el destino tiró sus dados y a mí me tocó perder, ya no hay tiempo para arrepentimientos, tampoco me arrepiento ya de nada, ¿de que serviría ya? Lo hecho hecho está, sólo espero justicia divina, la de los hombres ha sido dictada ya.

Cierro los ojos aunque me sirve de poco, una espesa capucha me impide toda visión, estuve ciego toda mi vida, me cegó mi insano deseo, el brillo del oro y la falta de un pepito grillo que me guiase en mi camino, un camino errado que llega ahora a su meta, los últimos pasos se están dando ahora.

La soga aprieta mi cuello, lo que me hace saltar las lágrimas, unas lágrimas que creí que se habían agotado por llorar cuando no debí hacerlo y por estar ausentes de mis ojos cuando tuvieron que haber manado.

De pronto el verdugo actúa, doy el último paso y llego hacia la luz.

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