martes, 6 de julio de 2010

La soledad

La soledad del corredor de fondo, ¡bah! Al corredor de fondo le espera la meta y le acompañan los aplausos, a mi solo me espera la indiferencia general, mi carrera va más allá, la línea de meta es la muerte, polvo eres y mis huesos se esparcirán por el mundo y con ellos el olvido de alguien de quien nadie tiene constancia siquiera que haya nacido.

Con las manos en los bolsillos voy caminando por una triste calle vacía de un gris día de primavera, no hay flores para mi, no hay colores, todo es oscuridad, monotonía, soy uno mas del montón, soy impersonal, un número mas en una larga cadena productiva, de una sociedad en la que nadie puede destacar so pena de ser considerado un paria y marginado por ello.

Producir, comer y dormir son los únicos verbos que se pueden conjugar, no hay sitio para el amor, eso es sólo para los afortunados, para una elite privilegiada que puede soñar algún día con extender sus alas y amar, viajar y fundar una familia, salir de aquí, ¡como les envidio! Me rechinan los dientes cada vez que lo pienso y me siento miserable pensando en mi triste existencia y en algo que la naturaleza me tiene vedado para siempre, un hado irresistible e inmutable, al nacer me castigó impidiéndome algún día tener una progenie en quien perpetuarme, nadie velará por mi en mi vejez.

De vuelta al hogar, otro día mas de trabajo, me cuelo por el agujero, suelto la carga en el almacén y me introduzco en el cubil para pasar la noche descansando ¡ojalá fuera la última!, que triste es la vida de una hormiga.

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