martes, 6 de julio de 2010

Gotico

Seguía el rastro de las gotas de sangre que marcaban un camino en el suelo, no podía dejar de seguirlas, una malsana curiosidad me impelía a continuar el sendero, mi cabeza solo era capaz de articular la pregunta ¿Quién o que había sido herido? , no me daba cuenta que la pregunta estaba mal realizada, la verdadera cuestión era ¿Quién había sido capaz de hacer sangrar con tanta profusión a su victima? ¿Qué arma letal poseía para ser capaz de causar tanto daño? Aparté con los brazos las ramas del camino, un camino que por lo poco transitado se iba cerrando por el avance de la naturaleza que reclamaba lo que una vez fue su terreno.

Horrorizado observé que tenía los brazos ensangrentados, las ramas que apartaba, también estaban manchadas con una sangre roja que destacaba llamativamente en mi blanca camisa, si me hubiera parado a pensar, no habría seguido el camino, era lo más lógico, pero estaba visto que aquella tarde mi cerebro no era capaz de actuar mas que con la búsqueda de la verdad que se hallaba delante de mi, siguiendo el camino.

Sin saber como, tropecé y me vine al suelo, al incorporarme observé con horror mis manos ensangrentadas, así como el resto de mi cuerpo, parecía que me hubiera bañado en sangre, lo peor estaba por llegar, ante mi vista se erigía un pandemonium de brazos, piernas, cabezas y vísceras, un terrible holocausto se extendía por la pradera abierta entre los árboles, en ese momento unas violentas bascas me hicieron inclinarme y vomité toda la hiel que guardaba en mi vacío estómago, cuando terminé, mis piernas apenas eran capaces de sostenerme y un violento dolor de cabeza me hundía las sienes, me rehice como pude y eché a correr desesperadamente en dirección contraria al horror.

No me di cuenta que abandonaba el camino y me adentraba en la maraña del bosque, las ramas golpeaban mi rostro pero no me daba cuenta, era incapaz de sentir nada, la razón hacía tiempo que abandonó mi mente, apenas era capaz de ver nada delante de mi, las lagrimas arrasaban mis ojos dando una visión irreal al entorno.

Abrazado a un viejo roble, conseguí serenarme después de un buen rato, observé a lo lejos una luz, me encaminé hacia allí con la esperanza de encontrar auxilio, una alta verja que acompañaba a una recia pared de piedra, me franqueó la entrada a una gran mansión de altas ventanas ojivales, mas que andar, corrí dando gritos hacia la puerta, una campana en la que colgaba una cadena del badajo, hacía las veces de llamador, tiré con insistencia de la cadena mientras seguía pidiendo auxilio a voces, al rato abrió el portón un hombretón vestido con bata blanca que al verme en mi estado se hizo a un lado para dejarme entrar, enseguida apareció otro sujeto y entre los dos intentaron tranquilizarme, al ver mis heridas me introdujeron en una sala donde había una camilla y allí mismo llamaron a un médico por teléfono, les indiqué que necesitaba llamar a la policía, enseguida llegó el médico, pero antes de nada le conté lo que había encontrado en el bosque, me escuchó con atención y me dijo que no me preocupara, que enseguida lo pondría en conocimiento de la policía y me inyectó un calmante, poco a poco caí en la inconsciencia.

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Conversación de los dos enfermeros

  -Es increíble, cada vez que se escapa del manicomio viene contando la misma historia

  -Si, hay que tener cuidado, luego regresa muy lastimado por las ramas de los árboles, sus parientes se quejan después a dirección.

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Conversación del médico al teléfono

  -Estoy harto de deciros que enterréis los cadáveres a mayor profundidad, las alimañas terminan por encontrarlos y desenterrarlos.



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